Thomas Orchard Meyer-Rachner, estudiante quinto año de la carrera de Medicina de la Universidad de Antofagasta y descendiente directo del empresario que a fines del Siglo XIX instaló su maestranza y fundición en la ciudad, es pieza clave en la tercera línea del equipo que logró los boletos para el campeonato mundial durante el recordado repechaje disputado en Denver.
La presencia de Orchard en el equipo chileno no es un accidente. Este joven, de 25 años, 1,92 metros de altura y 104 kilos de peso, se inició en el rugby a temprana edad, como integrante del club Old Lions, y desde los 17 años ha integrado distintas selecciones menores de este deporte, presencia que lo ha tenido constantemente en la vitrina como uno de los jugadores más prometedores del rugby nacional.
- ¿Cómo te sientes frente a un reto tan importante como la participación en un Mundial?
Es una mezcla de emociones, queremos que pase rápido este año de preparación para estar en Francia y vivir esa experiencia. También lo vemos como un desafío grande, porque debemos entrenar mucho para llegar en las mejores condiciones, ser competitivos e intentar quedar en la historia del deporte chileno ganando un partido por primera vez en un mundial adulto de rugby.
- ¿Cuáles son los momentos claves de este proyecto que lleva Chile por primera vez al Mundial?
La llegada de Pablo Lemoine, nuestro head coach, y la conformación de su staff para comenzar a implementar el alto rendimiento en Chile/Rugby. Pablo nos mostró que el camino no era para todos, que los sacrificios iban a ser más que los momentos de gloria, pero que con mucho trabajo duro y convicción de grupo, se puede lograr hasta lo que se creía imposible. La gestión del presidente de la federación y su equipo fue clave también, poner en orden y administrar todo para llegar a condiciones lo más cercanas al alto rendimiento posibles. La pandemia, por su parte, nos ayudó a unir más al grupo, porque entrenamos y jugamos en burbujas sanitarias lejos de la familia por mucho tiempo. Participar en la Súper Liga Sudamericana de Rugby (SLAR), que es un torneo sudamericano de franquicias que aspira al profesionalismo, con Selknam, que es el equipo donde participan todos los jugadores de la selección, también nos entregó un roce que fue clave para jugar el partido clasificatorio contra Estados Unidos.
- ¿Soñaste con este escenario que se aproxima, donde enfrentarás a las mejores selecciones del mundo?
No. Primero estaba ocupado soñando con la clasificación, pero cuando ya estaba cerca el momento y lo veíamos con una convicción inquebrantable, comenzamos a pensar que era posible. El poder medirte con los mejores del mundo en tu disciplina es el mayor desafío que se puede plantear cualquier deportista en su carrera. Y hacerlo representando a tu país en un escenario como Francia, que es un país de mucha cultura en rugby, es un sueño.
- ¿Cuál es la planificación que tienen de cara a su participación en el mundial?
Ahora en agosto, el equipo tiene un encuentro en Temuco contra Brasil. Luego de eso nos enfocamos en la preparación de la ventana internacional de noviembre, en que se disputan puestos en el ranking de World Rugby y donde los Cóndores disputarán encuentros contra países del nivel de nuestros rivales directos en el mundial. Eso por este año.
Orígenes
- ¿Cuáles fueron tus orígenes en el rugby local?
De pequeño siempre practiqué varios deportes. Soy el menor de tres hermanos, jugué básquetbol, handball y bádminton. Pero en el colegio se abrió la rama de rugby, mis amigos me presionaron para que ingresara al taller y el monitor de la academia era el entrenador de Old Lions, que finalmente me llevó al club, donde también jugaba mi hermano. Años después entré al seleccionado juvenil de la Asociación de Rugby de Antofagasta y tuve varias giras a Santiago y Argentina. Durante la participación en un nacional juvenil de clubes, tuve mi primer llamado a un preseleccionado nacional sub17. Luego gané un lugar en la selección sub19 de Chile que clasificó al mundial sub20. Esto me permitió continuar ligado a los procesos, muchos viajes autofinanciados gracias a mi familia, algunos con apoyo de mi club, y el siempre estar presente me puso en el plan de alto rendimiento que impulsó Pablo Lemoine y que nos llevó hasta aquí.
- ¿Qué significa el rugby en tu vida?
El rugby se transformó en más que un deporte, para mí es una pasión, porque es de lo que se trata para mí la vida, vivir y hacer las cosas con pasión. Pero por ahora sigue siendo muy difícil vivir del rugby en Chile. Es algo que no está lejos, pero aún falta apoyo para lograrlo. La mayoría de mis compañeros, al igual que yo, están estudiando o trabajan media jornada, aunque para este semestre de etapa clasificatoria muchos tomamos la decisión de postergar nuestras actividades fuera del rugby para clasificar a la copa del mundo de Francia 2023.
- ¿A qué te dedicas aparte del rugby?
Además de ser rugbista, estudio Medicina en la Universidad de Antofagasta. Para mí ha sido un doble desafío, considerando lo exigente de la carrera y el esfuerzo que supone practicar una actividad deportiva de alto rendimiento. Por lo mismo, el primer semestre de este año congelé mis estudios de Medicina para retomarlos ahora, en esta segunda parte del año. Muchas veces toca dormir poco, perderse momentos familiares o con los amigos por estar estudiando o entrenando, pero sin duda todo esfuerzo trae recompensas.
- Eres tataranieto del empresario inglés Eduardo Orchard, que fue uno de personajes importantes en el desarrollo de la ciudad, ¿qué significa eso para ti?
Siempre es un orgullo conocer la huella que dejó mi familia en Antofagasta, especialmente Eduardo, mi abuelo, con la Fundición y Fábrica Orchard Hermanos. La huella que dejaron en el ferrocarril, en edificios históricos de la ciudad a través de mi abuelo, Alberto Orchard. Mi padre, llamado Alberto también, es cirujano dentista y curiosamente su consulta la tiene en calle Eduardo Orchard. Creo que todo eso fortalece mi vínculo con la ciudad, Antofagasta es un lugar con el cual me identifico mucho.
- ¿Antofagasta podrá tener más seleccionados nacionales cómo tú?
Indudablemente, como los tuvo antes que yo también, grandes referentes del seleccionado nacional, tanto juvenil como adulto, pero depende mucho del manejo de quienes dirigen el rugby de Antofagasta actualmente. Hay muchos desafíos en cuanto a competencia, promoción de este deporte, masificación, en lo más inmediato. Y algo urgente a resolver es restablecer el torneo local que lleva casi tres años parado, porque los partidos y los minutos de juego son muy importantes para que se desarrollen las y los jóvenes deportistas. Así podrá una o un antofagastino o calameño estar en la selección jugando campeonatos internacionales.
- ¿Qué le dices a los jóvenes que se interesan profesionalmente en el rugby?
A los jóvenes los invito a que luchen por su sueño, que contagien a su familia y a su entorno con su objetivo. No se rindan, aunque todo se ponga en contra, todo pasa. El trabajo duro siempre paga, pero siempre con humildad, nunca se olviden que en alguna parte del mundo esta tu próximo rival, quizás entrenando más o preocupado de cada detalle, como la alimentación, horas de sueño, viendo más partidos de rugby. Todo eso es clave, quizás no siempre hay motivación, pero la disciplina le gana a todo. Y lo más importante, siempre divertirse y disfrutar del juego.