La presidencia de la Cámara de Diputados quedó en manos de José Miguel Castro, legislador por Antofagasta de Renovación Nacional, partido que ahora encabeza las dos instancias que componen el Congreso. Su llegada a la dirección de la Cámara es una señal de unidad para la oposición, manifestó Castro, algo que no se habían conseguido anteriormente, “demostrando que hemos crecido, en gran parte, por la disconformidad frente a las acciones de gobierno”.
El diputado tiene total claridad sobre las iniciativas que espera priorizar en su gestión, como son los proyectos que declaren delito el ingreso clandestino al país, la modificación del sistema que otorga los permisos para proyectos de inversión, la responsabilidad penal adolescente y cambios para el Servicio de Evaluación Ambiental. Y en año electoral, Castro aseguró que es partidario de que los extranjeros voten en todas las elecciones, incluyendo la presencial. Sin embargo, detalló que aumentaría al doble o el triple los cinco años que actualmente se exige como avecindamiento para sufragar.
Para su gestión en la Cámara, el diputado manifestó que espera trabajar con una ecuanimidad que permita más diálogo entre las distintas oposiciones y el oficialismo. “Generar un clima que permita a los chilenos comenzar a sentirse un poco más orgulloso de su Parlamento. Y algo importante es avanzar en las leyes para la seguridad pública y la economía. Lo más relevante, más que aparecer en fotos, será sacar adelante leyes que queden en la historia del país, como la ley Naín-Retamal que patrociné o tipificar el ingreso clandestino a Chile como delito. Que mi firma quede estampada en esos proyectos que se promulgan me interesa más que una exposición personal”, señaló.
- ¿Cuáles son los proyectos que deberían contar con prioridad durante su gestión en la presidencia de la Cámara?
Declarar como delito el ingreso clandestino a nuestro país, la modificación del sistema de permisología, la responsabilidad penal adolescente y cambios también al Servicio de Evaluación Ambiental.
- Un tema particularmente importante este año es el voto extranjero. ¿Cuál es su postura?
Lo importante es modificar lo que existe hoy, porque creo que es demasiado permisivo en cuanto a la cantidad de años. Pero en este tema también existe un golpe de realidad que ha recibido este gobierno, porque, en general, el migrante que lleva años aquí, que trabaja y aporta a nuestra sociedad lo que menos quiere es entregar un voto a la izquierda. Y esto se explica porque ellos que vienen escapando de estos modelos de sociedad que prometen mucho y, sin embargo, les quitan a sus ciudadanos.
- ¿Qué requisitos básicos tendría que cumplir un extranjero para votar?
Entrar de forma regular al país, tener un trabajo estable, haber cotizado durante un tiempo y registrar una mayor cantidad de años para sufragar. Hoy se requieren cinco años y con eso somos unos de los países más laxos, cuando deberíamos pensar en diez o 15 años.
- ¿Para quienes cumplen los requisitos contempla un voto a todo evento o excluiría la elección presidencial?
No habría por qué excluirlos, ya que lo importante es que cumplan con los requisitos. Mi postura es aumentar los años a diez o quince, mantener una conducta intachable, sin delitos. En el fondo que tengamos claridad de que se trata de personas que vinieron a aportar al país.
- ¿El Viernes Santo debe ser un feriado irrenunciable?
Creo que sí. Pero no se verá la próxima semana, porque a pesar de que llamara a sesiones especiales, por los tiempos de tramitación del proyecto y porque luego hay que generar la promulgación de la ley, no dan los tiempos. Es imposible, ya hemos hecho esa clase de ejercicios y no dan los tiempos. Probablemente sería un tema que se zanje para el próximo año.
- ¿Qué responsabilidad tiene su partido ahora que poseen las presidencias de ambas cámaras en el Congreso?
Tenemos la responsabilidad de sacar adelante leyes como las que mencioné, la responsabilidad enorme de seguir uniendo la oposición con base en puentes que se están tendiendo y que nos llevarán a un próximo gobierno con un color político distinto al que está ahora en la administración del país.