Édgar Ricardo Arjona Morales, más conocido en el barrio como Ricardo Arjona, es un cantautor, compositor, arreglista, músico y productor musical guatemalteco. Wikipedia nos instruye que “Su música varía desde baladas a pop latino, rock, pop rock, música cubana, y, más recientemente incluye actuaciones a capella y una mezcla de música tejana y norteña, música afroamericana y latina. Se estima que ha vendido más de 80 millones de copias de discos a lo largo de su carrera y es considerado uno de los artistas más exitosos de Iberoamérica.”
Arjona puede ser considerado el artista más exitoso de Latinoamérica. Ha llenado 35 veces el Luna Park de Buenos Aires en una sola visita, vendido miles de conciertos, coreado por millones y, definitivamente, ha pasado a ser parte de la educación sentimental de la mayoría, para bien o para mal. Frases como “charlo de política con tu cepillo de dientes”, “el ministerio del tiempo puso sede en mi almohada” “qué sabían Lenin y Lincoln del amor”, “qué saben Fidel y Clinton del amor” “este es el himno nacional y como bandera tengo tu tanga café” o “desde tu exilio voluntario, la nostalgia sigue de Primer Ministro han llevado a Arjona a ser considerado por la cultura de masas como el poeta de las cosas simples.
Y esto no es inocuo, pues lo que tenemos es la relevancia política que tiene ser parte de la formación socioafectiva de muchas mujeres y jóvenes.
Si pensamos esta música, podemos elegir un de sus composiciones musical “Pingüinos en la cama”, tema que fue escrito por el cantautor para su décimo álbum, “Adentro” el año 2005. Nos encontramos con un soliloquio en que un hombre cuenta cómo en la relación afectiva amorosa con su pareja todo se ha vuelto discusiones, quejándose del exceso de control de parte de ella y de la ausencia de relaciones de tipo sexual. Señala en su diatriba, “Quítate el complejo de teniente/ Que el amor sin libertad/ Dura lo que un estornudo.”
Más allá de las críticas estéticas que recibe Arjona como producto cultural, resulta interesante hacer una lectura desde la configuración de feminidades en el cruce con la música: la edad y la generación. En el tema que comentamos, Arjona habla acerca de una mujer expresando su enojo y frustración, una mujer que no es sacrificial ni pasiva, silenciosa ni servicial y nos pone frente a una construcción sociocultural que si bien no es nueva, es crucial para un feminismo que busque abrir el abanico afectivo de mujeres y hombres. Recordar que una mujer puede ser mala, bruja o aguafiestas es una ventana privilegiada para analizar el significado contemporáneo de ser mujer, poniendo en cuestión los cánones hegemónicos.
Escuchar a Arjona supondría, según el sentido común y el supuesto cultural imperante, la aniquilación cultural de un sujeto, su incapacidad de vincularse con otros productos culturales que enriquezcan su intelecto. Pero no es así. El teórico Tia De Nora en su estudio acerca de la música señaló que la importancia de la música de Arjona no tiene que ver con lo que es, sino con lo que posibilita hacer, esto es, indagar a la cultura de masas en términos de habilitaciones que abre un campo nuevo y novedoso.
Así la poesía, con independencia de su musicalidad y calidad, no habrá cantado en vano.