Con la presentación de la obra “Los Trenes se van al purgatorio” baja el telón de manera exitosa la versión 2014 del Encuentro Internacional de Teatro Zicosur, la que tuvo como promedio a 2 mil espectadores por cada jornada realizada en el Parque Croacia de Antofagasta.
Según la organizadora, la actriz Teresa Ramos, el encuentro financiado por el FNDR 2% para cultura, Minera Escondida y la Universidad de Antofagasta, ha sido un éxito por la cantidad de público y la calidad de las obras presentadas. Asimismo destacó la participación de actores y personas ligadas al teatro en los talleres.
En cuanto a público dijo que se puede calcular en alrededor de 50 mil espectadores quienes vibraron con el tradicional evento de teatro tanto en Antofagasta, como Calama, Taltal, Tocopilla y Mejillones.
Trenes
Los Trenes se van al purgatorio está basado en la novela del mismo nombre de Hernán Rivera Letelier. Para llevarse a cabo, el director Alberto Olguín tuvo que aplicar una cirugía mayor. Lo anterior pues la novela del escritor talquino, pero radicado en Antofagasta, es fragmentada; esto generó un desafío para Olguín, del cual salió airoso.
La principal novedad es el armatoste donde se llevaba a cabo la acción. Es un vagón de tren armados con fierros dispuesto en el medio del teatro que permite la interacción de los 24 actores.
Dentro de la obra hay personajes inolvidables, como la anciana de Teresa Ramos. La experimentada actriz cuenta que para ella es un reencuentro con la compañía después de su salida hace alrededor de cinco años. “Me he sentido muy cómoda, muy bien. Hay buena onda en este proyecto; esta comunión se refleja en un montaje que se hace querible para el espectador”.
Longino
Los antiguos nortinos recuerdan con añoranza al Longitudinal Norte, popularmente conocido como “El Longino”. El medio de transporte tardaba casi tres días en recorrer desde Santiago hasta Iquique. Le velocidad promedio no alcanzaba los 50 kilómetros por hora; a este panorama había que agregarle la carencia de agua, la insalubridad y el ambiente inhóspito. Sin embargo en ese mundillo hostil proliferaba la camaradería, la amistad y también las riñas. La obra, en parte, exhibe con singular gracia todo el hervidero de un vagón de tren, con personajes dispuestos con la precisión relojería de Rivera Letelier.
Bien integrados están los personajes: el enganchador, la torotista, el ciego (que lleva la acción), dos solteronas que hacer recordar a las “iluminadas”, la mencionada anciana y en especial el Cristo del Elquí.
A medida que avanza la obra, la ebullición picaresca en vagón de tren se va matizando con los dolores y tristezas de personajes trashumantes. Los destinos finales sorprenden y desencajan al espectador, pero que mejor que usted saque sus propias conclusiones.