En el marco de la cultura de la cancelación que parece invadirlo todo hoy, hace un par de años fuimos testigo de cómo el filósofo y economista Guy Sorman, en una entrevista que dio al periódico británico Sunday Times, para presentar su nuevo libro, contó algo que produjo una gran conmoción en el mundo cultural: declaró que en una visita a Túnez junto al filósofo francés Michel Foucault el año 1969, Foucault pagó para tener relaciones sexuales con un menor de edad. Ignoramos si esto es cierto o no, pues Foucault vivió hasta 1984 por tanto no podemos contar con su versión. Por otra parte, alguien podría argumentar que Sorman se aprovechó de la “cultura de la cancelación” para promover su libro, o que lo hace porque defiende el liberalismo económico y Foucault era un hombre de izquierda. Pero vamos a suponer que lo que dijo Sorman es cierto, en una “cultura de la cancelación” no es extraño que personas pidan que saquen los libros de Foucault de circulación. De cualquier modo, es importante recordar que sean o no ciertas estas acusaciones, éstas no afectan su obra, que no le pertenece sólo a él, sino que es patrimonio de toda la humanidad.
Pero ¿cuáles son algunas de las ideas del filósofo francés que lo hacen tan interesante?
Foucault no apeló a evidencia empírica en su trabajo, es decir, no se basó en estadísticas, pero sí apeló a la evidencia histórica, que denominó “genealogía”, en donde, básicamente, intentó entender la historia de las ideas a partir de la historia de la cultura occidental. En su libro “Historia de la Locura en la época clásica” analizó cómo se encerraba a las personas en virtud de que no calzaban con un concepto de “normalidad”, entonces, esas personas que aparecían como “locas” no necesariamente lo eran. Se encerraba a los pobres, a los mendigos, a los leprosos, a las brujas, todo esto hasta que la locura pasó a ser considerada una enfermedad mental: por un lado apareció la siquiatría y, por otro, Freud acuñó el concepto de “enfermedad mental”. A partir de esto, países buscaron alternativas a la internación siquiátrica.
En gran parte de la obra de Foucault hay una idea de la “Verdad” como representación social. Su libro “Las Palabras y las Cosas” comienza con una cita de Jorge Luis Borges. Este libro, dice Foucault, en el prólogo, surgió de un texto de Borges, “de la risa que sacude, al leerlo, todo lo que resulta familiar en el pensamiento”. Foucault cita una supuesta Enciclopedia china de la que habla Borges. La idea que está detrás del texto de Borges es que existen distintas formas de clasificar el mundo, pero decir que hay distintas formas de clasificar los objetos no implicaa decir que no hay nada verdadero en el mundo. Foucault toma su idea de verdad, probablemente, de Nietzsche, que subraya que hay cosas que pasan por universales, pero que, en realidad son históricas y tienen que ver con el significado que se les asignó desde el poder. Por ejemplo, el hecho de que las relaciones íntimas entre mujeres o entre hombres hayan sido consideradas, en una época, una enfermedad. Pero no toda verdad es una construcción. Si bien es cierto que algunas verdades son consagradas por quienes detentan el poder en una sociedad, no todas lo son. “La verdad” es un atributo de ciertos enunciados. No hay verdad sin lenguaje, pero sí hay hechos referidos por los enunciados. La ciencia es una construcción social, pero eso no significa que no se vincule con la realidad; los científicos estudian los hechos en el mundo, algunos de esos hechos son construcciones humanas, pero otros no. La verdad fáctica no es una propiedad del mundo, sino un atributo del enunciado que refiere al mundo. Consideramos que algunos enunciados son verdaderos porque se corresponden con datos sobre hechos del mundo.
En uno de sus libros más célebres “Vigilar y Castigar”, Foucault habla de un concepto de poder que no se refiere solamente a la prohibición, sino a la interiorización de las normas. Una vez más, Foucault toma una idea de Nietzsche, que es la idea de poder entendido no como algo represivo, sino como una suerte de influencia sobre algo. Aparece, entonces, una idea muy presente en la filosofía de Foucault que es la idea de disciplinamiento. Parte analizando una estructura que se utilizó en las cárceles en un comienzo en donde hay una persona que controla a muchas, es el diseño del panóptico y habrían una serie de instituciones que tendrían ese mecanismo arquitectónico que permitiría una forma de ejercicio del poder, una forma de vigilar y castigar. Menciona instituciones como la escuela, la fábrica, la cárcel, los hospitales serían para Foucault, dispositivos de disciplinamiento: alguien aprende a obedecer en la escuela, para seguir haciéndolo en la fábrica, por ejemplo.
También Foucault se ocupa de pensar el poder, no como algo que uno posee, no como una cosa, sino como una relación. Sólo hay poder cuando hay otro que reconoce a aquel que tiene el poder. Un poco lo que planteaba Hegel en la dialéctica del amo y del esclavo. Foucault agrega, en este punto, que a no ser que una persona esté absolutamente subyugada al poder de otra, siempre que hay un poder, hay una resistencia.
De la serie de libros que Foucault escribió hacia el final de su vida, es especialmente valioso el desarrollo de la filosofía estoica. Allí resume, de algún modo, los ejercicios que realizaban los estoicos para educar el carácter, para controlar sus impulsos.
Aprovechando el tiempo estival, podemos revisar alguno de los libros, tratados, clases, debates que se encuentran en Youtube de este filósofo fundamental en la historia del pensamiento. Algunos le reprochan haber cambiado de pensamiento a lo largo de su vida. Para ello, baste citar un pensamiento de su libro “La arqueología del saber”, cuando señaló “no me pregunten quién soy ni me pidan que siga siendo el mismo”
Gracias Marcela por animarnos a pensar, buscar, descubrir…