“Están en el borde”. Así define Andrés Tagle, director del Servel, la legalidad de la Lista del Pueblo. Algunos integrantes traspasaron el borde, protagonizando una comedia de enredos que sería divertida si no se tratara de la agrupación que llevó 27 personas a la Convención Constituyente.
La debacle ha conducido a una parte de sus convencionales, entre quienes se cuenta Dayyana González (electa por nuestro distrito), a formar el “Pueblo Constituyente”. El nuevo grupo declara que “ratificamos nuestro carácter de independientes y optamos por organizarnos de manera autónoma […] para dedicarnos de forma exclusiva a plasmar en la nueva Constitución las demandas sociales históricas de los pueblos, recogidas por la revuelta popular”. Se trata de “mantener nuestro vínculo y trabajo colectivo bajo el nombre ‘pueblo constituyente’, a través del cual continuaremos impulsando las demandas sociales y populares de las comunidades y los territorios”.
La historia se repite, en un proceso que en matemáticas y ciencias naturales se describe como autosimilaridad: partes cada vez más pequeñas tienden a reproducir las características del todo, en una iteración que –en este caso– tiende a la progresiva descomposición del sistema político. El guion de Pueblo Constituyente es el mismo que el de la Lista del Pueblo: invocación introductoria al Pueblo, apropiación simbólica de los sucesos del 18 de octubre de 2019, afirmación de su “independencia organizada” y propuesta de una agenda transformadora para una nueva constitución. (Epílogo posible: desastre). Compárese la declaración del Pueblo Constituyente citada arriba con el sitio web de la Lista del Pueblo.
Prestemos atención a esa “independencia organizada”. La declaración de Pueblo Constituyente no deja claro si los agrupados son independientes y autónomos o si son organizados y colectivos, o cómo ambos aspectos se conjugan. El problema no es semántico, sino del preciso núcleo de lo que Tagle llamar “estar en el borde”. Pueblo Constituyente, del mismo modo que LDP, ocupa un cómodo espacio gris entre la militancia y la independencia, que permite desmarcarse de los partidos políticos pero presentar listas. Toman la chapa de la autonomía, pero sin renunciar a alguna forma de autoridad: después de todo, alguien tiene que diseñar el sitio web… y elegir al diseñador, y preparar los formularios web de adhesión, y redactar los lineamientos que los adheridos declaran aceptar, etc. (Para “Independientes No Neutrales” el problema no es distinto). Pero, aparte de que la sistemática campaña de desprestigio a los partidos socava las bases de la democracia, la mezcla conduce a equívocos, como que la LDP figure anunciando querellas por los sucesos de la semana pasada. ¿Cómo iba a querellarse una LDP que ni tiene personalidad jurídica ni puede considerarse víctima del delito eventualmente cometido?
Ya que se esfuerzan en achuntarle al borde, esperemos que los integrantes de Pueblo Constituyente no intenten tirar el tejo pasado.