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viernes, 29 noviembre, 2024
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Columna de opinión

La cebolla del gobernador: verdad y posverdad

"El episodio de la “Cebolla del gobernador” fue un momento extraño, alguien cercano a él señaló que fue un “recurso pedagógico”, en este sentido es necesario recordar que en la función pública siempre se agradece la elegancia y sofisticación en el actuar, evitando un bochorno como región": Marcela Mercado, gestora cultural

El jueves pasado, durante la visita del Presidente Gabriel Boric a la Región, en el marco de la promulgación del proyecto de Royalty Minero, el Gobernador Ricardo Díaz sacó una cebolla, fue pelándola por capas señaló: “…no basta, no basta con que uno diga la verdad“ y agregó: “Lo que pasa es que se busca una buena historia y da lo mismo la verdad, si es que se busca una buena historia”.

Más allá de las disquisiciones personales que me provocan el mal uso de la noble “cebolla”, que me remite a la poesía de Miguel Hernández y Pablo Neruda, me parece interesante de pensar de qué se habla cuando se habla de “verdad” y del concepto “la posverdad” que me parece pertinente traer a colación a raíz de este suceso.

No se tiene claro cuándo surge, pero es a partir del año 2000 en que se comienza a hablar de “posverdad” que esa cuestión que tiene que ver con darle importancia a la creencia o la emocionalidad de  las personas, de los ciudadanos, apelando, con una noticia más allá de los hechos objetivos. Se trata de un lugar donde no es tan importante el hecho, sino el a priori emocional, la creencia, la ideología. Este tema de la posverdad se pone de moda hace algunos años a partir del fenómeno Trump, pues su última campaña presidencial, estuvo signada ya no por el ocultamiento de noticias, o la fragmentación o la segmentación (que son procedimientos que tienen que ver con tergiversar la verdad)  sino que en esa oportunidad se convirtió en un delirio el invento de noticias y noticias falsas sacadas de internet y que, además, cuando se las ponía frente a las autoridades o personalidades, nadie se hacía cargo.

Desde una perspectiva teórica, el filósofo francés Michel Foucault decía que habían regímenes de verdad: que cada sociedad tiene su régimen de verdad, y  que esto tenía que ver con qué tipos de discursos funcionaban como verdaderos o falsos y los mecanismos que existen para diferenciar  unos de otros. Una cosa es decir que el hecho es la verdad y otra cosa es decir que, en realidad ,la verdad es algo que se produce. Lo que señala Foucault es que este régimen de verdad contempla mecanismos e instituciones.

Desde esta perspectiva, más que señalar que estamos en una situación de posverdad, lo que pasa es que están cambiando las instituciones y los mecanismos que van construyendo la verdad. Esto tiene que ver con la crisis del periodismo de los medios tradicionales y con las nuevas funciones de internet y las redes sociales en este tema. Se está cambiando el panorama donde se construye la verdad, por dónde circula. En las redes sociales se forman “burbujas” de opinión ideológicamente afines, retroalimentadas y si llega una noticia falsa y la compartimos, es muy difícil que esa noticia llegue a un lugar de contrastación externa, situación que sí se produce en las noticias que se producen por los medios tradicionales. Podemos señalar que se ha complejizado el lugar donde se produce la verdad.

Otro punto interesante es que Michel Foucault habló de la relación del ciudadano con el gobierno en relación a la verdad. Él planteó que el ciudadano tiene derecho a pedirle a un gobierno  que le diga la verdad, pero los gobiernos nunca pueden decir toda la verdad. Ese es un estado de la situación que él acepta.  Señala “es la parresía, esto es la palabra libre del gobernado, que puede y que debe interpelar al gobierno en nombre del saber de la experiencia que tiene del hecho que es un ciudadano sobre lo que el otro hace, sobre el sentido de su acción.” Es decir, nos asiste como ciudadanos el derecho de solicitar explicaciones, por más que se sepa que, en virtud de la ética de responsabilidad de un gobierno, nunca puede decir toda la verdad, no puede estar todo el tiempo exponiendo sus razones.

El episodio de la “Cebolla del gobernador” fue un momento extraño, alguien cercano a él señaló que fue un “recurso pedagógico”, en este sentido es necesario recordar que en la función pública siempre se agradece la elegancia y sofisticación en el actuar, evitando un bochorno como región.

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