Votar a favor de la reforma de pensiones no fue una decisión fácil, pero sí fue la correcta. Mi apoyo a esta reforma se sustenta en tres principios fundamentales: aumentar las pensiones, igualar los beneficios entre hombres y mujeres, y garantizar que los trabajadores nunca pierdan la propiedad de sus ahorros.
Esta reforma permitirá beneficiar a 2,8 millones de adultos mayores, con un enfoque particular en las mujeres, quienes recibirán un aumento significativo en sus pensiones. En concreto, 800 mil mujeres verán un incremento en sus ingresos gracias al ajuste por la mayor expectativa de vida y 500 mil más se beneficiarán por el reconocimiento de sus años cotizados. Un logro que destaco especialmente es el acuerdo transversal que logramos en el Senado para reducir el requisito de cotización de 13 a 10 años, lo que permitirá que miles de mujeres adicionales accedan a este beneficio.
Además, la Pensión Garantizada Universal (PGU) alcanzará los $250.000 dentro de los primeros seis meses desde la promulgación de la reforma, y el aumento en las pensiones para los actuales jubilados se concretará a partir de los 10 meses. Estas son medidas concretas, de impacto directo y positivo para quienes más lo necesitan.
La reforma también incorpora mejoras sustanciales en la seguridad social, estableciendo un mecanismo de reajuste automático de las pensiones, lo que permitirá que los jubilados no vean sus ingresos erosionados por la inflación. Asimismo, se fortalecen los incentivos al ahorro previsional, asegurando que cada peso ahorrado se refleje en un mejor monto al momento de jubilarse.
Otro avance significativo es la creación de un fondo solidario que complementará las pensiones de quienes, a pesar de sus esfuerzos, no lograron alcanzar un nivel de ahorro suficiente. Esta medida busca reducir las brechas de desigualdad y garantizar un piso de dignidad para todos los jubilados, especialmente aquellos que han tenido trabajos informales o discontinuos.
En política, es fácil optar por no llegar a acuerdos. Es cómodo atrincherarse en la defensa de lo propio, olvidando el bien común. Sin embargo, ese nunca ha sido mi camino. Creo firmemente que, siempre que no se pongan en riesgo nuestros principios —como el aumento de las pensiones, la propiedad de los fondos y la libertad de elegir—, la mejor fórmula es la que nos permita avanzar.
El desafío de mejorar las pensiones es uno de los más grandes de nuestra historia reciente. No podemos permitirnos seguir mirando desde la vereda de la crítica, sin ofrecer soluciones. Hemos dado un paso importante para dejar atrás las pensiones indignas que reciben miles de jubilados en Chile. Es un avance real, tangible, y estoy convencida de que, con trabajo y diálogo, podremos seguir construyendo un sistema de pensiones más justo y solidario para todos
Paulina Núñez, como siempre marcando la diferencia de forma positiva. Tremenda Senadora y persona 👏🏻👏🏻👏🏻