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viernes, 22 noviembre, 2024
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A 50 años del Golpe Militar

Doris Navarro y su relato del 11S: Padres torturados, familia detenida, un hermano asesinado y el llamado al nunca más

La exconcejal vivía en Tocopilla y tenía 11 años cuando ocurrió el Golpe Militar. Su hermano integraba el Grupo de Amigos del Presidente Salvador Allende y tras el 11 se convirtió en un objetivo a detener. Mientras la policía estaba en su búsqueda allanaron su vivienda en varias oportunidades. Al grupo familiar lo sacaban a la calle con la amenaza de que serían acribillados si mentía sobre el paradero del joven de 21 años. A medio siglo del inicio de la dictadura, Navarro pidió “no aceptar el negacionismo, que se haga justicia y aunque parezca repetitivo, nunca más”.

Un par de días después del 11 de Septiembre de 1973, la casa de Doris Navarros Figueroa era allanada por policías en Tocopilla. Con solo 11 años, la niña junto a su familia se formaba en la calle, a vista de todos sus vecinos y bajo amenazas de que serían acribillados si no decían la verdad, recibían preguntas sobre el paradero de su hermano, Freddy Araya Figueroa (21), quien pertenecía al Grupo de Amigos del Presidente Salvador Allende.

Desde el 11, el joven se escondía en diferentes viviendas de la comuna portuaria, hasta donde había regresado después del Tancazo. Tras el Golpe, los accesos a Tocopilla estaban cerrados y hasta que un grupo de carabineros dio con el paradero del integrante del GAP, su familia pagó las consecuencias durante la búsqueda.

La exconcejal Doris Navarro figura en el número 62 del anexo “Menores de edad nacidos en prisión o detenidos con sus padres” del Informe Valech y es la presidenta de la Agrupación de Familiares y Amigos de Ejecutados y Detenidos Desaparecidos de Antofagasta (AFAEDA). Días después del bombardeo a La Moneda, su casa fue allanada en varias oportunidades en búsqueda de armas y estuvo detenida junto a su familia. En la comisaría de Tocopilla escuchó cómo sus padres eran torturados con electricidad en un área donde con música pretendían confundir los sonidos.

Freddy Araya finalmente fue detenido y ejecutado, sin embargo, a diferencia de otros que fueron asesinados por la Ley de Fuga en la mina La Veleidosa, su cuerpo fue trasladado hasta el hospital, donde unas enfermeras confirmaron a sus cercanos el deceso en octubre. Aunque la querella fue iniciada en 1988, este mes, la Corte Suprema dictó condena contra los carabineros en retiro que cometieron los secuestros y homicidios calificados. Y en el marco de los 50 años del Golpe Militar, Navarro manifestó que “el mensaje para el país es cuidar la democracia, nos pertenece a todos y debemos ser más tolerantes con todas las diferencias políticas. A nosotros nos quitaron la niñez, no supimos de cumpleaños, de Navidad, de fiestas, porque había un dolor en la casa y muchas familias pasaron por lo mismo y quedaron en el camino sin respuestas”.

  • ¿Su familia tenía alguna participación política a principios de la década de 1970?

Mi madre, Alicia Figueroa, y mi padre Diomedes Navarro, eran comunistas, mis hermanos pertenecían a las juventudes comunistas y dos, entre ellos mi hermano Freddy Araya, al que mataron, eran socialistas.

  • ¿Cuántos años tenía para el 11 de Septiembre y qué recuerda de ese día?

Tenía 11 años. Lo que pasa es que para el Tancazo (junio del 73), Miguel Manríquez se quedó en Antofagasta y mi hermano se fue a Tocopilla, donde vivíamos todos. Cuando ocurre el Golpe y supieron que él estaba allá y que era GAP, Grupo de Amigos del Presidente, se preocuparon, porque era de armas tomar, por algo era uno de los guardias más jóvenes del Presidente Salvador Allende. Cerraron las dos entradas, la principal y la de María Elena, así que mi hermano tuvo que quedarse en distintas casas, escondiéndose en roperos o en las condiciones que encontrara.

  • ¿Los interrogaron como familiares?

Cada vez que salían a buscarlo iban a nuestra casa para allanarla y en la noche nos hacían salir a todos a la calle y hacían como que nos matarían, que nos acribillarían ahí mismo si no decíamos dónde estaba. Era una casa de esquina, entraban y destruían las pocas cosas que teníamos, los colchones buscando armas y lo mismo le pasó a Manríquez que lo detuvieron. Y ahí estábamos los más chicos, todos de edades muy cercanas, a mi hermana (17) la manosearon. No fue una vez, pasó en varias ocasiones y al final nos quedábamos vestidos hasta que llegaran. Los vecinos veían esto y por eso no acercaban a nosotros, era como tener la peste.

Frente a nosotros vivía un carabinero, nunca nos dijo que detendrían a mi hermano y sus hijos eran amigos de él.

  • ¿Eso ocurrió el 11 o los días siguientes?

Fue unos días después, porque cuando lograron detener a mi hermano, ya era 18 o 19 de septiembre. Siguieron a una pareja de jóvenes, unos pololos, los detuvieron y a Claudio le dijeron “o tú o él” y al final dijo dónde estaba. Mi hermano ya había salido de todos los lugares y la última vez estaba en la casa de mi tía. Pero previo a eso como familia pasamos por muchas no respetaron nada y había niños.

Cuando lo encuentran cierran toda la esquina de Bolívar con Baquedano y le dicen a mi mamá que él estará detenido por lo menos unas dos semanas y que no se preocupara, que le llevara algunas cosas. Así que mi viejita le llevó una frazada y la información era que soltarían luego, que solo era para chequearlo y todo lo demás.

Sin embargo, antes de que dieran con mi hermano, nosotros estuvimos detenidos en la comisaría. Todos, los chicos a un lado y a mi mamá con mi papá los llevaban a una parte donde había mucho ruido, música y los torturaron. Escuchamos los gritos, les ponían corriente en la vagina, en el busto, en las partes más sensibles.

  • ¿Cuándo lo vieron por última vez?

La última vez, mi mamá a la hora de almuerzo le llevó una viandita, vivíamos muy cerca. Me fui al colegio y tenía como profesora a doña Adela Manríquez, la madre de Miguel Manríquez, quien en un rato salió de la sala y luego entró con los ojos llorosos. Cuando me fui caminando a mi casa estaba todo cerrado, veía que todos nos miraban y mi mamá estaba escuchando la radio cuando dan los nombres que habían dado de baja por Ley de Fuga. Ella salió corriendo a la comisaría, tuvieron que doparla.

Como éramos todos conocidos, las enfermeras de la morgue fueron a decirnos que mi hermano estaba dentro de los cuerpos que llegaron al hospital. Mi tío y mi papá fueron a reconocerlo, lo vistieron y adentro de un cajón sellado lo llevaron a la casa. No podía ir más gente, solo la familia a puertas cerrada y al día siguiente al cementerio.

Esto fue la madrugada del 4 de octubre, porque sentimos pasar las camionetas por una subida obligada que lleva a la mina La Veleidosa (a media hora de Tocopilla).

  • ¿Tuvieron más problemas tras el homicidio de su hermano?

Después a mi padre, quien se desempeñaba como eléctrico, lo acosaban en el trabajo, en el muelle 5, por Soquimich. Le decían que se fuera del país o al lugar que quisiera y un día a las seis de la mañana, dejamos nuestra casa con las puertas cerradas y en un camión con lo poco y nada que teníamos, vinimos a Antofagasta. Las últimas casas hechas en la ciudad eran en la Rubén Infante, por el sector del Club Hípico.

Mi otro hermano (18) que estaba requerido en Tocopilla tuvo que irse como pudo al sur. Nunca supimos qué pasó con él hasta 1984, cuando apareció y nos dijo que estaba bien. Fue un proceso muy frustrante, allanaron nuestra casa porque creían que teníamos armas, rompían todo sin importar si había niños, mataron a mi hermano y después tuvimos que irnos de Tocopilla.

  • ¿Cuánto tiempo tomó para que el caso de su hermano tuviera sentencia?

Cuando estaba embarazada en el año 1988 fui con la abogada Alicia Vidal a colocar una querella en Tocopilla. Ahí comenzó el proceso con el resto de los casos, pero la justicia en ese tiempo no avanzaba mucho. Pero después se fue agilizando, porque eran grupos, hubo muchas diligencias, dar testimonios y las causas fueron cerrando. Mi hermano salió con título póstumo de la UCN, porque estudiaba técnico eléctrico con Manríquez. Los casos se juntaron, cinco fueron en la cárcel y el resto en la mina, además de un desaparecido. A principios de este mes, la Corte Suprema condenó a los carabineros por el homicidio de mi hermano y el de las otras víctimas.

  • A 50 años del Golpe Militar, ¿qué reflexión tiene desde su experiencia personal?

No aceptar el negacionismo, que se vea la justicia y aunque parezca repetitivo, nunca más. No por pensar distinto alguien puede desaparecer o ser ejecutado, ahora conocemos casos de mujeres que estaban embarazadas, no les importó nada, ni siquiera los niños. Son 50 años en los que no hemos parado de denunciar, de estar constantemente haciendo memoria e incluso, preguntamos por qué no hablan los que saben dónde están. Eso daría un sosiego a las familias, para que sepan dónde ir a depositar una flor, hacer una despedida. Como agrupación estamos en el plan de búsqueda y hay que reconocer que el Presidente a pesar de que no había nacido en esa época, tomó esa responsabilidad como Estado y firmó el proyecto de ley.

El mensaje para el país es cuidar la democracia, nos pertenece a todos y debemos ser más tolerantes con todas las diferencias políticas. A nosotros nos quitaron la niñez, no supimos de cumpleaños, de Navidad, de fiestas, porque había un dolor en la casa y muchas familias pasaron por lo mismo y quedaron en el camino sin respuestas.

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2 COMENTARIOS

  1. Jonathan, cuando titulas como «su relato», generas una realidad paralela que niega lo ocurrido. Cuando la tortura, desapariciones forzadas, violaciones, y todas las atrocidades, fueron una unica realidad y están constatadas en una serie de informes.

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