La estrategia del Gobierno, o de la Alianza mejor dicho (porque supuestamente el Gobierno no puede intervenir en las elecciones) para repuntar en las encuestas para las próximas elecciones y así obtener un mejor resultado, apuntan a mostrar los logros económicos de la actual gestión, los cuales, comparativamente y especialmente con la administración de la Presidenta Bachelet, le son muy favorables: la baja tasa de desempleo, el crecimiento de la economía, el consecuente aumento de las remuneraciones, en términos comparativos son mucho mejores en la administración del actual Gobierno que del anterior.
Pero de ser esos los elementos a mostrar para conseguir más votos, entonces en Antofagasta la coalición que debería estar doblando sería la Alianza y no la Nueva Mayoría tal como aparece hoy en las encuestas, donde se da el casi seguro doblaje en Senadores y altamente probable también en Diputados y es más, la candidata presidencial de la Alianza, en nuestra región aparece tercera en las encuestas, aún detrás del candidato Franco Parisi.
Si al Gobierno y al país le ha ido bien en las cifras económicas en los últimos años, Antofagasta, por lejos, es la región a la que comparativamente mejor la ha ido. No existe cifra estadística económica que no coloque a Antofagasta como la mejor posicionada, por lo menos entre las mejores. ¿Entonces qué pasa? ¿El Gobierno y la Alianza están totalmente equivocados con la idea que mostrando las mejoras en economía repuntarán en la votación? O ¿En Antofagasta las autoridades locales no han sabido capitalizar la bonanza económica regional en adhesión a sus propios representantes en las próximas elecciones?
Las encuestas conocidas nos muestran una posible “catástrofe electoral” para la Alianza en las próximas elecciones en la región de Antofagasta. A los factores de este posible desastre no podemos dejar de lado el haber dejado sólo a Manuel Rojas compitiendo contra dos muy buenos candidatos de La Nueva Mayoría y allí deberían responder las cúpulas nacionales de RN, pero un factor muy importante es local y apunta a la muy mala elección de los Intendentes que la Alianza escogió para nuestra región.
Para los gobiernos de turno, la principal labor de un Intendente es política, es lograr sumar votos y posicionar nombres para las futuras elecciones. Como los senadores duran 8 años y los gobiernos 4, en aquellas regiones, donde se sabe que además de diputados se deberá elegir senadores, como en Antofagasta en esta ocasión, mayor debe ser el rol político del Intendente.
El Intendente debe ordenar el cuadro político local, posicionar algunos nombres como futuros candidatos o potenciar a los actuales, aprovechando toda la maquinaria estatal para tal efecto. El Gobierno debe ser el que coloca la agenda regional y en ella debe relevar a los futuros candidatos. Formas de hacerlo tiene muchas.
El primer intendente regional de la administración Piñera, Álvaro Fernández, no tenía un perfil político, es más, muchos de la Alianza lo rechazaban por su pasado de trabajo con la Concertación, por lo tanto carecía de la capacidad de cohesionar u orientar el trabajo de los partidos políticos, quienes no lo veían como uno de los suyos y por lo tanto no tenía autoridad para poder ordenarlos. Surgieron varios rostros nuevos, con enorme potencial político y no fue capaz de potenciarlos, cada uno brilló por su propia capacidad, pero no por tener todo un gobierno detrás apoyándolo.
Luego de su salida dos años después, se eligió un nuevo intendente, Pablo Toloza, esta vez con perfil político, pero con una evidente agenda propia, nunca lo ocultó, lo cual inmediatamente lo inhabilitaba frente a los partidos y frente a todos los demás que se consideraban también como posibles candidatos.
En vez de ser un ente rector y ordenador del trabajo político regional, una suerte de árbitro, se convirtió en un jugador más de cancha y por tanto un competidor más. No dejó sobresalir a las figuras emergentes y aún más, a varias trató de opacarlas, en definitiva, en vez de ser el gran orientador y potenciador de su sector, se comportó como un candidato más y por tanto, como a todo candidato, blanco de cuanta “patada” y “zancadilla” posible y ya sabemos cómo terminó, demanda incluida, tristemente defenestrado del Gobierno Regional.
Cuando se suponía que no se podía elegir un peor “Director Regional de la Orquesta Política Aliancista”, aparece como Intendente Waldo Mora, a quien no lo acepta ni la gente de su propio sector, por lo que difícil pueda ser el eje articulador de la política electoral de la Alianza. Es más, muchos lo ven como quien sólo viene a tirar las últimas paleadas de tierra para sepultar a la ya fallecida Alianza local.
Este análisis ha tocado sólo uno de los posibles factores que influyen en porqué nuestra región, la más exitosa en términos económicos, tal vez se transforme en el mayor fiasco electoral del Gobierno. Existen muchos otros elementos a considerar, como el rol de los propios partidos de la Alianza, el de los parlamentarios, el de los miembros del Gobierno Regional o por lo menos de aquellos que llegaron a él en esta administración y no supieron posesionarse. En fin, son muchos los elementos y como siempre, el resultado de esta posible catástrofe electoral sea la sumatoria de parte de todos ellos y no sólo una.
Sería bueno para la propia Alianza, y para su futuro electoral, comenzar ya a analizar el rol que le tocó (o toca) jugar a cada actor, en el destino de su propio sector.
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