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viernes, 22 noviembre, 2024
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María Elisa Bernal, ex CEPAL: “Chile es poco innovador porque prevalecen modelos asistencialistas”

Algunas de las respuestas que leerá en esta entrevista difícilmente habrían sido dadas si María Elisa Bernal hubiera seguido trabajando en la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) de ahí que nos pide recalcar que el año pasado dejó este importante organismo dependiente de la ONU tras prestar servicio durante 16 años en nuestro país.
Durante ese tiempo, esta destacada investigadora colombiana y ex asesora especial del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) llegó a Chile el año 2000 y entre el 2003 y 2016 estuvo a cargo del Proyecto “Experiencias en Innovación Social en América Latina y el Caribe” de la CEPAL que contó con el apoyo de la Fundación W.K. Kellogg.
María Elisa Bernal es crítica respecto al camino que ha tomado nuestro país respecto a la innovación social, los principales obstáculos para su desarrollo y la obsesión de buscar soluciones en Europa y Estados Unidos sin prestar atención a casos de éxito dentro de nuestro vecindario.

María Elisa, resulta fundamental definir en primera instancia ¿qué es una innovación social?

Después de varios desarrollos conceptuales llegamos a la conclusión que la definición es muy sencilla; es nuevas formas de hacer las cosas, nuevas formas de gestión, nuevas formas de administración, nuevas formas de combinar recursos, el uso de recursos que antes no se usaban en un determinado problema. Pero tienen que tener ciertas condiciones como lograr resultados mejores que los modelos tradicionales y una relación costo-beneficio mejor que los modelos tradicionales porque si no para que irnos a una cosa que es más cara y tiene menores beneficios; entonces, eso es indispensable.
Esa innovación tiene que ser un modelo que sea económica y políticamente sostenible; es decir, no algo que nazca y muera así como la espuma de la cerveza. Además, y muy importante, tiene que asegurar desde un comienzo la participación activa de la comunidad. Esto, por un lado, le da sostenibilidad política a las acciones. Pero, lo que es más importante para la CEPAL, debe desarrollar el concepto de ciudadanía en la medida que yo soy un ciudadano con derechos pero también con deberes.
Tengo deberes frente a mi propio proyecto de vida, rompe con esos modelos tradicionales de asistencialismo en el cual las personas de menores recursos estiran la mano y el Estado -o la organización de la sociedad civil- les entrega lo que él considera necesario, que muchas veces no es lo que le interesa, y eso debilita la sensación de ciudadanía. Y sin una verdadera ciudadanía dificilmente hay una democracia.

De acuerdo a lo que han logrado detectar ¿Qué tipo de personas optan por hacer innovación social?

Una primera cosa súper importante es que cuando uno detecta esas cosas que han logrado cumplir con todos los requisitos y que han tenido grandes éxitos, ninguno de ellos se ha propuesto ser innovador. Es decir, ninguno ha partido diciendo «yo voy a hacer una innovación social». Lo que ellos se plantean es «hay este problema», que por lo general son tradicionales, y dicen «bueno, hay todos estos modelos tradicionales que se han usado y si bien han mejorados esos indicadores como, por ejemplo, bolsones de pobreza que no han logrado ser atendidos; entonces dicen «qué es lo que tenemos que hacer para lograr atenderlos». Lo que buscan es solucionar un problema y no ser innovador.
Cuando yo me pongo la camisa de fuerza que lo que quiero es ser innovador, puedo caer en el error de no ver lo que otros están haciendo. Las innovaciones son pequeños detalles, no son cosas enormes que salten a la vista. Son pequeños detalles pero que -efectivamente- han hecho que las condiciones de vida en el objetivo que se han planteado cambian radicalmente. Y es la capacidad que tienen de ir desarrollando las cosas con pequeños indicadores permanentes del devenir diario y ser capaces de hacer las modificaciones que se vayan requiriendo. Esa es la clave de las personas que han logrado ser unos verdaderos innovadores.

Cuando uno observa los casos de éxito en innovación social también ve lo lento que reaccionan los Estados para adaptarlos como políticas públicas ¿Existe una brecha en este tema?

Nuestro mensaje clave desde la CEPAL -donde incluso hubo una publicación que se llama «De la innovación social a las políticas públicas»- es que ese es el gran reto de la región. La región está llena de innovaciones sociales, somos de lo más creativos del mundo. Básicamente las innovaciones sociales surgen de una combinación muy virtuosa entre las propias comunidades y organizaciones de la sociedad civil.
Estos niveles tienen una enorme capacidad demostrada de desarrollar modelos pero es muy difícil llevarlos a escala nacional o internacional, como un caso muy exitoso y maravilloso que tiene Chile como es «Techo para Chile» que existe en todo el país y en muchos países de América Latina, pero eso no es fácil. Creo que lo del TECHO se logra porque es esta juventud llena de ideas y deseos los que se han encargado que se lleve a Argentina, Colombia, Perú, etc. Pero en general eso no es así.
Lo que vemos nosotros en la región es que los gobiernos -con una excepción grandísima y otra más o menos buena- no miran lo que se hace, no miran los logros de esa combinación virtuosa, y cuando tienen que atender un determinado problema miran en el hemisferio norte en lugar de mirar lo que hace el vecino que es mucho más fácil de adaptar a la realidad latinoamericana. Yo con eso no estoy invalidando las maravillas que se hacen en Europa y EE.UU pero no hay la menor duda que una cosa que se desarrolle en Ecuador es más fácil de adaptar en Perú, Colombia y Chile que una cosa que traigo de Noruega.
Hay dos casos, uno excepcionalmente alto que es Brasil donde nosotros encontramos que los gobiernos, primero a nivel local, cuando ven que se está desarrollando algo que vale la pena, le mantienen un ojo encima, lo evalúan, lo analizan, y cuando principian a ver que tiene éxito le van dando ciertos aportes pero no como fondos concursables sino como parte del presupuesto en el área respectiva.
Cada día van entrando más activamente a la financiación de esa acción desde el presupuesto respectivo y se va integrando como un programa de gobierno a nivel local. Poco a poco otros gobiernos locales van asumiendo la misma actitud y van financiando esos programas lo que va agrandándose y -en determinado momento- los gobiernos estatales (el equivalente a regionales) lo asumen y en algunos casos se llega a que el Gobierno Federal declara ese modelo específico como un programa y una política para una determinada zona del país; y para Brasil es lo más lógico del mundo. Ese es un ejemplo ante el cual nosotros llamamos al resto de los países de la región a que lo miren y lo sigan porque esa ha sido una constante.

En base a su experiencia de 16 años en Chile ¿qué tan difícil es realizar innovación social en nuestro país?

Es un país que de acuerdo a nuestra definición de innovación social, poco innovador. Y esto porque prevalecen los modelos asistencialistas. Claramente hay niveles de circunstancias en los que se necesita el asistencialismo. O sea, ante un terremoto uno no puede llegar a preguntar qué es lo que la comunidad necesita, no. Necesita la mediagua para subsistir, el baño, que le activen otra vez la carretera, en eso no hay la más mínima duda.
Pero más allá de esas instancias claras de programas asistencialistas que son absolutamente indispensables, en general no se promueve la participación de la sociedad porque de bases se tienen concepciones erróneas de lo que es la participación de la comunidad. Entonces, por ejemplo, uno pregunta ¿la comunidad participó en la construcción de esto? y la respuesta es «claro, yo les informé, yo vine, hice una reunión, vino la comunidad, les contamos y todos asintieron», eso no es participación.
Creo que uno de los principios básicos que dificultan una verdadera innovación social exitosa es la falta de la participación de la comunidad con la cual se va a trabajar, y que pasemos de la concepción del beneficiario a la concepción de la comunidad que recibe un beneficio pero con la cual se co-construyen las cosas, con la cual se le da a la comunidad la capacidad de ser actor de su desarrollo y no solo beneficiario sobre el cual construye algo que muchas veces es lo que le dicen que construya. Esa es la falla.
Ahora, yo encuentro que una de las dificultades para el financiamiento de las innovaciones sociales -porque definitivamente se necesita financiamiento que no debe ser solo del gobierno- es lograr que esas enormes fundaciones -que también hay en Chile- vinculadas con las empresas muy exitosas dejen de actuar solo en su línea de responsabilidad social, en su propia área y su propio interés y tengan capacidad de financiar acciones más generalizadas que mejoran a un grupo más amplio de la población. O sea, que parte de esas fundaciones que hacen básicamente acciones de responsabilidad social, que sean capaces de abrirse y convertirse en co-financiadores de actividades y acciones de las comunidades o de otras organizaciones de la sociedad civil.

Respecto al concierto regional ¿Chile en qué lugar del ranking está a nivel de innovación social?

Son de los menores innovadores. Son realmente los menos innovadores en innovación social pues tienen unas cosas muy importantes de innovación tecnológica. Yo no me puedo cortar la mano por eso pues no lo he estudiado en profundidad pero yo creo que el exceso de centralismo real que tiene Chile perjudica mucho esa capacidad de innovar.
La innovación claramente surge en el nivel local. O sea, uno no puede pensar que una innovación, que es una apuesta a un cambio muy significativo, se pueda hacer a nivel general. O sea, ni siquiera las transferencias condicionadas que las hacen en Brasil nacen de una vez a nivel nacional pues el gobierno las ensaya en Brasilia, en chiquito, hacen pequeños programas pilotos y cuando ve que funciona las masifica.

En sus 16 años en Chile ¿observó alguna luz de esperanza respecto al rumbo que debiera tomar el país en innovación social o solo se repite un mismo sistema?

Básicamente se reprodujo el mismo sistema. Por ejemplo, yo viví una cosa maravillosa que fue pasar de los miembros del CORE designados a electos. Eso para mí fue realmente maravilloso pero ahora que tuve la oportunidad de llegar aquí y tener contacto directo con miembros del CORE, con gran tristeza me di cuenta que si bien es maravilloso que sean electos popularmente -y espero que así lo sigan- no tienen poder real. Entonces, además de la descentralización formal por la elección popular hay que asegurar que logren tener funciones y recursos con una verdadera visión de descentralización. Pero yo vi avances significativos en la innovación tecnológico pero no avances significativos en materia de innovación social.
 

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