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viernes, 22 noviembre, 2024
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Más allá del regionalismo

yoopinoVarelaUA

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Los nueve alcaldes de la Región de Antofagasta anunciaron movilizaciones para junio del presente año para obtener: “una mejor posición en la redistribución del presupuesto destinado a las regiones”. Amenazan con escalar el conflicto a nivel de lo visto en Chiloé, es decir, prometen movilizar a la población de la región minera hasta lograr resultados políticos concretos. ¿Puede esto llegar a ser un movimiento importante o se diluirá por medio de la cooptación? Creo que puede ser relevante, pues nueve autoridades locales con legitimad democrática comunal están al frente, y luego, sobre todo, porque el conflicto de las regiones contra el centro está más latente que nunca. Pero antes de tan halagüeño diagnóstico, y con miras a evitar un estrepitoso fracaso, me parece que no podemos pasar por alto la importancia de construir un discurso de genuina descentralización, el cual creo se debería fijar en los siguientes aspectos.

En Chile prima un profundo centralismo que ha tratado de ser edulcorado con planes de descentralización que en los hechos no ha pasado de generar mera desconcentración administrativa. La elite cree sinceramente que aquel es el único modelo de desarrollo viable para el país, pues en las “provincias” no existe suficiente “gente preparada” (o derechamente inteligente) y sobre la base de dicha certeza, ha construido un Chile con un elevado nivel de primacía; centralizado en lo político (Estado, partidos políticos), en lo social (las regiones nos son opciones de vida para la elite) y en lo económico (ej. todas las sedes corporativas de la gran minería están en Santiago, aunque su giro se desarrolla en el Norte).

Ahora bien, nosotros, la población de las regiones, tenemos también culpa en la configuración de esta realidad. Nuestro nivel de movilización suele no ser ni permanente ni periódico y nuestros políticos e intelectuales, cuando tenemos un genuino compromiso con nuestra zona (y, por ende, no nos mudamos al centro), no hemos avanzado más allá del chato discurso regionalista pedigüeño que no pasa de exigir o rogar más dinero a la capital, cuando lo que se debería es construir un relato en torno al respeto de nuestra soberanía local y nuestra debida autonomía financiera.

Para superar el pobre discurso regionalista, propongo la adopción de un discurso abiertamente federalista. Éste, tiene que partir por fomentar la identidad regional-local al margen del Estado central, es decir, junto al poder, nos debe convocar la gran política, la de largo plazo, que apunte a la generación de una “convergencia programática” en que los actores de la sociedad civil y los líderes políticos-sociales regionales encuentren su irreductible mínimo común denominador. Me parece que dicha convergencia puede llevarse adelante sobre la base de seis puntos:

Se debe destruir la idea secular de la elite central, de que centralismo le hace bien al desarrollo de Chile. Por el contrario, es menester recalcar que la primacía centrípeta de Santiago es hoy uno de los principales factores del subdesarrollo de Chile y que mientras el país no genere otros centros de desarrollo político-económico-social-cultural distintos de su ciudad capital, no podrá dar el salto definitivo al desarrollo.

Se debe crear conciencia que no sirve de nada buscar más concesiones de corte regionalista (por ej. el fraude del Fondenor), sino que se debe buscar autonomía local plena, en otras palabras, demandar descentralización material.

Se debe trabajar por un movimiento político-social en el sentido anterior, el cual debe tener carácter nacional, junto a lo cual, se debe exigir de los líderes de los distintos partidos políticos con presencia en la región un alineamiento con los intereses de sus territorios y no con las directivas de Santiago.

Desenmascarar el “cinismo programático” de los secuaces del centralismo, en virtud del cual se ha ofrecido cielo y tierra a las regiones sólo con el fin de bajar conflictos, sin siquiera estar dispuesto a cumplir tales promesas.

5° Exigir el traslado inmediato a las regiones de las sedes de autoridades nacionales (ej. Sede de Codelco a Calama, Corte Suprema a Concepción, y un largo etc.).

6° Finalmente, debe existir un férreo compromiso con un sistema económico de libre mercado abierto al entorno interregional continental y a la inversión transnacional globalizada, que genere economías de escala, riqueza y trabajo, crecimiento que luego debe estar al servicio del establecimiento de un Estado regional de bienestar social y a la redistribución solidaria con las regiones menos desarrolladas (solidaridad interregional).

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