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jueves, 31 octubre, 2024
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«Acá se montó una estrategia comunicacional»: Felipe Berríos se defiende tras acusaciones de hechos de connotación sexual

Respecto a la orden judicial que le obligó a alejarse de su hogar en La Chimba, señaló que "muchos pobladores me han manifestado que me necesitan de vuelta, así es que espero volver pronto".

Fue hace exactamente cuatro meses y medio desde que el sacerdote jesuita Felipe Berríos (65) se alejó de La Chimba, de la vida pública y del ejercicio de su labor sacerdotal. Tuvo que trasladarse a Santiago, luego de que el 1 de mayo el provincial de la Compañía de Jesús, Gabriel Roblero, le comunicara que habían recibido una denuncia en su contra por hechos de connotación sexual y que, por lo mismo, habían decidido abrir una investigación previa canónica.

Según señaló en una entrevista con La Tercera, está viviendo en la casa de un familiar, alejado de la mediagua en que habita en Antofagasta, su refugio ha estado en un taller que hay en la misma casa, donde pasa la mayor parte del día realizando sus trabajos de carpintería.

Hasta ahora había permanecido en silencio, pero luego de tres semanas en que ha reflexionado sobre el informe que estableció la “verosimilitud” de las denuncias, y envió los antecedentes al Vaticano, accedió a hablar con dicho medio y profundizar en su versión de todo lo ocurrido.

  • ¿Cómo fue enterarse de la primera denuncia en su contra?

Mi reacción fue la de cualquier persona a la que acusan de algo que no ha hecho: incredulidad, desazón, rabia. Me gustaría decirle otra cosa, pero no le puedo mentir. Me he acordado de tantas personas que he conocido en mi vida sacerdotal y a las que he tratado de apoyar producto de las situaciones de injusticia que les ha tocado vivir. Ha sido duro.

  • ¿Conocía a la denunciante o qué recuerdos tenía de ella y su familia?

Conozco solo a una de las cuatro denunciantes. Hace unos 25 años conocí y acompañé a padres y madres que perdieron a sus hijos en un terrible accidente. Entre ellos estaban los abuelos de una denunciante. Las veces que teníamos misas y aniversarios se juntaban muchos familiares y siempre había un grupo de niños dando vueltas. Entre ellos estaba la denunciante, que entonces tendría unos siete años.

  • ¿Reconoce haberla recibido en su oficina a petición de su madre, como ella cuenta en su testimonio?

Ante la abogada investigadora declaré que conocía a su familia, claro. Recuerdo muy bien ese momento, pues fue algo excepcional, ya que mi trabajo pastoral en Infocap no era con adolescentes, sino que con adultos y universitarios. Pero esa vez la mamá me pidió que conversara con su hija, que para entonces tenía 14 años, porque la niña estaba muy angustiada por un problema personal que no voy a revelar. Conversé con ella mientras su mamá y mi secretaria estaban a pasos de donde conversábamos. Fue algo breve, solicitado por su madre, y luego ambas se fueron agradecidas. Y eso fue todo.

  • ¿Y qué pensó cuando en La Segunda y Chilevisión la Fundación para la Confianza habla de la existencia de varias denunciantes que testificaban en su contra?

Mire, más allá de lo publicado en uno u otro medio, lo indesmentible es que acá se montó una estrategia comunicacional. Le recuerdo que la propia abogada investigadora contratada por la Compañía de Jesús salió a desmentir varias de esas publicaciones.

  • ¿A qué se refiere con lo de estrategia comunicacional?

A eso iba, al tema de fondo. Acá hay un modus operandi muy claro de la Fundación para la Confianza, que se presta para un show mediático a través de su abogado, el señor (Juan Pablo) Hermosilla. Mire los hechos: antes de que se conociera el resultado preliminar de la investigación previa e incluso antes de que haya una resolución del Vaticano -camino que ellos eligieron para denunciar-, la fundación filtra información a la prensa y protagoniza reportajes incluso en televisión. Y acá quiero ser muy claro: la Fundación para la Confianza lleva adelante una causa loable y necesaria para contribuir a que no haya abuso infantil en Chile, causa que comparto en un mil por ciento. Sin embargo, es evidente que en el último tiempo sus prácticas y estándares no han sido los adecuados.

  • ¿Por qué cree que surgieron en este momento las denuncias? ¿Qué explicación les da?

Lo desconozco y no tengo teorías al respecto. Sólo le puedo decir que me llamó la atención que en una de las ocasiones en que declaré voluntariamente ante la abogada investigadora, ella me preguntó mucho por mis razones para irme en misión humanitaria a África en 2010, qué hice allá, por qué regresé, etc. Recuerdo que cuando me fui se especuló mucho y se afirmaron cuestiones inverosímiles que con el tiempo todas resultaron ser falsas. En esa época y por meses muchos buscaron hasta debajo de las piedras y no encontraron lo que esperaban.

  • ¿A qué especulaciones se refiere?

Yo me enteré cuando volví que se rumoreaba que me había robado plata, que me habían expulsado, que había dejado embarazada a una chiquilla, que había tenido un hijo. Todo eso fue desmentido con el tiempo, eran puras invenciones.

  • Usted descarta haber incurrido en delitos. ¿Cree que pudo haber cometido actos impropios por ser considerado un cura cercano y que hoy esas situaciones se resignifiquen?

Nunca me he aprovechado de mi condición de sacerdote y, como ya dije, tras conocer los relatos puedo afirmar que no he cometido los actos de supuesta significación sexual que se describieron ante la investigadora y que la Compañía de Jesús describió como “tocaciones y diversos traspasos de límites” en mi ejercicio como sacerdote. Y más aún, ese mismo comunicado declaró inverosímil la parte del relato de una denunciante, que hoy tiene 32 años, en que ella aludió a una supuesta imagen en la que habría recordado una relación sexual que me involucraría. Pero eso quedó totalmente desacreditado.

Cautelares como condena

  • ¿Cómo fue para usted que le impusieran como cautelar el dejar su casa en La Chimba?

Muy triste. Dejar de improviso mi trabajo, mi casa, a mi perra, mi gata y especialmente a la gente de La Chimba y que se me impusiera una medida cautelar sin siquiera conocer la acusación, la cual pude leer varios días después, es una vivencia muy triste. Espero que el provincial levante a la brevedad esa cautelar, pues no hay motivo para mantenerla. Colaboré ampliamente en la investigación y ya presté declaración. Tengo un trabajo en La Chimba y muchos pobladores me han manifestado que me necesitan de vuelta, así es que espero volver pronto.

  • ¿No teme recibir eventuales recriminaciones a su retorno?

No. La gente de La Chimba me ha pedido volver, quieren que yo vuelva. Me necesitan allá, he mantenido contacto por Zoom y por teléfono. La presión de ellos, por el contrario, es por qué no vuelvo.

  • ¿Le afecta estar suspendido del ejercicio público del sacerdocio?

No veo el sacerdocio como un espacio para ejercer públicamente el poder para realizar sacramentos. Al contrario, he dado muestras de que mi vida sacerdotal está desvinculada del poder y busca dar testimonio del Evangelio desde y con las personas. Después de tantos años tengo claro que mientras más alejado del poder esté un sacerdote, más testimonio dará del Evangelio.

  • Tampoco se le permite acercarse a menores de edad…

Se supone que estas investigaciones canónicas preliminares deben ser discretas para cautelar tanto la identidad del denunciante como la presunción de inocencia del denunciado. Pero cuando se divulgan de la manera en que se hizo en este caso, estas cautelares que se aplican pasan a ser una condena.

Lee la entrevista completa presionando aquí.

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