El Centro de Catástrofes de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Antofagasta (CIMCN) comprobó la peligrosidad de los terrenos de los campamentos de la ciudad, ubicados en las zonas altas de la cordillera de la costa, ante una eventual catástrofe natural.
Lo que motivó la realización de este estudio fue la tormenta del tipo DANA que afectó a Valencia, España, el martes 29 de octubre del año recién pasado, y que dejó a más de 220 personas fallecidas. El Centro de Catástrofes de la UA considera que se actuó muy tarde respecto a esta emergencia y que es posible rescatar varias lecciones.
En este sentido, los ingenieros plantean que es necesario definir y cuantificar el riesgo en las zonas de campamentos de nuestra ciudad, puesto que un buen diagnóstico permitiría diseñar soluciones concretas y mitigar pérdidas y futuros daños, a la vez que sensibilizaría tanto a la población que se vería afectada como a las autoridades, para que generen inversiones anti-catástrofes.
Análisis a campamento
Para ello, los expertos analizaron el campamento Aurora Esperanza, el cual fue escogido como piloto, pues indican que representa de buena forma al resto de los asentamientos ubicados en las faldas de los cerros de Antofagasta.
Jorge Van Den Bosch Fernández, director de la CIMCN, mencionó que “este campamento nos sirvió a nosotros porque es uno de los que tiene mayor pendiente, o una pendiente muy semejante al resto de los campamentos. Por lo tanto, el estudiar Aurora Esperanza nos indicó a nosotros qué es lo que va a ocurrir en el resto de los campamentos”.
Fue así que un grupo del Centro de Estudios Territoriales (CET-GEO) levantó con dron geodésico de alta precisión la topografía del lugar -dato base para entender las pendientes y características del suelo- mientras que otro grupo del CIMCN simuló las trayectorias de un aluvión en condiciones de una tormenta severa. “Hasta ahí, se podía apreciar el riesgo concreto del paso del barro; sin embargo, las observaciones del conjunto de casas instaladas mostraba otra realidad, de la cual se comenta mucho, pero no existen datos duros. Nos referimos a los deslizamientos, corrimientos y cualquier movimiento de masas que tienen lugar en zonas de alta pendiente”, señalaron.
En función de lo anterior, ingenieros del CIMCN calcularon el factor de seguridad en el campamento Aurora Esperanza para conocer qué tan real es el escenario de riesgo de las viviendas instaladas en la pendiente más abrupta del cerro, donde están ubicados la mayoría de los campamentos actualmente. Esto permitió obtener un plano topográfico y de pendientes del sector del asentamiento en cuestión.
“La primera sorpresa es que el terreno ocupado por las viviendas aplanó más del 80% del sector con el objeto de asentar en terreno llano sus viviendas, pero donde no se blanqueó el cerro, éste muestra su pendiente natural, por sobre 17°, donde las casas están ubicadas sólo 1° a 2° de pendiente. Esto indica que todo el sector que fue blanqueado, sin dudas alteró la pendiente natural del cerro en un 80% aproximadamente del área ocupada por las viviendas. Ahora faltaba saber sólo con cifras concretas qué riesgo de moverse o desplazarse corría esta área, para lo cual se calculó el factor de seguridad. Este factor resultó ser menor que 1, el cual indica que los suelos o la masa de éstos están definitivamente en un estado de falla o colapso inminente”, describieron los ingenieros.
Aseguraron que para que estos suelos fallen definitivamente, deberían producirse lluvias extremas que disminuyan la fuerza de cohesión o sismos; pero también, aunque en menor grado, podría generar inestabilidad el propio peso de las instalaciones o el desplazamiento de los vehículos.
“Felizmente las lluvias intensas son muy poco frecuentes en esta zona, sin embargo, hemos registrado los efectos marginales de una DANA el año 2015, con intensidad de lluvia manejable por el suelo, 30.3 mm., el agua caída se distribuyó en más de 12 horas. Pero también el 10 de julio de 1877 este sector fue azotado por otra DANA de semejantes características al 2015. Por tanto, las DANAS en el norte de Chile no son eventos desconocidos y el poder destructor que tienen es muy relevante. Por otra parte, el año 1991 llovió 51.3 mm en tres horas, lo cual provocó destructivos aluviones en la ciudad que pasaron por las quebradas, en esa oportunidad no existían los campamentos en las faldas de los cerros, esto es, el cerro mantenía la pendiente natural, por lo tanto era estable”, agregaron desde la CIMCN.
Sobre el factor sísmico, señalaron que “Antofagasta tiene un historial de terremotos y sismos mayores muy abundante, tal es el caso del último terremoto que sacudió la ciudad en 1995, en aquel entonces, tampoco existían los campamentos y el cerro no había perdido su estabilidad, esa vez pasamos la prueba. Los dos eventos naturales extremos, tormenta de 1991 y terremoto de 1995 ocurren en condiciones estables del cerro, la interrogante que surge obviamente es, ¿qué sucedería en el futuro cercano?. No se requiere mucha imaginación para darse cuenta que hay un riesgo evidente, ahora estimado con cifras como el factor de seguridad del suelo con un diagnóstico claramente riesgoso”.
Recomendaciones
Con todo esto, a título de los ingenieros de la CIMCN, “lo primero (que se debería hacer) es concientizar a la población asentada que existe un riesgo real que pesa sobre estos suelos y que deben elaborar sus planes de evacuación a lugares lejos de posibles deslizamientos y otros eventos semejantes. Lo segundo, deben saber que si los servicios meteorológicos anuncian una lluvia importante, para que no ocurra ninguna desgracia hay salir del área de sus viviendas definitivamente, no esperar a última hora como sucedió en Valencia España, que si hubiesen llegado a sus casas a tiempo no habrían perecido por las inundaciones que los sorprendieron en sus coches intentando llegar a éstas”.
“Si esta operación de evacuación resultare exitosa, no deberían ocurrir víctimas, pues estarían a salvo en otros sitios. O sea el 50% del problema estaría mitigado; sin embargo, el otro 50 % de amenaza son “los sismos violentos”, los cuales no es posible advertir. De ahí la alta inconveniencia de habitar estas zonas de riesgo concreto”, concluyeron.
Al respecto, Van Den Bosch complementó que “existe una zona, concretamente en las faldas de los cerros, donde se instalaron en los últimos años poblaciones migrantes, una cantidad muy grande de personas, con condiciones de pendientes, de las cuales se habla mucho, pero no se tenía nada concreto. Esa es nuestra primera conclusión, de que efectivamente, sí existe un riesgo real para esas poblaciones que se puede medir, y esta vez lo medimos, y que existe un factor muy alto de peligrosidad de que haya un deslizamiento bajo condiciones de un terremoto o una lluvia importante”.
Finalmente, en cuanto a recomendaciones para las autoridades, el director de la CIMCN señaló que hacer muros de contenciones son muy caros, que puede equivaler a dos o tres veces al valor de una casa, por lo que no sería la principal solución. “Por lo menos, bajo condiciones de lluvia, que es el 50% del problema, la gente tiene que auto evacuarse, entonces tienen que enseñarles donde tienen que estar, tienen que ubicar lugares de seguridad para ellos y que se les indique dónde no estar (obviamente no en la falda del cerro) (…) La segunda causa son los terremotos, que son impredecibles, entonces la solución definitivamente es no estar ahí”.
“Esa conducta debe ser educada y cumplida, porque si cumplen con la normativa de evacuar con una amenaza de lluvia, lo más probable es que no pase absolutamente nada; sin embargo, con un terremoto no es lo mismo, entonces ahí viene el desafío para las autoridades, de ver cómo pueden ir trasladando (a la población asentada), poco a poco, o como sea; o bien, construir algo que resista las cargas que vienen del cerro”, finalizó.