Las lesiones sufridas durante el tiempo que permanecieron a la deriva y la extrema debilidad que les provocó la ingesta de plásticos, provocaron la muerte de las dos tortugas oliváceas (Lepidochelys olivácea) rescatadas en agosto en la costa antofagastina.
Los reptiles, hallados en La Chimba y el Balneario Municipal con escasos días de diferencia, estuvieron varias semanas al cuidado de profesionales del Centro de Rescate de la Universidad de Antofagasta (CREA), quienes intentaron recuperarlas de su delicada condición de salud, lo que resultó imposible.
Según los primeros análisis, las tortugas presentaban lo que se conoce como “Síndrome Boyante”, que se produce principalmente debido a la ingesta de plásticos y basura lanzada al mar, la cual, al alojarse en el tracto digestivo de los animales, produce la acumulación de gases.
Al ocurrir esto, los individuos pierden la capacidad de sumergirse, quedando a la deriva sin poder alimentarse y expuestos a ser atacados por depredadores o golpeados por embarcaciones.
En el caso de las tortugas rescatadas, ambas presentaban múltiples heridas, desnutrición y deshidratación, lo que hace pensar que estuvieron largo tiempo a merced de las corrientes, hasta que las olas las arrojaron a la playa donde fueron encontradas.
Una de ellas tenía además una gran fractura en el centro de su caparazón, compatible con el impacto de una embarcación, mientras que la otra mostraba un desprendimiento completo en la esquina baja de su corteza, provocado posiblemente por el choque con roqueríos.
A este cuadro se debe sumar que las tortugas sufrían infecciones y tenían una gran carga parasitaria.
Necropsia
El director del centro de rescate de la UA, Dr. Carlos Guerra Correa, explicó que la sumatoria de lesiones físicas y debilidad impidió la supervivencia de los animales.
“Cuando realizamos la necropsia de la tortuga que presentaba la fractura en su caparazón, nos dimos cuenta que había sufrido daños en su cavidad celómica, que es el lugar donde se encuentran sus órganos. Además, había consumido todos sus cuerpos grasos, es decir, agotó todas sus reservas durante el tiempo que estuvo a la deriva y eso para un reptil es grave, porque comienzan a tener fallas multisistémicas”, dijo.
En cuanto a la otra tortuga, Guerra detalló que pronto se realizarán los análisis para establecer detalles más exactos de su condición.
El biólogo marino y académico de la UA explicó que los animales recibieron curaciones, alimentación por sonda y estuvieron alojados en piscinas especiales con agua marina y control de temperatura; y aunque se pensó que podían sobrevivir y ser reinsertadas en su hábitat, como se ha hecho antes con otras tortugas rescatadas, su delicado estado les pasó la cuenta.
“Cuando las tortugas tienen señales de plástico es un mal pronóstico, porque estos desechos pueden quedar atrapados en el intestino, lo que impide el paso de la comida, además que deteriora el tracto digestivo del animal. Como equipo realizamos un gran esfuerzo, siempre hemos salvado a muchas tortugas, pero esta vez no pudimos mantenerlas con vida”, comentó.
Plásticos
Actualmente una de las grandes amenazas para las tortugas y otros animales marinos es el plástico que constantemente es lanzado a los océanos, el cual es confundido con alimento por estas especies, provocando su muerte.
Al respecto, conviene señalar que durante su estadía en el centro de rescate una de las tortugas oliváceas defecó residuos plásticos similares a las bombillas que se utilizan para beber jugo.
“Mucha gente bota sus desechos en la playa sin pensar en el tremendo daño que pueden provocar a las especies marinas. Por otro lado, tenemos una legislación que permite que las embarcaciones lancen su basura a más de 12 millas de la costa, y toda esa contaminación queda en medio del océano disponible para los animales, que la consumen pensando que es alimento. Esa ley se debe cambiar y obligar a los barcos a guardar su basura y que sean fiscalizados en el puerto”, señaló el biólogo marino.
De acuerdo a las estadísticas de ONU Medio Ambiente, el mundo produce aproximadamente 300 millones de toneladas (40 kilos por persona) de residuos plásticos cada año y solo el 14% se recolecta para el reciclaje.
Aunque existen distintas estimaciones, una de las más aceptadas es que 8 millones de toneladas de desechos plásticos llegan a los océanos cada año, por lo que si no se deja de arrojar residuos, en 2050 el océano tendrá más plástico que peces.