Esta semana se celebró el Día Internacional del Migrante, lo cual en Antofagasta recobra un significado especial debido a la gran cantidad de personas provenientes de otros países que encontraron en nuestra región un lugar para volver a comenzar sus vidas.
Es por eso que quisimos preguntar a tres actores sociales ligados a la materia (dos de ellos migrantes), la importancia que ha tenido para Antofagasta la llegada de estas personas. En general destacan su aporte al trabajo, cultura y el desarrollo regional.
Conchita de la Corte. Jefa regional del Servicio Jesuita a Migrantes.
Antofagasta es y siempre ha sido una ciudad de migrantes. Desde sus inicios, la presencia de las personas procedentes de otras zonas ha permitido el paso de caleta de pescadores o de extracción del guano o salitre.
Allá por 1907, en uno de los primeros censos realizados, casi el 16% de la población residente en la Perla era extranjera. Ahora, a pesar de lo que se cree, la cifra es menor: 13, 8% según la última estimación del INE (diciembre de 2018), por lo que Antofagasta no sería lo que es sin la migración.
En la actualidad, el aporte es visible en muchos ámbitos. El más visible es la economía donde la llegada de las personas migrantes es vital según prácticamente todos los estudios existentes. El aumento de la productividad que genera el incremento de personas en búsqueda de empleo, la capacidad de emprendimiento, la alta participación en todos los sectores, son incuestionables.
Muchos son los beneficios de este intercambio de experiencias, culturas, entre otros. Pero lo más importante es momento del encuentro, cuando las personas dejan de ser “nacionalidades” pero reconocerse en el otro.
La llegada de otras culturas, de otras formas de ver y hacer las cosas son vitales para el desarrollo cultural de una ciudad. Por supuesto también de Antofagasta.
Víctor Flores Dañobeytía Encargado Oficina Antofagasta, Organización Internacional para las Migraciones ONU – Migración.
Antofagasta presenta paradojas en materia migratoria. Por una parte, es la región más expulsora de población, según lo acreditan datos intercensales del INE, y, por otra, es la segunda región del país con mayor cantidad de migrantes internacionales.
Si solo expulsara población, estaríamos en problemas, pues eso pondría en jaque nuestras posibilidades de desarrollo.
Un poco más de 88 mil migrantes internacionales residían en nuestra región a diciembre de 2018, migrantes esencialmente laborales y con una edad promedio de 31 años. Por eso, no extraña que su participación laboral (mayores de 15 años) sea superior a la de los nacionales (68,1% y 54,4%, respectivamente, Censo 2017).
Ellos residen en nuestra región, producen, consumen y pagan sus impuestos en ella y, como contrapartida, como ocurre con los nacionales, hacen uso de su infraestructura y servicios.
Para que este proceso migratorio sea una oportunidad para el desarrollo regional, en el contexto de una migración ordenada, segura y regular, junto con el aporte de los migrantes y las iniciativas de la comunidad de acogida, se requieren políticas públicas locales que consideren la migración con un impulsor del desarrollo como ya lo hacen los ODS de la Agenda 2030.
Benjamín Cruz, periodista y presidente del Colectivo de Colombianos Residentes en Antofagasta.
La migración en la historia de la humanidad ha sido clave para el engrandecimiento de toda civilización, en el enriquecimiento de la identidad, la transformación de la cultura y el perfeccionamiento de los saberes, disciplinas y oficios. Antofagasta no ha sido la excepción. Una ciudad de migrantes desde sus inicios, que se expande y crece con nueva mano de obra, expresiones artísticas, saberes, olores y sabores diversos que hacen única y brillante a esta perla en el desierto.
El valor de lo diverso es lo que hace grande a una sociedad. En su momento lo expresó la ex Primera Dama de Estados Unidos, Michelle Obama sobre la prosperidad y grandeza de su país: “este es el poder de nuestras diferencias: nos hacen más inteligentes y más creativos. Así como todas estas infusiones de nuevas culturas e ideas, generación tras generación, crearon la mezcla incomparable de nuestra riqueza y nos ayudó a construir la nación más fuerte, vibrante y próspera del planeta”.
Sin migración no hay progreso, y no me refiero solo a la migración internacional. La migración nos saca de la zona de confort y nos impulsa a reinventarnos. A medida que entendamos el poder de nuestras diferencias tendremos una Antofagasta más próspera, que se encamine a convertirse en la Dubai de América Latina.