Las actuales condiciones de nuestro país requieren un cambio de paradigma en materia de seguridad donde el enfoque no esté solo en las policías sino en la gestión y prevención de los distintos riesgos y amenazas multidimensionales junto con entregar una respuesta eficaz e integrad a la población.
Para generar esa respuesta es necesario cambiar la forma de gestionar los recursos disponibles y tener una mirada de Estado. Se requiere que las capacidades del país se integren para lograr objetivos comunes, dotar de capacidades y herramientas a nuestras agencias de inteligencia para que puedan enfrentar de manera conjunta los riesgos y amenazas, y una reforma a los Sistemas de persecución penal y penitenciario, entre otras medidas.
Si bien debemos reconocer algunos esfuerzos en la materia, también tenemos que asumir que no hay coherencia en las acciones y proyectos que intentan impulsar los gobiernos. Urge ponernos de acuerdo para enfrentar los nuevos fenómenos delictivos y, los riesgos y amenazas futuras.
Nuestro país necesita una Estrategia Nacional de Seguridad Pública que transcienda al gobierno de turno, donde las acciones y planificación del Estado tengan coherencia a lo largo del tiempo, y no cambien por factores políticos o ideológicos. Debemos entender que el futuro es común, que no le pertenece a la izquierda ni a la derecha, y todos juntos como chilenos, debemos ser capaces de diseñar una nueva Estrategia Nacional de Seguridad Pública que sirva de hoja de ruta para la construcción de un Chile más seguro.