El 8 de diciembre Ángel García Aguilera habría cumplido 17 años de no ser porque una turba de limpiaparabrisas (de origen extranjero, según el testimonio de testigos) le atacaron la noche del pasado viernes 29 de julio, en las inmediaciones de las calles Calama con Bellavista, sector centro de la ciudad de Antofagasta.
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El joven no iba solo. Al momento de la agresión caminaba con un grupo de unos cuatro amigos que le acompañaba a tomar locomoción, exactamente el taxibus de la línea 103 que más cerca le dejaba de su casa, en el sector alto de la feria Las Pulgas, precisamente en el campamento Ecuahilepe.
Procedente de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), Ángel llegó a Antofagasta junto a sus padres cuando tenía dos años. Hace cuatro su madre se separó, por lo cual Ángel se convirtió en una especie de “hombre de la casa”, ya que no solo cuidaba de su madre, sino también de sus dos hermanas, quienes hoy cuentan con 6 y 11 años.
Forjó su enseñanza básica en la escuela General Santiago Amengual Balbontín y hasta la semana pasada cursaba su segundo año de enseñanza media en el Liceo Industrial. Ángel quería especializarse en soldadura, pues manejaba el oficio (heredado de su padre) y con aquello realizaba pequeños trabajos con los cuales ganaba algo de dinero para aportar al hogar.
Practicaba Judo, deporte que le permitió viajar a distintas regiones y ganar campeonatos. Fotografías con entonces autoridades regionales en donde le entregaban galvanos y reconocimientos dan cuenta de esta faceta. Pero todo aquello terminó la noche del pasado viernes, cuando un parte de Carabineros constató que “a las 21:23 ingresa un llamado al 133 (…) y concurre Carabineros de la 2da comisaría. En el lugar se encontraba una persona con heridas atribuibles a arma blanca, provocadas por terceras personas. Se coordina su traslado al Hospital Regional, donde fallece a las 22:20 horas. La víctima es un menor de 16 años sin antecedentes”. Era Ángel.
La tragedia
Elizabeth Aguilera es la madre de Ángel, y junto a un grupo de amigos de la familia espera recepcionar el cuerpo de su hijo, el cual hasta las 15:00 horas de ayer, seguía al interior del Servicio Médico Legal (SML) de Antofagasta.
“Él no salía mucho, era de muchos amigos, se juntaba con todos, pero no salía mucho. Me duele y me pesa en el alma que me mataran de esa manera”, cuenta la mujer, mientras espera las 15:30 horas, momento en el cual el SML le iba a entregar el cadáver.
Elizabeth recuerda que para ese aciago viernes, Ángel le dijo que iría a la casa de un amigo que vivía en el sector de Parque los Eventos, pues le enseñaría a postular a las carreras técnicas. Pese a la reticencia inicial para darle permiso, accedió. Total -explica- el joven estuvo demasiado tiempo encerrado con la pandemia y no sería tan malo que saliese temprano a compartir con su amigos. Además era cumplidor con sus horarios y era un hijo ejemplar.
“Salió como a eso de las 18:15 de la casa. Ahí estuvo un rato con sus amigos, después salieron a pasear por la costanera. A las 20:00 horas le llamó y me dice que estaba por tomar locomoción, y que iba acompañado por sus amigos. Yo llegué a la casa a las 21:00 horas y se me hizo raro que no estuviese, lo llamé de vuelta pero no contestó. A eso de las 21:30 llega mi cuñado diciéndome que le llamó una chica quien le dijo que al Ángel lo habían apuñalado”, cuenta la madre.
El caso es actualmente materia de investigación, el cual según un comunicado de la Delegación Regional Presidencial, realizan Labocar y el OS9 de Carabineros con el fin de dar con los responsables del homicidio.
Ensañamiento
Pero para Elizabeth, los autores del crimen fueron un grupo de limpiaparabrisas de origen extranjeros, quienes venían siguiendo a los jóvenes con posibles intenciones de asaltarlos, cosa que ellos habrían advertido.
“Cuando llegamos al Hospital Regional mi hijo aún no llegaba, pues venía en la ambulancia, pero llegó uno de sus amigos, quien nos relató que un grupo de venezolanos les miraron feo, ahí se palabrearon y sucedió una pelea, en donde los venezolanos sacaron palos y machetes y les dieron. Al principio eran 3 o 4 venezolanos pero después aparecieron más, quienes dieron alcance a mi hijo y lo agarraron entre todos”, cuenta.
La madre debió reconocer el cuerpo del joven, constatando que entre las múltiples heridas, tenía una de sus piernas y la cabeza completamente destrozadas. “Ahí me fui en shock, en ese momento me perdí.», cuenta.
Elizabeth era muy unida con su hijo, juntos iban al cine, al mall. Se acompañaban a todos lados y el joven, pese a su edad, no tenía complejos de andar con su madre a todos lados. Además tenía muy buenos amigos y amigas, casi todos ellos ahora tienen en sus fotos de WhatsApp el logo del luto.
“Lo protegía mucho y casi nunca le dejaba salir solo, pero este fin de semana le permití visitar a un amigo y ocurrió lo que ocurrió”, cuenta su madre ya con una voz al filo del quebranto.
La muerte de este joven generó una declaración de la Delegación Regional Presidencial, en donde lamentan su muerte y -nuevamente- se vuelven a comprometer con la seguridad de la comunidad.
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“Con lamento no voy a recuperar a mi hijo. Yo le diría a la delegada que encabece una iniciativa para que se haga respetar la ley. Son muchos los crímenes, hoy fue mi hijo y mañana puede ser otro. Nosotros los padres no podemos llevar a nuestros hijos a todos lados, y a mí me quedan otras dos hijas. Las calles están muy peligrosas y sería mucho mejor que ella levante la voz para sacar a esta gente que está causando daño”, finaliza la madre de Ángel.