“Antofagasta principia en una huella,
donde el sol fue la vívida simiente:
Antofagasta guarda entre su frente
levadura de océanos y estrella.
…
Eres un nido lleno de futuro:
te ama el viento, la vastedad te aprecia,
porque en ti lo esencial está maduro! “
El poeta Antofagastino Andrés Sabella cantaba el año 1954 su amor y esperanza hacia nuestra ciudad. Un hondo poema hacia nuestro territorio, en la pluma de uno que nació y se crío recorriendo y viviendo este territorio.
¿Qué sucedió que tiene hoy a Antofagasta en el centro de la carnavalización de la noticia?
Antofagasta es una ciudad minera, en una región que tiene ingresos del primer mundo de acuerdo al PIB per capita. Las ciudades mineras, en todas partes del mundo, están sometidas a presiones importantes en términos de la calidad de vida. Chile, en ese sentido, es un caso de tipo medio, es decir, no está entre los casos donde estas problemáticas son más agudas ni tampoco entre los casos más exitosos de resolución de tensión de la calidad de vida. Sin embargo, Antofagasta ha logrado ir navegando entre estas presiones, como por ejemplo, aquellas derivadas del carácter valorativo como el arraigo, la identidad, la identificación con la ciudad. El sociólogo Alberto Mayol es quien ha realizado la investigación más seria acerca de la “Calidad de vida en Antofagasta como zona minera” El académico advierte, en este estudio realizado el año 2016, acerca de los efectos de la dislocación cultural que producen las fuertes inversiones mineras en zonas como éstas. Incorpora, además, análisis y soluciones de corte historiográfico y acádemico que, a pesar de lo sustancial, no han sido tomadas en cuenta por las autoridades.
En los últimos años existen aspectos muy relevantes que han sido ignorados, como el esfuerzo para lograr un consenso social y político respecto a las necesidades de mejora en la calidad de vida. El divorcio entre los esfuerzos de la sociedad civil: voluntariados, centros culturales, etc. y las iniciativas importantes que se han desarrollado por las autoridades han derivado en una de las crisis políticas más importantes de la última década. Un ejemplo es que la elaboración de una planificación urbana que sea sostenida y sustentable en el tiempo, aún es una tarea pendiente. Ni que mencionar el trabajo en Campamentos, que el último año se ha reducido a la realización de diagnósticos eternos e intervenciones de poca trascendencia.
Nos duele Antofagasta, el poco esfuerzo por poner en el centro actividades educativas y culturales, impulsar el desarrollo artístico por parte de actores que actúan desde la colaboración mutua, alejados de la industria, pero que son capaces de habitar territorio, paisaje, aportando al desarrollo de una conciencia identitaria creciente, sosteniendo un relato conocido que nos legaran, entre muchos, Sabella, Bahamonde y Adriana Zuanic. Actores sociales trascendentes hacen lo suyo al margen, colaborativos, gratuitos, ignorados.
Luis Núñez San Martín pintando gratuitamente el hermoso Teatro emplazado en La Chimba, Marko Franasovic realizando el afiche más hermoso para conmemorar los 50 años del Golpe, de modo colaborativo y gratuito, la poeta Milena Ortiz terminando su poemario territorial, María Canihuante, divulgando y organizando, el director teatral Alberto Olguín llegando a asentamientos irregulares junto al profesor Alejandro Pino para realizar talleres en Campamentos. La Agrupación Halófilos, cuidando de los salares. Un lugar como el que soñó Sabella, tan alejado de las polémicas y las prácticas tristes que enlodan a nuestra ciudad. La Escuelita Rebelde Chepuja, la Escuelita El Canelo, espacios de amor que, llenos de voluntariado incluyen a niños y niñas en el sistema educativo formal.
Antofagasta es, como la escribió Salvador Reyes “una tierra para vivir y morir, para soñar sin sueño en paz con la tierra”. Quienes estamos llenos de amor por el terruño, esperamos seguir construyendo el sueño de vates y artistas, construyendo un lugar donde nuestros hijos crezcan valiosos y honestos, profundamente comprometidos con el sueño de los poetas.
Buen artículo y, por desgracia, muy acertado. En nuestra ciudad algo se hace, con harto sacrificio y mucho por amor al arte. Yo mantengo clubes de lectura, gratuítos, desde el 2007, pero se esfuman muchos sueños culturales que elevarían la ciudad a un buen nivel y sumarían a un mejor desarrollo. Admiro a todos los nombrados en este artículo y aún tengo esperanzas … En síntesis falta voluntad, porque no somos una región pobre.