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jueves, 28 noviembre, 2024
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Enmendar el camino de Antofagasta

“Es interesante preguntarse si nuestra ciudad es un fracaso del modelo de desarrollo esperado. Hay dinero, pero no calidad de vida; hay más gente, pero un tejido social deteriorado”, Víctor Toloza Jiménez, Comunicaciones UCN

Hacia el norte se observa el cerro Ñielol (“Cerro Agujereado”, en mapudungún) y al sur el Conun Huenu (“Puerta del Cielo”), mientras la ciudad de Temuco queda al centro, serpenteando parte del río Cautín.

Ubicada en el corazón de La Araucanía, el verde sobresale en la capital de La Frontera, como el color de seres vivos complejos como árboles y otros más simples como musgos y líquenes.

El verde abunda y en algo nos hace soslayar que observamos la que debe ser una de las capitales regionales más pobres de Chile. Dicho de otro modo, está en el otro extremo de los mapas macroeconómicos que casi siempre lidera Antofagasta.

Aquí en el Norte, por ejemplo, según datos del INE, año 2020, un salario promedio llega a los $786.474, mientras en La Frontera alcanza a los $516 mil; es decir, $3,2 millones menos por año. Esto se traduce también en que en el Sur se padezca una pobreza de 17,4% y en el Norte de 10,8%.

Mientras la región de Antofagasta tiene un PIB per cápita 2020 de US$39.434, similar a Finlandia y superior a España o Francia, en La Araucanía apenas supera los US$5 mil. La zona sur registra pocas exportaciones y padece los efectos del conflicto mapuche, con inversiones extranjeras casi en cero.

Sin embargo, y pese a todo, la calidad de vida que ofrece la ciudad de Temuco sobrepasa largamente la que dispone la nuestra. Se trata de algo bastante inexplicable y que debe fundarse en varias razones.

Temuco tiene, por ejemplo, 60 kilómetros de ciclovías de alto estándar, exclusivas -no los híbridos que vemos hoy en Antofagasta- y llegarán a los 81 en un plazo breve. En febrero pasado se entregó el nuevo Parque Isla Cautín con 27 hectáreas (el Parque Brasil tiene 4,8 hectáreas) y antes pasó lo mismo con un parque de casi 10 hectáreas para Labranza, una especie de ciudad dormitorio donde viven unas 50 mil personas y que está conectada por una impecable doble vía gratuita.

La conurbación Temuco – Padre Las Casas suma poco más de 350 mil personas y, en general, no se observan problemas con campamentos o suciedad en las calles. Hay pobreza, por cierto, pero la cantidad y calidad de los servicios públicos que les acompañan marcan enormes diferencias.

Este parece ser un detalle estructural. La desidia del Estado con nuestra tierra es evidente, un factor muy menguado ante la espectacular inversión privada y las cifras oficiales. El razonamiento parece ser: ¿Por qué invertir en un territorio que en el papel está más cerca del cielo que del suelo? Por eso, la inversión pública parece marcada por diferencias gruesas. Antofagasta recibió un total de US$5.238 millones (dólar de 2020) entre 2001 y 2020 y La Araucanía US$9.681 millones, casi el doble, según los datos del Ministerio de Desarrollo Social.

Hay otras. Temuco suma casi 300 juntas de vecinos, es decir, posee una capilaridad social mucho mayor respecto de la sociedad civil y un municipio muchísimo más activo que el nuestro, el que, a datos de 2020, sumaba proyectos de inversión municipal por apenas $1.400 millones. Una cifra más baja que María Elena, San Pedro de Atacama y Taltal, que juntas no llegan a 20 mil habitantes.

Una pregunta válida es si el modelo de desarrollo seguido hasta ahora es la solución más efectiva para dotar a las personas y territorios de un resultado más conciliador, democrático y que proteja el tejido social. Antofagasta tiene éxito, pero es más individual y no colectivo. Se premia el desempeño, dejando las soluciones públicas a la generación de mercados en todo lo posible, incluso la entretención de los infantes.

La reflexión debe incluir la calidad de las autoridades que, en general, terminan en el reclamo y repetir las demandas contra el centralismo, pero con una escasa oferta de proyectos concretos. Todos avanzaron, mientras acá, en el esplendor del precio del cobre, fueron quedando en evidencia las precariedades que se acentuaron y todos los sectores postergados como Bonilla, la Cachimba del Agua, los campamentos y ahora -incluso- nada menos que el casco histórico.

Obras como la avenida Pedro Aguirre Cerda acá demoran años y no pasa nada. Otras, como la rotonda del sector sur -millonarias- terminaron en un absurdo por su nulo impacto. Ni hablar de las rutas a Calama, Copiapó o Iquique, vías que en el resto del país se superaron hace 20 años; o incluso los servicios del mall, peores a lo que la misma empresa ofrece en el resto del país.

Claro, acá toleramos todo, porque a pocos les importa.

Es lamentable que nuestra tierra, que tiene enormes posibilidades, haya perdido tanto terreno en estos años por mediocridad propia más que por efectos externos.

El asunto es complejo, como todo en la vida. No hay dos visiones o solo una vía de escape, pero estamos en un punto de no retorno, siempre y cuando primero aceptemos que estamos todos al debe y que ingresamos a un momento que puede agotar la menguada imagen pública de una ciudad bella y generosa, pero que está en el piso por un relajo y desamparo generalizado.

Si Antofagasta es el futuro que verá el resto de Chile, hay que poner en interrogantes los caminos que nos condujeron este tiempo y enmendarlos ahora para consolidar nuestro potencial.

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6 COMENTARIOS

  1. Es verda yo creo ke lo unico ke les intereza a los gobernantes ke an abido ke x lo general son santiaginos la explotacion de las rikesas ke ay aca i no les importa el vivir d la gente del norte todo c lo.dejan al sector privado claro aqui.ay plata ke c las erreglen ellos i depues andan asiendo conparaciones absurda

  2. La calidad de vida de Antofagasta, también se ve afectada por la gran población de inmigrantes ilegales que habitan en tomas.

  3. Tienen toda la razón, nuestra ciudad como capital minera debería tener unos de los mejores hospitales sin tener que envidiar a las clínicas privadas, así como en su tiempo lo fue el hospital de Chuquicamata, pero lamentablemente todos los recursos mineros se van a la capital y a nosotros los norteños se nos deja con poco casi nada, y tenemos que seguir atendiendonos en cesfanes y el hospital que para colmo de nuestra sociedad muchos somos tratados de forma indiferente , con tratos indignos, y esperas para poder ver un especialista de más de dos años, para que hablar de operaciones urgentes, ya que si no tienes para operarte de forma particular terminas en un cajón, es una lástima, no todos trabajan en minería y somos una de las ciudades más caras de Chile para vivir, DEBERÍAMOS TENER LA CIUDAD MÁS HERMOSA DE CHILE CON TODO LO QUE NUESTRA REGIÓN APORTA A NUESTRO PAÍS.

  4. Nuestrs ciudad debería tener lad mejores calles pavimentadas, calles paralelas a la P. Aguirre Cerda hacia arriba sin pavimentar, plazas wue le ponen unos arbustos y nunca más riegan ni mantienen. No hay un paseo costero que una desde el lado norte al sur. Ma playa La Chimba terminada a media. Acá todo es hecho a mefias solo para justificsr gastos. No tenemos autoridades que realmente se mojen el potito por la ciudad y la región. Es solo gente que ocupa puesto para recibir un sueldo sin dar nada a cambio y en esta ciudad hay mucha población flotante que se lleva los sueldos a otras regiones. Me gustaría ver mi ciudad hermosa con verdaderas áreas verdes y esparcimientos y donde sean mantenidos limpios y regarlos en el horario que se debe, no como Paisajismo Cordillera que mata lo poco verde que hay regando al mefio dia en pleno verano. Antofagasta mi ciudad donde e nacido, vivido y criado a mi familia. Espero que brilles realmente algún día.

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