“Amanece en Antofagasta, una suave brisa de invierno recorre la calle Bellavista y las casa de madera comienzan su cantar. La señora Ramos recoge a su primogénito en los brazos y parte rumbo al Hospital Inglés, ubicado en la esquina de calle Zenteno con Iquique, es el año 1915 y la Primera Guerra Mundial bombardea los titulares y las bobinas de las radios, las cuales gritan London Calling”.
«Allí fue recibida por la enfermera Minnie Ascombe, quien no podía dejar de pensar en la posibilidad de que ella nunca llegue a ser madre dada su pronta partida a la guerra. En la botica ubicada dentro de las dependencias a un costado del Hospital Inglés, se encontraba un joven médico llamado Gerald W. Young, quien pensaba en su futuro incierto que le esperaba en la guerra. Al llegar al pasillo principal del recinto el doctor Gerald W. Young, divisó a su joven esposa, calmando a una mujer que parecía angustiada por algún motivo».
“Minnie Ascombe, veía como la señora Ramos recuperaba su ánimo, detrás de ella apareció el doctor Reginald Williams, quien traía en sus brazos al niño de la Señora Ramos. “Juanita la rellenita”, como era conocida en el barrio la señora Ramos, salía del hospital con una vida en pleno crecimiento y atrás quedaban tres personas que perderían la suya en el primer gran hecho bélico del siglo XX” (fuente: Centro Cultural Estación Antofagasta)
La casa del tobogán
Pasado el Ferrocarril, llegando a calle Iquique con Zenteno en Antofagasta nos topamos con una antigua casona de madera donde el tobogán la caracteriza. En 1906 se aprobó la construcción del edificio, el cual se terminó al año siguiente con pino oregón traído directamente desde Inglaterra. Todo esto debido a la necesidad de contar con una dependencia que acogiera al Servicio Médico del Ferrocarril de Antofagasta a Bolivia.
El inmueble -ubicado en el casco histórico de Antofagasta- está protegido por el Consejo de Monumentos Nacionales y el año el 2006 cuando fue proclamado Patrimonio Cultural de la ciudad, tras cumplir 100 años de construcción.
El colegio
Tras su funcionamiento como Hospital Inglés, en 1926 comenzó a funcionar el Colegio Inglés, donde se impartían clases a los hijos de los ejecutivos del Ferrocarril. El primer piso seguía funcionando como centro de salud hasta 1973 y el Colegio Inglés hasta 1981.
En 1982 el inmueble albergó al Colegio Antofagasta. Donde hasta el 2007 vio pasar 25 generaciones y miles de historias los pasillos de la antigua casona de madera guarda.
“Fuimos conocidos por ser el colegio del tobogán que -efectivamente- era un sistema de seguridad, construido con la llegada del Colegio Inglés en 1926. Nosotros en nuestros años en el inmueble también lo utilizábamos como vía de evacuación, dándole un uso adecuado a todas las dependencias del inmueble. Formamos parte de la construcción de la historia del edificio por el solo hecho de partir nuestra historia en un inmueble que ya traía su historia”, señaló el rector del Colegio Antofagasta, José Rivero Muñoz.
El antiguo edificio del tobogán, albergó cientos de historias. Los alumnos que formaron parte del colegio en su funcionamiento en calle Zenteno, recuerdan la sensación de estar en un inmueble con historia. El querer saber más sobre cual dependencia del ex Hospital Inglés correspondía a su sala, la adrenalina de lanzarse en un tobogán de madera y la búsqueda interminable de la morgue en el subterráneo del edificio.
“Se sentía la historia dentro del colegio, esa sensación acogedora que entregaba la casona. Existía esa magia de querer saber más de la historia y la mística que traía el edificio. Se sentía esa historia dentro del colegio. Da una pena enorme el estado del ex Colegio Antofagasta hoy , yo crecí en esa casona, parte de mi vida está ahí”, indicó la estudiante de Fonoaudiología, Mitzy Astete.
El deterioro y olvido
La sensación de no tener donde volver o poder entrar a las dependencias del inmueble toca en su mayoría a quienes pasaron por la ex casona del Colegio Antofagasta. “Yo quisiera poder entrar al inmueble y recordar los momentos que viví ahí. Nos encariñamos los alumnos, los profesores, los apoderados y la comunidad del colegio con el inmueble. Es una pena ver que se va deteriorando con el ajetreo diario. Deberíamos aprovechar ese espacio para fomentar la cultura en Antofagasta y relacionarlo con el sello que dejó el Colegio Antofagasta, fomentando la identidad de la ciudad”, señaló el coordinador de convivencia escolar del Colegio Antofagasta, Rafael Carrazana.
“Cada una de las personas que estuvimos en ese colegio, tenemos un sentimiento de pertenencia muy potente, por ende, da mucha pena pasar por la casona y ver lo deteriorada que está. No hay nada que sobrepase el valor que le dan las personas a los espacios. Esa casona estaba viva, llena de risas e historias. Hoy es una flor que se está marchitando. Tiene un valor muy significativo para cada uno que nos formamos en esa casona, sería espectacular que se pudiera rescatar como un espacio público”, señaló la estudiante de Trabajo Social y ex alumna del Colegio Antofagasta, Grissel Ponce.
“Sería bastante bueno para la comunidad antofagastina levantar aquel lugar, como un espacio donde fluya la cultura, el patrimonio y las artes. Y qué mejor que este edificio que forma parte importante de la identidad Antofagastina”, señaló el sociólogo, Camilo Kong.
El ex Hospital Inglés -o más conocido como el edificio que albergó al Colegio Antofagasta por 25 años- hoy se encuentra abandonado. El paso del tiempo ha hecho lo suyo y los vestigios se notan claramente. Quienes lo valoran esperan que en algún momento vuelva a revivir esta esquina y seguir construyendo historias para Antofagasta.
Por Fabiola Riveros Cifuentes