El Gobierno colombiano y las FARC han conseguido cerrar un acuerdo para que la guerrilla deje las armas, firme la paz y se abra paso en la partipación política del país como un partido legal. Un avance trascendental para un país que lleva 50 años de conflicto armado interno.
El acuerdo llega tras un año de negociaciones en Cuba y se cerró con un acto formal al que asistieron los negociadores de ambas partes y representantes de Cuba, Noruega, Chile y Venezuela, como países garantes y acompañantes de los diálogos de paz colombianos. Aunque ambas partes se mantinen cautas y repiten el lema «nada está cerrado hasta que todo esté acordado».
En este acuerdo se sientas las bases que garantizarían el ejercicio y derechos de la oposición política en Colombia y de los nuevos movimientos que surjan en un escenario de paz. También destaca la decisión de conceder presencia en la Cámara de Representantes a aquellos territorios del país más afectados por la violencia del conflicto, a través de las llamadas «circunscripciones transitorias especiales de paz».
Otro de los puntos importantes se centra en acabar con el fraude electoral, para garantizar no sólo la transpararencia electoral, sino favorecer la democratización de los procesos y también promover la participación femenina en el proceso. Unos objetivos para los que habrá que realizar cambios constitucionales importantes.
Una paz anhelada en Colombia, para la que todavía hay que seguir trabajando y que en palabras del representante de las FARC, no es un proceso de sometimiento de la guerrilla,