La áspera discusión sobre el cuarto retiro de las AFP no puede cubrir la compleja situación por la cual atraviesa la clase media de nuestro país, pues el amplio arco de familias que conviven bajo la citada categorización, son las protagonistas de una crisis demasiado extensa y profunda.
No cabe duda que somos un país de clase media, una densa capa social que, curiosamente, pareciera invisible para sus elites políticas y económicas, pues se actúa poco pensando en esta realidad, y además se le habla poco, cuestión que se explica en la izquierda por la romantización del Chile pre-73, y en la derecha, por su devoción al lucro, al empresariado, al poder económico, y al eterno clivaje izquierda/derecha, que las elites se niegan a abandonar, por conveniencia o ceguera.
En tal contexto, el cuarto retiro es el balón de oxígeno, la inyección a la vena de la clase media, que hoy por hoy vive sumida en la incertidumbre y la angustia. Y por lo mismo, defender la utilidad de este implica demostrar empatía y un cierto conocimiento de la realidad que viven las familias de capas medias, caracterizadas por el alto endeudamiento y el agobio para llegar a fin de mes, que busca un desahogo para sus líneas de crédito, regularización de sus morosidades, o bien derechamente para aportar por algún emprendimiento.
La tremenda campaña desplegada para defender el sistema de financiamiento de bajo costo, que existe en Chile para las grandes empresas, denominado sistema de AFP, ha basado sus criticas en la galopante inflación que, siendo una posibilidad, en todos los casos, tiene correspondencia en un fenómeno de alcances globales, tal como ocurre en EEUU o en Alemania, países de conocida solvencia y solidez, que por cierto no han realizado retiros de ahorros previsionales.
Dicho todo lo anterior, resulta indispensable señalar que los pseudos estadistas que tildan de irresponsables a quienes, junto con reconocer el fracaso del Estado en la gestión de la crisis, se atreven a apoyar el cuarto retiro, emiten su denostación desde el enlodado pulpito neoliberal, repitiendo frases hechas, que nada aportan al debate sobre las soluciones que esperan las familias. No se entiende como en pleno siglo XXI sigan predicando recetas fracasadas que solo siembran el temor y dirigen el debate hacia un precario reduccionismo de sabios versus ignorantes, que solo evidencia la poca evidencia disponible para seguir sosteniendo el sueño neoliberal.
En el devenir de la campaña parlamentaria que se aproxima a su fin, he podido hablar con muchísimas personas en distintos puntos de la región, y en esos diálogos he podido constatar la importancia que tuvieron los 3 retiros anteriores y las amplias expectativas que existen sobre la pronta implementación del cuarto, siendo un tema reiterativo y de altísimo interés en la ciudadanía, al punto que el mismo puede inclinar la aguja electoral en un sentido u otro.
Escuchando a las personas, uno puede constatar también, que el reemplazo del sistema de AFP no es una línea recta en dirección hacia un sistema de reparto, sino que por el contrario, apunta más bien hacia la coexistencia de la capitalización individual y el ahorro colectivo, siendo una exigencia muy extendida, el derecho de las personas a elegir entre ambos.
Incluso, reiteradamente se me ha preguntado mi posición sobre que debe ocurrir con los ahorros previsionales al fallecimiento del cotizante, es decir si los fondos deben ser heredables o no, siendo mi respuesta que los fondos deben ser heredables.
Si uno piensa en profundidad las preguntas que expongo, ellas develan las preocupaciones de la clase media, que extendida por todas partes, y siendo una amplia mayoría, quiere ser plenamente protagonista de su futuro y dueña de sus decisiones, una muy buena noticia para aquellos que tienen posiciones políticas más moderadas y una muy mala noticia para quienes situados en ambos extremos quieren hacer experimentos con los ahorros previsionales.
El cuarto retiro es una respuesta para las familias de clase media, indispensable y necesaria, frente a la inercia y descomposición del peor gobierno desde el retorno a la democracia, afortunadamente queda muy poco para iniciar un nuevo ciclo, que genere progreso y esperanzas a nuestro país.