Con una división de fuerzas se presentará el oficialismo y la oposición a los comicios por la alcaldía de Sierra Gorda. Cada sector contará con al menos dos alternativas en la papeleta para definir la jefatura de la comuna compuesta por los poblados de Baquedano y Sierra Gorda, contexto al que podrían sumarse otras opciones, ya que durante esta jornada finaliza el plazo de inscripción de candidaturas en el Servel. En ambas veredas existe un nombre que cuenta con el apoyo de un partido y otro que competirá como independiente, aunque con pasado militante en el mismo conglomerado, dispersión que genera incertidumbre a la hora de proyectar una victoria.
En la izquierda, la actual alcaldesa de Sierra Gorda, Deborah Paredes (IND) buscará la reelección con el apoyo del oficialismo y del Partido Socialista (PS), mientras que el exalcalde José Guerrero, exmilitante del PS, reunió las firmas para postular como independiente. Este último, además, contaría con el respaldo de Marcela Hernando (Radical) y los parlamentarios Jaime Araya (IND-PPD) y Pedro Araya (PPD).
En la derecha, el exconcejal de esa comuna, con pasado en la UDI y ahora cercano a Renovación Nacional (RN), Diego Fernández, es la carta de Chile Vamos para el municipio. Desde el mismo sector volverá a competir Adriana Rivera, quien en el 2021 quedó a solo 45 votos de ser alcaldesa de Sierra Gorda cuando estaba en las filas de RN. Rivera es prácticamente la primera oposición a Fernández, ya que su inscripción obedecería al descontento de un sector de la derecha en que el exedil, ahora cercano a la senadora Paulina Núñez, sea el nombre impuesto para aspirar al municipio.
La doctora en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, Francis Espinoza, señaló que el problema de la inexistencia de candidaturas únicas es la fragmentación del piso electoral. Las diversas candidaturas refrescan la política con una variedad ideológica, de género y político partidista, explicó. Sin embargo, dijo que, en términos realistas, la diversificación de figuras lleva a la problemática de siempre, la tiranía de las minorías y el éxito muchas veces de liderazgos individualistas y con un fuerte componente de caudillismo. En este punto, aseguró, vale la pena preguntarse si la variable del modelo electoral tiene algún impacto en la erosión de democracias electorales como la chilena.
“Las elecciones municipales son las más abiertas. La teoría nos dice que quien está en el cargo tiene toda la plataforma municipal para hacer campaña electoral. Sin embargo, puede existir un ‘voto fiscalizador’ en favor o en contra de la gestión actual. No me atrevería a vaticinar un triunfo de alguna candidatura, dado que el universo de votación de Sierra Gorda es poco predecible, pensando en el acarreo y manipulación política. A esto se debe sumar que el hecho de estar en un cargo genera necesariamente un ‘desgaste electoral’ que puede impactar la voluntad de voto, como ocurrió en la segunda campaña de Karen Rojo”, recordó la académica de la Universidad Católica del Norte.
Pese a esto, Espinoza explicó que, si la memoria política se mantiene vigente sobre los procesos anteriores, Adriana Rivera y José Guerrero tienen más posibilidades que los “rostros nuevos”, porque en general el público votante es bastante conservador al momento de sufragar en favor de “rostros antiguos” y menos por candidaturas nuevas, a menos que exista un hartazgo ciudadano por determinadas gestiones.
“Esta comuna ha tenido históricamente la mala prensa del ‘acarreo electoral’. Más allá de las variables políticas en sistemas democráticos representativos, creo que un factor determinante será la campaña y sobre todo aquella que logre atacar el problema de raíz, que es la corrupción en comunas pequeñas con muchos recursos y el acarreo electoral de partidos y candidaturas. Ya no es tiempo de un ‘far west’ en Sierra Gorda”, añadió la académica.
Ventaja para candidatos conocidos
El hecho de no lograr un consenso sobre candidatos únicos a la alcaldía es un problema transversal a las coaliciones. Esto, incluso a nivel nacional, no solo local, manifestó el sociólogo Alberto Torres, académico de la Universidad de Antofagasta. Esta división inevitablemente dispersará el voto y beneficiará a los candidatos del otro sector y a los independientes que también perciben una mayor capitalización de sufragios, pero que no necesariamente resultan electos en todos los casos.
“Quienes corren con ventaja son los candidatos más conocidos, en este caso la alcaldesa en ejercicio y José Guerrero, quien fue alcalde. Sin embargo, no hay que despreciar la trayectoria de Adriana Rivera en cuanto a la campaña que realizó en la elección anterior, la que fue bastante limpia, con mucha pasión, mística y tiene un capital importante que podría aprovechar en esta ocasión”, observó Torres.
El académico también indicó que Diego Fernández tiene la ventaja de haber sido concejal de Sierra Gorda, por lo tanto, en cierta medida de igual manera es conocido, pero en eso hay que explorar cuánto influirá la figura de la senadora Paulina Núñez en el apoyo que le está entregando a Fernández. “La senadora genera distintas pasiones, sentimientos a favor y en contra de lo que es su liderazgo a nivel local”, advirtió el sociólogo.
Los más fuertes están en la izquierda
Para el doctor en Ciencias Políticas, Cristian Zamorano, los dos nombres más fuertes están en la izquierda y subrayó que cuando la derecha se presenta dividida, nunca es fuerte.
Sobre la situación en la izquierda explicó que pasa exactamente lo mismo que está ocurriendo con la elección del Gobierno Regional. “El desempeño mediocre de la persona que está en el cargo es un llamado a una parte de ese sector a recurrir a otro candidato, porque si el balance fuese indiscutible, nadie plantearía una competencia. En este caso recurren a un nombre político fuerte de esa zona, (Guerrero) quien ya estuvo en el cargo, tiene votos y es competitivo. Es un exsocialista que se enfrenta a la candidata del PS, partido que sostiene esa campaña ya que el triunfo permite llevar gente al municipio”, puntualizó.
En cuanto a la derecha Zamorano detalló que sucede lo mismo que en otras elecciones en la región. Para el analista, es flagrante que, “Paulina Núñez, como en un juego de ajedrez, ubica sus diferentes piezas y una importante al parecer es la alcaldía de Sierra Gorda. Ahí apoya a quien antes era su gran crítico y que luego fue su asesor parlamentario, Diego Fernández, que, además, participa de manera activa en el reclutamiento de candidatos a concejal porque firman en su notaria. Él es básicamente un soldado con el apoyo de la senadora. Y como Núñez no logra seducir, sino más bien a causa rechazo en un sector más a la derecha, se levantó otra candidatura con Adriana Rivera. Pero como ella no está en el círculo de confianza de la parlamentaria se presenta como independiente”.
Para Zamorano resulta llamativo que la derecha no apostara por Rivera nuevamente, quien en el 2021 estuvo a una mesa de ganar la alcaldía. Lo que incidiría en esta decisión sería que “no pertenece al círculo de confianza de la senadora. Las candidaturas en la región deben contar con el beneplácito de Núñez. Si bien Sacha Razmilic (Antofagasta) no es su candidato, tuvo que negociar con RN. En Calama se está imponiendo a Daniel Agusto, nombre de Paulina Núñez, a sabiendas de que todo un sector advierte un riesgo por su situación judicial”.
Según apuntó el analista, la definición de Chile Vamos de llevar a Fernández va en desmedro de una aproximación racional, realmente electoralista para optar por el candidato mejor ubicado y en esa lógica, la opción era la persona que casi ganó en la última elección, Adriana Rivera.
Y en esta división de fuerzas que muestran la izquierda y la derecha, Zamorano expuso que “a río revuelto, ganancia de pescadores, pese a que el pescador no sea el más competente. Para mí la favorita es la actual alcaldesa, porque está en el poder y por ello tiene más recursos para planificar la difusión de su proyecto. Un exalcalde como José Guerrero es el segundo nombre más fuerte, porque estuvo en el cargo, tiene un voto cautivo y quizás el desempeño de la actual administración recuerda la calidad del gobernante anterior, a pesar de sus defectos».
Las otras dos candidaturas son consideradas como “outsiders” para el doctor en Ciencias Políticas. Esto, porque en su análisis, Diego Fernández fue concejal, pero no ha creado gran adhesión, en cambio sí ha despertado muchos anticuerpos. “Y Rivera también está fuera de los círculos, aunque tiene un padrino en la Sonami, algo que sería más cercano a Republicano. Su tarea es más difícil porque nunca ha llegado al poder y la novedad como argumento político en Sierra Gorda, una especie de Macondo, tal vez sea no funcione igual que en otras partes”, advirtió.
Que bajo el nivel de candidatos en Sierra Gorda.
El señor Guerrero por todas sabido lo…. «»cariñoso»» con todas funcionarias municipales.
Y ni hablar la señora Adriana Rivera, conocida en cierta facultad universitaria y cierto colegio yugoeslavo de Antofagasta por sus múltiples intentos de acarreo ilegal a votar a baquedano. Ambos van por millonesima vez. Aburranse y busquen trabajo.
Ojalá les vaya bien a la actual alcaldesa y al otro de derechas.
Lo único que necesita sierra gorda un alcalde que se gane la plata trabajando para el pueblo y no robando como lo han hecho todos los que han sido alguna vez alcalde .