Al momento de escribir esto, han transcurrido menos de 24 horas desde que Chile decidió la dirección y el sello que quiere darle a la política y a su sociedad para los próximos 4 años. Pero hay aquí mucho más que eso. Estamos frente a una instancia histórica que presenta un marcado simbolismo y que podríamos conectar, sin temor ya a señalarlo, directamente con la idea del futuro, del cese del espacio transitivo en el que parecimos mantenernos durante décadas en nuestro país, en una elección que estuvo marcada de primeras veces para Chile.
La primera elección con mayor cantidad de votantes, desde la instauración del voto voluntario, concurriendo a ejercer su derecho -con más de 8 millones de ciudadanos y ciudadanas participantes- el primer presidente más joven de nuestra historia con 35 años, perteneciente al partido más joven en alcanzar la presidencia. La primera vez que en Chile un candidato logra dar vuelta los resultados de la primera vuelta en el balotaje y la primera vez que es electo alguien no perteneciente a los más grandes bloques políticos. A ello se debe agregar que también por primera vez y es este el punto en que debiéramos detenernos, una campaña parece haber oído claramente las señales que nos dieron millones de chilenos y chilenas con los resultados de la primera vuelta.
Se triunfó aquí porque se optó por una campaña de ideas, una campaña de propuestas, una campaña que – y esta fue la clave – no se originó desde la verticalidad, sino que nació y se generó directamente por y gracias a la gente. Fueron cientos de comandos ciudadanos desplegados territorialmente por todo el país, creados por voluntarias y voluntarios que se sintieron convocados por el llamado a la esperanza y por la sabiduría propia que tienen los pueblos que han recorrido ya demasiadas luchas como para creer que del temor pueda germinar una vida que valga la pena. Fue la vuelta hacia la gente, fue atreverse a buscar a aquellos y aquellas que habían perdido -con justa razón- la fe en los proyectos políticos lo que permitió esta victoria, que es justamente de ellos y ellas.
Esta campaña ganó porque se basó en la creación de puentes, de diálogos y entendimientos, porque se estableció bajo la idea fundamental que un futuro gobierno debe abrirse a recoger lo mejor de todas las propuestas, porque el fin es uno sólo: darnos a nosotros mismos un futuro en que la vida sea digna.
Sobre lo anterior, debe también señalarse con la claridad que proviene del resultado alcanzado, que la gobernabilidad y la democracia no son alcanzables sin el respeto irrestricto de la dignidad humana, sin el respeto irrestricto a los Derechos Humanos y eso es algo que la campaña de Gabriel Boric se ocupó en señalar claramente y con un marcado sentido de urgencia pues no se puede gobernar un país si no se recoge a toda la amplia diversidad que le compone.
Estas son algunas de las claves del triunfo obtenido, pero serán también las claves del éxito de este gobierno. Un gobierno en que escuchemos a todos y todas quienes quieran un país mejor, esperemos sea ese nuestro legado.
