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jueves, 21 noviembre, 2024
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El futuro de la minería: científica antofagastina estudia bacteria que podría desintegrar la chatarra metálica

El producto creado por Nadac Reales, Biotecnóloga de la Universidad de Antofagasta, comenzó con los primeros estudios en el patio de su casa y ahora ya se encuentra en proceso de patentamiento y realización de pruebas de funcionalidad.

Según el informe del Banco Mundial titulado “What a Waste 2.0: A Global Snapshot of Solid Waste Management to 2050” publicado en 2018, si no se toman medidas urgentes, para 2050 los desechos a nivel mundial crecerán un 70% con respecto a los niveles actuales. 

Bajo este contexto, Nadac Reales, biotecnóloga antofagastina indica que al momento de hablar de contaminación y sustentabilidad en Chile existe una deuda en torno a los desechos metálicos. “Me di cuenta de que muchas acciones estaban enfocadas en el plástico, neumáticos  y las bolsas, pero busqué información y no había nada relacionado a los desechos metálicos”.

El tema no es menor para nuestro país, ya que entre los residuos industriales se encuentra la chatarra metálica no reciclable. Una de las industrias generadoras de este desecho es la minería, debido a la utilización de grandes equipos para la extracción de cobre que al cumplir su vida útil son almacenados y no pueden ser reutilizados por estar contaminados.

Inspirada por su experiencia  en la industria minera, Reales, inició un proyecto en el patio de su casa enfocado en la “biodesintegración de chatarra metálica” que recibe el nombre de Spiromet.

“Nuestro producto consiste en una solución biotecnológica que se compone por diferentes microorganismos adaptados a condiciones extremas que se alimentan del metal y generan una solución biotecnológica con múltiples aplicaciones en la industria, entre las que se destaca el mejorar la recuperación de cobre en el proceso de hidrometalurgia”, destacó.

Las compañías mineras pagan un alto valor por eliminar este tipo de desechos, llegando a alcanzar un costo de 20.000 dólares por 20 kilómetros de traslado por un chasis de camión de alto tonelaje. Debido a que la ley en Chile obliga a la industria minera a eliminar sus residuos, esta propuesta tecnológica permite la eliminación total de los desechos metálicos disminuyendo gastos en un 60% además de aplicar una economía circular.

Además la utilización de microorganismos en un proceso de extracción minera se considera “Minería verde”, debido a que el impacto de contaminación es mucho menor en comparación al uso tradicional de ácido sulfúrico y otros reactivos.

“Muchos no consideran a la chatarra metálica como un contaminante debido a que pasa por un proceso de reciclaje como es la fundición, siendo este proceso que afecta mucho al medioambiente, pero no todo el desecho metálico puede pasar por ese proceso. Por ejemplo, los vehículos que están en desuso. Todas las estructuras metálicas que están con pintura, no pueden pasar por un proceso de fundición. Tampoco los equipos mineros”, explicó Reales.

¿Qué pasa con la chatarra metálica cuando no es fundida? Es almacenada, en esta condición, con la lluvia y la exposición ambiental, se va oxidando y en ese proceso se liberan metales pesados que posteriormente se convierte en un contaminante ambiental.

Según explicó Nadac Reales, la solución generada después de la biodesintegración de chatarra tiene varias aplicaciones, una de ellas es la mejora de la recuperación de cobre desde sulfuros en la industria minera. También elimina la oxidación de las estructuras metálicas y produce una solución concentrada en hierro.

Además, esta tecnología tiene una aplicación global debido a que desintegra cualquier tipo de estructura metálica, pudiendo ser utilizada no solo en la minería, sino que en la construcción, la industria portuaria y ferroviaria, entre otros.

En estos momentos el producto y proceso se encuentran en proceso de patentación a nivel nacional e internacional. “Actualmente se está ejecutando un programa Semilla Inicia de Corfo en la Región de Antofagasta, lo que ha permitido avanzar con el nivel de maduración tecnológica, también conocido como TRL, desde un TRL2 (concepto tecnológico formulado) a un TRL5 (tecnología validada en un entorno relevante)”.

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