Primero fue Sarkozy y ahora le toca a Hollande. La forma de tratar a los gitanos que tiene el gobierno francés avergüenza a sus habitantes, sobre todo, después de la detención y deportación de Leonarda Dibrani, una estudiante de origen kosovar, de 15 años y etnia romaní, que llevaba cuatro años escolarizada en Francia y que fue arrestada por la policía de fronteras (PAF) el 9 de octubre en el aparcamiento de un instituto público mientras realizaba una excursión escolar con sus compañeros de tercero de secundaria.
El caso, tal y como se recoge en el diario El País, revela la ferocidad del tratamiento dispensado por el Gobierno francés a la minoría romaní, pese a las reiteradas promesas de humanidad lanzadas por el presidente socialista François Hollande.
Las reacciones no se han hecho esperar y estudiantes de varios institutos de París han salido a la calle para mostrar su repulsa ante la deportación de su compañera. También la prensa francesa se hace eco de las numerosas críticas que ha suscitado esa decisión, de la que se hace responsable a la política de inmigración aplicada por el ministro del Interior, el socialista Manuel Valls.
Mientras el ministro de Interior presume de firmeza y el partido exige responsabilidades, Leonarda, explicaba en un correcto francés en la emisora de radio France Inter, en una entrevista concedida a Géraldine Hallot, no tiene “derecho a ir al colegio” porque es romaní, explicó que su familia estaba durmiendo “en los bancos de la calle”, y concluyó: “Yo todo lo que quiero es volver a Francia con mi familia. Para retomar mis clases, para tener un futuro. La cosa más importante es el colegio”.