Quedan menos 24 horas para la temida fecha en la que Estados Unidos entraría en suspensión de pagos y parece que el entendimiento entre demócratas y republicanos no está cercano a realizarse. La Casa Blanca ha rebajado las expectativas de que demócratas y republicanos puedan alcanzar de forma inminente un acuerdo en el Congreso para reabrir la Administración federal y elevar el techo de deuda y ha advertido de que dicho pacto todavía queda «lejos«.
Así lo advirtió la portavoz de la presidencia estadounidense, Jay Carney, que afirmó que «en estos momentos estamos lejos de un acuerdo«, aunque también admitió que se habían producito algunos «progesos» en el Senado. Y es que durante todo el día de ayer no dejaron de producirse propuestas en ambas cámaras de representación, que una tras otra iban siendo rechazadas.
Lo que está en juego en Estados Unidos es mucho más que entrar en suspensión de pagos. Republicanos y demócratas, bajo la atenta mirada del Tea Party, mantienen un pulso en el que uno de los dos bandos tiene que salir vencedor y el otro derrotado. Ese precio político es lo que hace tan complicada y crítica la situación ya que las consecuencias, no sólo van a influir en el futuro de determinados personajes en el poder, sino en los resultados de las próximas elecciones legislativas y presidenciales y en el rumbo político del país.
Las líneas políticas en Estados Unidos empiezan a mostrarse difusas en torno a dos bandos: los demócratas y republicanos moderados y los republicanos más moderados, amalgamados en torno al Tea Party. De salir victoriosos estos últimos, sería un gran triunfo de la extrema derecha y una gran derrota de la democracia, los derechos y las libertades. De salir vencendor Obama, sería motivo de alivio, no sólo para Estados Unidos, sino para el mundo entero, y de celebración por lo que se entendería como el declive del radicalismo revolucionario de la extrema derecha.
Lo que ocurrirá en Estados Unidos es una gran incógnita que tiene menos de 24 horas para solucionarse. ¿La solución más viable? La que se gestaba en el Senado de forma bipartidista y que pretendía retrasar la fecha fatídica de la suspensión de pagos hasta el 7 de febrero y extender el presupuesto para la reapertura de la administración hasta el 15 de enero. Eso, sin concesiones relevantes en la reforma sanitaria y con un compromiso de negociar un nuevo marco presupuestario antes de mediados de diciembre. Pero esa propuesta no ha sido todavía votada en el Senado, y menos aún se sabe cómo puede ser aprobada en la Cámara de Representantes.