Para quienes gustan de la poesía, una sugerida indispensable es Sor Juana Inés de la Cruz, en su tiempo, “La décima musa”, la mujer cuya erudición y talento conquistaron y desorientaron a la corte virreinal de México.
Nacida como Juana Ramírez de Asbaje en San Miguel de Neplanta, Nueva España (México) en el año 1648, esta pensadora será más conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, nombre que asume al tomar los hábitos, menos por vocación que por las limitadas opciones que una mujer de su época tenía.
“Primero Sueño” es un poema de casi mil versos, de gran belleza, que trata de epistemología, de teoría del conocimiento pura. Hay quienes dicen que es un poema en blanco y negro, un poema estrictamente intelectual. Se trata del viaje de la razón o del intelecto, del conocimiento hacia la luz que es la verdad. Narra cómo de golpe no podemos captar las cosas: la razón cae a la mitad del poema y, posteriormente, debe usar un método, que es la lógica, para funcionar por partes y así lograr conocer de mejor manera.
Un episodio muy relevante de su escritura es la carta que Sor Juana le dedica a Sor Filotea de la Cruz (quien en realidad es el Obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz). La historia cuenta que este obispo había estado hablando con Sor Juana sobre los comentarios de la religiosa en torno al sermón de la montaña, que interpretó un teólogo muy importante portugués, el famoso predicador de la Compañía de Jesús, P.Vieyra. Los comentarios de ella habían sacado ámpulas en la comunidad, entonces, el Obispo de Puebla le envía una carta a Sor Juana, bajo el seudónimo de Sor Filotea, donde le pide que deje de escribir poesía erótica y de interpretar cuestiones teológicas y que se dedique, más bien, a rezar. La respuesta de Sor Juana, llena de ironía, se transformó en uno de los textos fundamentales en la relación entre mujer y conocimiento.
Fuertemente identificada con el territorio que habitaba, Sor Juana escribió Tocotines, que son poemas para negros y para indios. De ese modo, abordó frontalmente las castas y la lengua autóctona. Por otra parte, realizó una verdadera afirmación de las tierras americanas, su exuberancia y cómo la piedad en estas tierra es especialmente superior a la europea, lo cual era otro tema muy típico de afirmación criolla.
En el pensamiento de sor Juana podemos hallar elementos de feminismos, si éste es entendido como un planteamiento de defensa de la mujer. No es propiamente feminismo, pues sería un anacronismo juzgar el discurso de una religiosa del siglo XVII a la luz del tema del género, que es un tema del siglo XX. A partir de la obra de Octavio Paz, a Sor Juana se le ha interpretado a partir del tema de género, lo que es reducirla, ya que sería atribuirle mérito sólo por un tema de género , cuando en realidad, ella ha significado un gran aporte filosófico, científico y teológico.
Sor Juana, hija ilegítima de madre analfabeta, niña prodigio, ávida lectora, autodidacta, poeta y filósofa, con humor expone la tensión irresoluble, en su época, entre su condición de mujer y la tarea filosófica, cuando nos dice: “¿Qué podemos saber las mujeres sino filosofía de cocina? Yo suelo decir, si Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubiera escrito”