Comenzamos siendo una especie de Dubai sudamericano y actualmente seguimos siendo el mismo campamento minero de siempre. Somos una versión más macro que aquellos que se encuentran al interior de nuestra región y que se encargan de extraer el llamado “Sueldo de Chile”.
Las apuestas eran altas y las expectativas de crecimiento y desarrollo nos perfilaban como una región ganadora, pero no fuimos capaces de concretar lo tan anhelado. Los factores de la derrota pueden ser diversos y dejo aquel análisis a los expertos, lo cierto es que, lamentablemente, nuestras autoridades no dieron el ancho y se dejó escapar una gran oportunidad para llegar a ser el “Olimpo en medio del desierto”.
Fuimos creciendo en población y territorio, pero quedamos al debe con la urbanización de nuestra ciudad, eso produjo que nos dividiéramos en sectores con mucho desarrollo y que otros quedaran con un nivel bastante deficiente de avance.
Constantemente seguimos viendo un desfile de grandes proyectos, de distintas autoridades y poca continuidad entre ellos, el tema es que son de aquellos que sabemos cuando inician, pero nunca cuando terminan. Para lograr tener una gran ciudad, se requiere necesariamente lograr un balance entre el presente y el futuro, pero por sobre todas las cosas es imprescindible no perder la sintonía con la ciudadanía.
En este último punto es donde encontramos grandes fallas, por eso me gustaría extender la invitación para que sintonicemos el mismo canal que los antofagastinos seguimos día a día, algunos ejemplos que aparecen en los titulares son: la experiencia extrema de intentar caminar por veredas en mal estado, el gran desafío de búsqueda de basureros en la vía pública, el tan anhelado proyecto de tener iluminado el entorno donde vivimos, la batalla campal de todas las mañanas por encontrar donde estacionarse sin perder la paciencia, la indeseable tarea de subirse al transporte público sin saber si llegará a su lugar de destino y por último, no podemos olvidar a aquellos que van a un consultorio u hospital para solicitar atención, pero no saben si saldrán vivos o morirán en el intento, puede sonar cruel o incluso molesto para algunos, pero estos son solo algunos ejemplos de cosas cotidianas, que sirven para que la gente viva dignamente, mantenga su mente sana y por sobretodo, alimente el arraigo por el lugar donde viven.
A veces me da la impresión que nos vamos a quedar en el muro de los lamentos y nadie logrará escucharnos. Ya pasó la época donde necesitábamos obtener un diagnóstico de nuestros problemas, ya sabemos cuáles son, el tema es que se necesitan soluciones.
Quiero dejar en claro que no se trata de ver todo de forma negativa y mucho menos pesimista aunque así lo parezca, pero se requiere una urgente actualización de nuestra proyecciones y de la viabilidad de los mismas, tenemos que establecer una tabla de prioridades y dejar de seguir funcionando solo con el calendario de elecciones.
¿Les parece si comenzamos por lo básico y construimos nuevamente nuestra lista de prioridades?
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