Hace muchos años, bastantes en realidad, un ex subsecretario, ex ministro, ex director nacional de servicios públicos y además hombre de importancia en el nombramiento y selección de candidatos para distintas elecciones de un partido de la antigua Concertación, me preguntaba mi opinión sobre el intendente de nuestra región, yo ya hacía un tiempo no formaba parte del Gobierno pero mantenía una buena relación de amistad con mis ex jefes. Le contesté que me parecía bien el trabajo del Intendente, por cuanto llevaba un buen desempeño del gasto y no había temores en el cumplimiento del presupuesto.
Su respuesta no dejó de sorprenderme, me dijo: “El intendente se puede gastar el dinero de presupuesto regional con mujeres, en juergas o en el casino, pero si logra sacar electos a los dos senadores, lo nombro ministro. Estamos a un mes del cierre de las inscripciones de candidatos y en la segunda región aún no tenemos plantilla parlamentaria”.
Esa era la manera de ejemplificarme como se evalúa realmente a los Intendentes y no es por su eficiencia en la inversión pública o por gasto como se piensa, sino que la evaluación es puramente política. Cuantos votos logra que saque la coalición de gobierno y cuantos de sus candidatos logró que fueran electos. En esa época, el Intendente regional no era respetado, ni siquiera oído por los partidos de la Concertación, imposible que pudiera haber tenido consensuada una plantilla de candidatos, es más, ya varios anunciaban “irse por fuera”.
El Intendente tiene como misión ordenar el cuadro político regional y hacerlos trabajar mancomunadamente para el logro del principal objetivo, conseguir que en todas las elecciones que le toque enfrentar desde su cargo, sean electos la mayor cantidad de representantes de su propio conglomerado.
Para el logro de ese objetivo, se requiere que el Intendente sea una persona, un político, que sea respetado por todos los partidos de su propio conglomerado, que se escuche su opinión y que se ordenen en torno a él, de modo que todos trabajen unidos apoyando a quienes el conglomerado elija como sus representantes. Tiene que actuar como árbitro en los conflictos entre partidos y ser respetado por todos ellos y se acaten sus órdenes. Los distintos partidos de la coalición de gobierno deben sentir que el Intendente está por sobre los intereses partidarios y que obviamente no está llevando agua a su propio molino. Difícil tarea, pero no imposible, en particular si el Intendente es uno de los llamados “políticos de peso”, políticos que a nivel nacional son conocidos y respetados o, si no es de esos políticos, se sabe que tiene un apoyo decidido e irrestricto por parte de quien lo nombró, el presidente.
Si el Intendente plantea la peregrina idea de él mismo ser candidato a un cargo de representación popular, echa por tierra toda posibilidad de ser el “ordenador de las huestes”. Se transforma en un jugador de campo más y deja de ser el árbitro del juego político. Deja de ser el “primus inter pares” entre los políticos locales para transformarse en un competidor más, porque en el juego político, muchos son los llamados pero pocos los escogidos, tanto como pocos los cargos a los que se puede postular y son muchos los políticos que se sienten llamados a postular a esos cargos y por tanto los codazos y zancadillas entre los que quieren ser los “ungidos” son feroces, y el Intendente, que quiere desde su puesto usarlo como trampolín político, será el primer blanco de los ataques.
¿Quién pierde con todo esto? La región por cierto, por cuanto tiene un Intendente, a quien nadie respeta, que es objeto de ataques de su propio sector y al que le pondrán “ruedas cuadradas” para no dejarlo lucir en el cargo; “ruedas cuadradas” que afectará a toda la población.
Esas son las consecuencias, de nombrar en altos cargos públicos a políticos poco conocidos en el contexto nacional, que están pensando primero en su propio futuro político, que en el futuro de la región.
ESTIMADO ANTONIO
ANTOF TE AGRADECERA SIEMPRE TU PREOCUPACION POR HACER LAS COSAS COMO CORRESPONDE EL VERLAS SOLO DESDE SUS PARTICULARES INTERESES ES UNA DE LAS RAZONES QUE MI QUERIDA CIUDAD
SIEMPRE ESTE MIRANDOSE LA PUNTA DE SUS ZAPATOS TENIENDO EL PODER Y LAS CONDICIONES PARA EXIGIR UN UN CRECIMIENTO ACORDE A SUS APORTE NACIONALES AFECTUOSAMENTE ARMANDO CORDERO RIVADENEIRA