El programa Atacama Tierra Fértil, impulsado por SQM, apoya desde hace 10 años la ejecución de proyectos destinados fomentar el desarrollo de actividades productivas para los agricultores de la cuenca del Salar de Atacama, con la finalidad de desarrollar planes de fomento sostenibles, innovadores y rentables, mejorando las condiciones de vida y proyectando el crecimiento económico y autosustentable de las comunidades.
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El vicepresidente de Tecnologías, Medio Ambiente y Comunidades de SQM, Alejandro Bucher, manifestó que como programa fueron recogiendo con las distintas comunidades lo que ellos valoraban. «Vimos que la agricultura tiene dos pilares fundamentales: Un pilar productivo que a ellos les permite un potencial desarrollo y un pilar que tiene un componente patrimonial» expresó.
Río Grande, cosecha de tradición
Por más de diez años los agricultores de Santiago de Río Grande, ubicado a 90 kilómetros de San Pedro de Atacama, han enfrentado una serie de dificultades en la producción de ajos, habas y hortalizas, alcanzando una merma del 80% en sus siembras.»Nosotros aquí estamos trabajando el ajo desde el año 79 en adelante y bueno, estaba dando resultados, pero llegó esta enfermedad que no reconocíamos y paró la producción por más de 10 años » comentó Lucas Condori, agricultor de la zona.
Durante el 2018 la comunidad de Río Grande comenzó a trabajar con Antofagasta Tierra Fértil, para identificar los factores que perjudicaban sus plantaciones. El ingeniero agrónomo del programa, Benji Fuenzalida, explicó que cuando ellos llegaron a trabajar a la localidad no existía mucha información de respaldo. «Si bien hubieron algunos trabajos, no hubo continuidad, entonces era difícil evaluar un procedimiento» agregó.
«A medida de que fuimos trabajando, fuimos identificando cuales enfermedades eran más problemáticas en ciertas épocas y qué es lo que teníamos que hacer» declaró Fuenzalida. La intervención y sanación de suelos comenzó con la aplicación de una serie de productos en lugares específicos de la zona, junto con suministrar micorrizas y tricodermas que son hongos que contribuyen al control biológico de los predios tratados.
Gracias al trabajo que se realizó durante el 2018, se invirtieron los números rojos y de un 80% de pérdida se pasó a un 70% de producción. Hoy están a la espera para ver si la cosecha es duradera.
Vinos cósmicos
El proyecto de vino ‘Ayllu’ comenzó hace 10 años, de la mano del programa Atacama Tierra Fértil donde se apostó por llevar el apoyo de profesionales del área: agrónomos, enólogos y viticultores, tanto nacionales como internacionales, a las viñas que existían en la zona, para potenciar sus resultados.
Gracias a las condiciones climáticas, el vino Ayllu tiene características únicas. «Nosotros hacemos vino a mayor altura del país, estamos más cerca de las estrellas, más cerca del sol, tenemos variaciones térmicas tremendas y esto ayuda al alcohol, ayuda a la acidez» declaró el Gerente de la Cooperativa Campesina Lickantay, Wilfredo Cruz Muraña. «Por lo tanto, nuestros vinos son naturales. Nosotros no filtramos el vino, no corregimos la acidez, no tenemos ningún tipo de complicación, como lo tienen las viñas en la zona central» añadió.
Roberto Kcarrancá, Ingeniero enólogo de la Cooperativa Ayllu, explicó que en el proceso de producción existe un aprendizaje mutuo de cómo hay que manejar la agricultura, por las condiciones. «El atacameño es empeñoso y ama su tierra. Entonces esta es una manera de homenajearla, por acogerlos aquí por miles de años» comentó.
La cooperativa vende sus vinos en el espectro local, produce alrededor de 10 mil botellas al año, de las cuales casi todas se venden en la segunda región, principalmente en San Pedro y en Toconao. «En estos vinos se pueden sentir las estrellas, uno puede oler las estrellas. Son vinos cósmicos, siempre he dicho eso» agregó Kcarrancá.