¿Qué tan conectada debe estar una universidad con las personas que habitan el mismo territorio?
¿Debe tomar una distancia de elite y marcar senderos o, por el contrario, debe nutrirse de las valoraciones populares y comunitarias?
Estas dos interrogantes cobran especial significado en una nueva conmemoración del 18 de octubre. Una fecha que nos invita a compartir, reflexionar y sentir. A menudo escuchamos y leemos que Chile cambió y la manifestación más clara de esta nueva etapa es el proceso constituyente, no sólo por el simbolismo de dejar atrás las reglas de la dictadura, sino porque se constituye en un proceso democrático inédito a nivel mundial en cuanto a plebiscitar y componer de forma paritaria según géneros el órgano colegiado constituyente. Por otro lado, a nivel interno, es la primera vez que nuestro país no ve el nacimiento de una nueva constitución tras batallas fratricidas o genocidios.
El nuevo Chile nos invita a imaginar todo lo que antes parecía imposible. A correr los cercos, a vivir en sintonía con la otredad y con la naturaleza, visualizando como necesario lo que históricamente fue un privilegio suntuoso o generó sorna.
El clamor popular fue escuchado y se encausó a través de una vía constitucional democrática. Nuestra universidad fue parte de aquello, no sólo cuidando y observando como co-garantes los derechos de los miembros de la comunidad universitaria, sino también, reflexionando de forma participativa y triestamental respecto de derechos humanos, territorio y en especial, educación.
Asimismo, se han desarrollado acciones concretas para morigerar la peligrosa tendencia de investigar y crear para el ego, como también, educar para el adoctrinamiento. Se nos capacita constantemente para comprender la dimensión y sentido del trabajo universitario en nuestra región poniendo de manifiesto la importancia de trabajar activamente en incidir en la promoción de modelos de convivencia y coexistencia pacífica, en la que el respeto por la dignidad y diversidad humana sean pilares indiscutibles de cohesión y destino social. Hoy trabajamos con la impronta del respeto por la diversidad y gestionar medidas afirmativas para la equidad e inclusión.
La Universidad de Antofagasta como institución de educación superior regional y estatal no sólo orienta su quehacer desde lo funcional disciplinar, sino pretende contribuir al fortalecimiento de la democracia, al desarrollo sustentable e integral del país, al progreso de la sociedad en las diversas áreas del conocimiento y dominios de la cultura. De esta forma, resulta indiscutible la pertinencia del trabajo universitario para contribuir a satisfacer las necesidades e intereses generales de la sociedad.
Tenemos obligaciones prioritarias adicionales a la vocación de excelencia. La formación de personas con espíritu crítico y reflexivo, que promuevan el diálogo racional y la tolerancia, que contribuyan a forjar una ciudadanía inspirada en valores éticos, democráticos y de solidaridad es una de nuestras competencias más atesoradas, no sólo porque lo mandate la nueva ley de educación superior estatal, sino porque emana del cuerpo social que da vida a nuestra universidad.
Así, la pertinencia de nuestra gestión establece una vinculación preferencial con la región en la que tenemos domicilio y en la que se desarrollamos actividades. En dicho sentido, como parte integrante del Estado, la Universidad de Antofagasta será parte de todas aquellas políticas, planes y programas que propendan al desarrollo cultural, social, territorial, artístico, científico, tecnológico, económico y sustentable del país, en especial, de la región de Antofagasta.
Los derechos fundamentales de todas las personas son parte atingente del trabajo diario en nuestra institución. Que mejor recordatorio esta fecha para recalcar el compromiso ético y normativo con la materia, visualizado a través de nuestros primeros logros: Ser una universidad pionera en el establecimiento consensuado con los movimientos feministas internos de un protocolo contra la violencia y discriminación de género; en materia de reforma curricular con una perspectiva transversal de fomento de la ciudadanía; con el establecimiento de medidas correctivas para la inclusión estudiantil de personas en situación de discapacidad y el establecimiento de modelos co-construcción en función de la interculturalidad.
Nuevo Chile, te saludamos y honramos desde los pueblos de la cordillera negra de la costa. Nuestro testimonio será nuestro trabajo y compromiso.