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viernes, 22 noviembre, 2024
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Antonio Sánchez: «Las autoridades siguen desconociendo el poder que tiene la minería para el país»

En el mes de la minería y ad portas de la cena que la conmemora en Antofagasta, conversamos con el ex Seremi de Minería, Antonio Sánchez quien hace su duro análisis de la evolución de una de las principales políticas públicas para el desarrollo económico local creada hace más de dos décadas pero que hoy parece estar abandonado por parte del Estado, el «cluster minero». Además se narra cómo se operó desde Santiago para restar la importancia que alcanzó en su momento en nuestra zona derivando luego en términos vagos alejados de su origen. Pero, para comenzar a entender este proceso, se debe partir por definir el concepto pilar de esta entrevista.

En sencillo ¿qué es un cluster?

Después de 25 años trabajando en esa idea, un cluster es un lugar donde uno observa que hay una actividad que es capaz de producir externalidades con fuerza de manera que esas externalidades puedan -en algún momento- llegar a independizarse de aquella a la cual le dio origen.

¿En qué año se decide impulsar, desde las políticas públicas en Antofagasta, el cluster minero?

No con ese nombre -pero sí con la concepción de esa idea- a partir del año 1994 en la Asociación de Industriales de Antofagasta (AIA) ya se hablaba de «Antofagasta región de la minería» y cómo esta era capaz de generar una industria en torno a ella. Por el mismo periodo, en la CEPAL, a partir de petición del Ministerio de Economía, se comenzaron a estudiar políticas de desarrollos económicos locales.
En ese tiempo el pensamiento que tenía el Ministerio de Economía, con Álvaro García a la cabeza, era que el desarrollo del país ya no iba a ser sostenible; recordemos que en esa época la economía crecía muy fuertemente a niveles del 6, 7%, 5% bajó después en el gobierno del Presidente Frei. En ese momento ya la autoridad del área comenzó a plantearse el tema que el desarrollo económico del país no iba a poder seguir creciendo con la fuerza que lo estaba haciendo si no potenciaba sus regiones y que las regiones eran capaces de ayudar con otros motores al desarrollo del país, lo que no podía ser todo direccionado desde la zona central.
En la CEPAL se comenzó a hacer un trabajo muy intenso con todos los seremis de economía -en el cual me tocó participar- analizando región por región, qué tipo de políticas económicas podrían desarrollarse. En el caso de Antofagasta se vio que de distintas políticas posibles de ser utilizadas la reconocible más fuertemente era una política aprovechando la fuerza de un cluster existente en el sector, porque se partió con eso.
Recordemos que en los 90 Michael Porter con su libro «La competitividad de las naciones» desarrolla este concepto del desarrollo a través de cluster. Se empezó a buscar en las diferentes partes del mundo distintas localidades para el desarrollo, y una localidad no necesariamente es una región pues un cluster no necesariamente va a tener que responder a la frontera política que se le asigne.
Normalmente se podía pensar en la macro zona norte, en el caso de Chile o el norte de Argentina, el sur de Bolivia o el sur de Perú. En el caso de Antofagasta era donde con mayor nitidez se observaba que existían los elementos necesarios para poder potenciar políticas de cluster desde el gobierno. Y ahí es donde se define esta posibilidad y aparece el nombre de cluster minero, como se identificaron en el sur -por ejemplo- un cluster en torno a la salmonicultura, en la zona central en torno al vino. Y de allí es donde parte.
En mi calidad de Seremi de Economía de la época junto a la AIA comenzamos a realizar talleres para ir motivando esta idea, incluso al propio gobierno regional que era muy difícil poder introducir ese nuevo concepto pues durante todos los noventa lo que se trató de hacer en la región fue potenciar la economía de espalda a la minería porque se pensaba que esta se desarrollaba sola, que no servía de nada y que había que buscar otros polos de desarrollo.
Me recuerdo que en esa época se gastaron miles de millones de pesos en el desarrollo de la Facultad de Acuicultura de la Universidad de Antofagasta, mandando profesores a capacitarse a Francia y otras cosas pero lo que estábamos haciendo era producir profesionales que se iban a trabajar a otras regiones porque con toda esa inversión que se hizo con apoyo del gobierno -y ahí se ve una política mal pensada- en la región no surgió ni una sola industria acuícola y la que teníamos se acabó.
Se nota ahí que las políticas públicas tienen que ser pensada desde las reales potencialidades que existan. No digno que no existan potencialidades en torno a la acuicultura, que las hay, pero todavía no estaban dadas esas condiciones y creo que hasta el día de hoy todavía no se ha trabajado bien.

A 25 años de esa idea ¿cómo ves el cluster minero en Antofagasta?

A parte de lo que sigue haciendo fuertemente la AIA, creo que el gobierno ha -muy tangencialmente- seguido esa idea. En un comienzo partió con mucha fuerza en Antofagasta pero surgieron muchos intereses de otras regiones para que no se hiciese un desarrollo de ese tipo en nuestra región, y en particular las ideas se las llevó el ministerio de Minería a Santiago.
Hubo otras universidades que también propiciaron que esto no se hiciera localmente, y bajo el mismo alero de cluster minero, ahora hablaban del cluster minero de Chile pese a que la política de cluster es una política de desarrollo económico local que tiene que potenciar el territorio donde están desarrollándose las acciones. Pero ellos, para torcer eso, empezaron a hablar de cluster virtuales y que eran nacionales. Entonces, la Universidad Católica de Santiago (PUC) se llevó todos los recursos para la investigación y se desarrolló un departamento de ingeniería de minas y de estudios mineros en la capital.
Ya nadie recuerda que las Gerencia General de Minera Escondida, y su gerente general, vivían en Antofagasta. De hecho no solo se instaló acá, se casó acá y hasta enviudó acá. Pero ¿qué hizo el gobierno?, mantuvo la presión para que todo esto se fuera a Santiago. ¿De qué manera los presionaban? nos decían: «nosotros estamos tratando de hacer desarrollo en Antofagasta, instalamos a nuestras gerencias, todos nuestros ejecutivos viven acá, pero cada vez que vengo a reunirme con las autoridades de Sernageomín o del Ministerio de Economía, tengo que irme a Santiago. Cada trámite que tengo que hacer debo hacerlo en Santiago», entonces, finalmente terminaron torciendo la mano y lo desarticularon todo. CORFO generó una gerencia de cluster y la instaló en Santiago.

¿Es la cena de la minería de Antofagasta el lugar donde se toman las decisiones importantes?

No, definitivamente no. No es ahí donde se toman las grandes decisiones pues estas se siguen tomando en Santiago.

Y ¿es la cena del minería un espacio de poder?

Sí, es casi la única oportunidad que nos va quedando donde podemos ver a los rostros más importantes de la minería chilena reunidos. Y cada año por medio cuando la AIA hace la feria minera. Lamentablemente, desde ese punto de vista, muchos asisten como una obligación o rutina.

Pero en su momento llegaron a asistir tres ministros de Estado a la cena de la minería en Antofagasta y desde hace un par de años vemos que el poder político no está presente ahí.

Exacto. Y eso refleja que Chile, a pesar de estar pasando por un mal momento económico, principalmente por la baja de los valores de los minerales y el menor aporte que hace el cobre a la economía nacional, las autoridades de gobierno siguen desconociendo el poder que tiene la minería para el país. Es lamentable, pero incluso en los mejores tiempos costaba poder conseguir que estuvieran las autoridades acá, pero venían más.
Yo creo que Aurora (Williams) sigue viniendo porque ella es antofagastina, ella no va a desconocer esa realidad y sabe lo que es la AIA y la cena de la Minería para la región. Pero, por ejemplo, hasta donde yo recuerdo, jamás ha venido un ministro de Hacienda. De hecho, tengo entendido que en toda la historia, desde la fundación de Antofagasta, ministros de Hacienda habrán venido dos veces en más de 150 años.

¿Cuál es el mayor absurdo de la minería en la región de Antofagasta?

Bueno, el principal de todos es que la minería se hace en la región de Antofagasta y todas las cabezas están de Santiago. O algo que es mucho más doloroso para los pequeños productores mineros como es que toda la producción que ellos le hacen a la ENAMI tienen que llevar cinco exámenes de laboratorio para saber cual es la ley de ese mineral, y eso se hace en Pocuro, en Santiago.
Alguna vez dijimos que por lo mínimo, dado que la región que más productores pequeños mineros tiene es Atacama, debieran instalarse ahí. Pero cuando con el exMinistro Alfonso Dulanto se lo planteamos, ellos dijeron que paralizaban y no trabajaban ni un día más porque no pensaban venirse a vivir a los «puebluchos» del norte, con esas palabras.

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