Observamos la normalización de las actividades regionales, ello junto a importantes noticias. Respecto de lo primero, debemos destacar el regreso progresivo de los alumnos a las distintas aulas de los establecimientos educacionales, impostergable necesidad para proteger el futuro de varias generaciones de estudiantes. En lo segundo, la potente cartera de proyectos de inversión regional para los próximos cinco años, equivalente al 26% de la inversión nacional. En otro sentido, los hinchas han vuelto a animar a los pumas en el recinto de la Avenida Angamos y la principal compañía minera de la región alcanzó un beneficioso acuerdo laboral con sus sindicatos. Además, nuevamente la región aparece en la parte superior (sólo superada por la Región de Magallanes) respecto de los ingresos promedios por trabajador, ello a nivel nacional.
Es decir, existe un conjunto de buenas noticias y/o perspectivas en el territorio que permiten configurar nuevas oportunidades para el crecimiento y desarrollo regional, ello en sus más diversos ámbitos. Pero todo este contexto de oportunidades puede truncarse atendida la carencia de liderazgos y mirada integradora regional, que otorguen debida consistencia y aglutinen a este conjunto de elementos, inicialmente dispersos. En los hechos, lamentablemente podemos constatar una falta de liderazgos de raigambre efectivamente territorial.
El proceso de elección de nuevas autoridades regionales, algunos recientemente desarrollados y otros en curso, seguramente provocará naturales pausas y revisiones de planificación y ejecución de acciones; ello exacerbado por la carencia histórica de solidas e integradoras políticas regionales, provinciales y/o comunales de largo plazo.
La carencia de liderazgos puede conllevar que este conjunto de buenas noticias, perspectivas e iniciativas queden en tan solo instancias aisladas, independientes y de ámbito o alcance acotado. La necesaria articulación de aquello exige liderazgos debidamente legitimados y suficientemente capacitados. La experiencia reciente nos muestra los deplorables efectos de liderazgos tóxicos, esto es, aquellos fundados en el conformismo o statu quo, visiones confrontacionales, de fuerza y/o carentes de toda unidad de valores y principios. Igualmente nocivo resulta la ausencia de liderazgo, como también hemos podido constatar en nuestra región. Esta breve descripción permite ratificar la necesidad de disponer y consolidar liderazgos regionales adecuados.
Las denominadas redes sociales han permitido construir plataformas con temas de interés colectivo y, con ello, un cierto liderazgo colectivo con mayor o menos alcance de personas; pero las mismas carecen de toda articulación y bases comunes de actuación, por lo que se encuentran impedidas, o a lo menos limitadas, para asumir los verdaderos liderazgos que nuestra región demanda.
Las personas y comunidades, como depositarios de las libertades que les son propias, se encuentran llamadas a la construcción de su futuro y resultan responsables de su porvenir, responsabilidad que no es más que la otra cara de la libertad. Una vez más, la Región de Antofagasta prodiga a sus habitantes nuevas oportunidades de bienestar futuro, demandando para ello actuaciones responsable y construcción de liderazgos verdaderamente regionales y capaces.
Los caminos de desarrollo y crecimiento de nuestra región, y con ello de todos sus habitantes, se encuentran más próximos de lo que generalmente se considera, al alcance de nuestra mano y sin dependencias foráneas.
