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sábado, 23 noviembre, 2024
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Columna de opinión

Resignificar

"Por razones que no viene al caso señalar estuve, este último tiempo, más de dos años, viviendo al interior de Ovalle en la cuarta región. Allí entre muchas bondades pude apreciar el valor del silencio, lo bucólico del paisaje, lo parsimonioso del tiempo y un largo etcétera.Allí debí resignificar los ruidos, porque la zona rural tiene otros ecos, son otros los sonidos. El que mayor impresión me causo fue el que precede a los sismos, allí el 90% de ellos viene precedido por un muy fuerte ruido subterráneo que anuncia la proximidad del bailoteo que sigue. Ese ruido, para mí en Antofagasta, en donde he vivido mas de 60 años, es el ruido bestial que produce el tren desplazándose por esas paralelas que jamás se juntan": César Trabuco, sociólogo

Por razones que no viene al caso señalar estuve, este último tiempo, más de dos años, viviendo al interior de Ovalle en la cuarta región. Allí entre muchas bondades pude apreciar el valor del silencio, lo bucólico del paisaje, lo parsimonioso del tiempo y un largo etcétera.

Allí debí resignificar los ruidos, porque la zona rural tiene otros ecos, son otros los sonidos. El que mayor impresión me causo fue el que precede a los sismos, allí el 90% de ellos viene precedido por un muy fuerte ruido subterráneo que anuncia la proximidad del bailoteo que sigue. Ese ruido, para mí en Antofagasta, en donde he vivido mas de 60 años, es el ruido bestial que produce el tren desplazándose por esas paralelas que jamás se juntan.

En mi niñez jugábamos a poner monedas en esas líneas para después hacer runrunes y competir con esos discos de metal, muy, muy delgados después de soportar el paso del tren. Ésas líneas de tren no se han movido un ápice en mas 100 años de historia y Antofagasta ha tenido que ir adaptándose a ese ferrocarril que define nuestro espacio como una mancha de descuido donde el pata de fierro hace de las suyas.

De regreso en Antofagasta y a unos 15 metros de la línea del tren he tenido que volver a resignificar esos bestiales ruidos ya no son los movimientos telúricos, son nuevamente el paso del tren que, bufando, pasa a las horas más increíbles además haciendo sonar un pito, fortísimo, que les ahorra las medidas de seguridad que deberían desplegar para hacer seguro su paso.

He vuelto a mi tierra en donde con tal de producir minerales se es capaz de someternos a situaciones extremas sin ninguna consideración. Una noticia me llamo la atención en este panorama. Me he enterado que otra empresa ferroviaria quiso usar estos rieles para su operación de transporte, pero le fue rechazada su solicitud por el impacto acústico que producía, noticia que debió alegrarme, pero más bien me genero una pregunta, la cual formulo por mi sanidad acústica. Cuál es el nivel de decibeles que produce en su operación el FCAB y cual el que producía Ferronor que era la otra empresa que quería operar en la zona y le fue negado.

¿Quién, donde y como se hacen estas mediciones? A quien se recurre en la duda que señalo. ¿Quién garantiza nuestra ya complicada salud ambiental? ¿si la negativa de operación de Ferronor tuvo que ver con nuestra salud? podrían dar a conocer esas mediciones.

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