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jueves, 31 octubre, 2024
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Los algoritmos de las redes sociales y los peligros de las burbuja de filtro

Nuestra mirada del mundo y la percepción de la realidad dependen -en gran parte en la actualidad- de los algoritmos. El control de los contenidos que consumimos (y que no vemos) depende de la programación de las redes sociales que utilizamos hoy en día, tales como Facebook o Instagram.
¿Qué es un algoritmo? Según la Real Academia de la Lengua Española (RAE) un algoritmo es un conjunto ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema. Esta definición llevada al campo de las redes sociales, describe la solución al gran flujo de contenidos que día a día se publica, y donde los algortimos ordenan este tsunami de material digital, facilitando la visualización de los usuarios.
Estos algoritmos se han ido haciendo más complejos e “inteligentes”, ya que van aprendiendo de los comportamientos de navegación de cada usuario. Por ejemplo, el algoritmo de Google ordena los resultados de búsqueda de acuerdo a las preferencias de navegación de cada persona, incorporando también, entre otros factores, la ubicación geográfica, por lo que cada resultado de búsqueda es diferente según el usuario.
Lo mismo ocurre en Facebook. La información o contenidos que aparecen en nuestra línea de tiempo se ordena de acuerdo a los criterios del algoritmo, es decir, se acomodan a nuestras preferencias ideológicas y suelen aislarnos de posiciones contrarias.
El gran peligro que supone esta navegación algorítmica es la generación de las denominadas burbujas de filtro, concepto acuñado por Eli Pariser (2011) y que se refiere a los universos personales en la red que se construyen a partir de dichos algoritmos.
Es muy fácil caer dentro de una burbuja virtual. El algoritmo de Facebook, mostrará en la pantalla de inicio de cada usuario aquellos contenidos y contactos que más se acerquen a sus creencias, gustos e ideología, “bloqueando” de la línea de tiempo de cada uno aquellas ideas y posturas que no se ajusten al perfil de la persona en cuestión.
Además, hay que tener en cuenta que los mismos usuarios crean sus propias burbujas a través de acciones como silenciar, dejar de seguir o bloquear. Esto se conoce como “homofilia” (literalmente amor a los iguales) y se define como la tendencia a relacionarse sólo con personas que piensan parecido.
Los criterios de programación de los algoritmos son un verdadero misterio para los estudiosos y se han convertido en foco de conflicto. La denominada “opacidad algorítmica”, por ejemplo, ha generado un conflicto entre las plataformas (Facebook Google, etc) y los medios de comunicación, debido a que los constantes y arbitrarios cambios en la programación de estos sistemas, restan visibilidad a los contenidos periodísticos de los medios.
Dentro de las medidas para combatir la proliferación de Fake News, Facebook cambió su algoritmo en 2018 para priorizar la visualización de contenidos compartidos por familiares y amigos, por encima de los generados por medios de comunicación, empresas y marcas.
En resumen, los algoritmos aparecen como una solución informática para ordenar la visualización de la gran cantidad de contenidos que se generan día a día en las redes sociales. Si no fuera por ellos, sufriríamos una saturación de información. Sin embargo, está en tela de juicio el hecho de que los sistemas algorítmicos afectan la percepción de la realidad de los usuarios.
Los peligros de los filtros burbuja ya son una realidad, y podemos apreciarlos al navegar por las diferentes redes sociales: una polarización en las posturas; intolerancia a ideas contrarias y un bajo nivel en el debate, que como ya mencionamos en un artículo anterior, casi siempre acaban en ninguneo, insultos y finalmente bloqueo.

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