Por ley, las autoridades que integren el gabinete y quieran participar en las próximas elecciones del 27 de octubre del 2024 deben renunciar a sus cargos 1 año antes; es decir, en casi tres semanas más. Plazo que está anotado en el calendario de varias autoridades en Antofagasta, y en particular del actual seremi de gobierno Pablo Iriarte (PC).
Y es que hoy, el actual vocero es una de las principales cartas de la izquierda para ir a disputar la próxima elección municipal de Antofagasta. Una contienda que conoce bien pues el 2021 sacó 17.253 votos, quedando en el tercer lugar, después de Sebastián Videla (17.295 votos) y de Jonathan Velásquez, quien ganó la alcadía con 26.882 sufragios.
Incluso, en conversación con este medio, la socialista Andrea Merino planteó que Iriarte efectivamente era una de las cartas fuertes que el oficialismo debiera apoyar como candidato único. Sin embargo, según fuentes cercanas a Iriarte plantean que este no sería el único camino que tendría en mente.
Las cartas de Iriarte
Según las mismas fuentes, el Partido Comunista estaría tratando de convencer a Pablo Iriarte para que asuma el desafío municipal, situación que estaría siendo meditada por la actual autoridad.
Pero también desde el Frente Amplio le habrían tentado a competir; eso sí, no para alcalde sino que para gobernador regional, entrando así en una disputa directa con Ricardo Díaz quien ha planteando su deseo de ir por la reelección.
Esta jugada del Frente Amplio tiene su origen desde hace años, y se remonta a cuando el actual gobernador Ricardo Díaz renunció a su militancia en RD de forma pública y con duras críticas a la parlamentaria Catalina Pérez. Desde ahí, nunca se pudieron recomponer las relaciones con Revolución Democrática. A tal punto, que durante todo su mandato nunca se les vio juntos en una fotografía.
La tercera opción -que tampoco estaría descartara por el vocero según su círculo cercano- es seguir en su actual cargo, obligando así al oficialismo a buscar otro candidato para ambos desafíos. Eso sí, este camino no sería un cierre definitivo a las contiendas electorales, sino que lo perfilaría para un desafío mayor: las parlamentarias del 2025.
