“Las expulsiones se siguen realizando como corresponde, lo que pasa es que a diferencia de antes, sin la parafernalia y la vulneración de la dignidad de las personas”, dijo el Presidente Boric desde su gira en EE.UU.
Sus palabras sorprenden, al igual que los dichos del director de Migraciones de su gobierno, Luis Thayer, respecto a que “los procesos de expulsión no se han detenido” tras el cambio de mando del 11 de marzo pasado.
Y es que en la práctica este gobierno en cuanto a expulsiones no ha hecho nada. El director de Migraciones habla de 316 expulsiones, pero vamos por partes. La gran mayoría de estas medidas fueron impulsadas en el gobierno del Presidente Piñera y solo 88 corresponden a abril, mes en que Thayer ya se encontraba en el cargo.
Así, de esas 88 expulsiones, 86 son de carácter judicial -es decir son ordenadas por un tribunal, no por el Ejecutivo- y las 2 restantes fueron gestionadas por los propios ciudadanos extranjeros. En conclusión, las expulsiones empujadas por este gobierno: son cero.
Frente a este escenario, uno se pregunta, ¿quieren o no quieren reconducir a los inmigrantes o extranjeros que ingresaron de manera ilegal, de manera clandestina a nuestro país?
Lamentablemente vemos al gobierno y al oficialismo entrampado más en un tema ideológico que buscando tener una migración ordenada, segura y digna. La izquierda no cree en la reconducción como herramienta efectiva de control a la inmigración ilegal y quiere congelar el asunto, confiando en que si ganase el Apruebo el próximo 4 de septiembre, existirá un perdonazo migratorio con el texto propuesto por la Convención Constitucional.
Cuando existen aproximadamente 20 mil expulsiones pendientes, no hacer nada es una irresponsabilidad y un desprecio a quienes se ven enfrentados de diferentes maneras a la crisis migratoria. Es urgente que el gobierno muestre a la brevedad cuál es su definición y estrategia para enfrentar esta crisis y específicamente que hará con los ingresos de manera clandestina e irregular.
Chile necesita una migración ordenada, segura y digna. Y en el caso puntual de las expulsiones o reconducciones, por supuesto que debemos seguir mejorando en que sean más humanitarias y dignas, pero -con o sin parafernalia, yo también prefiero sin- deben realizarse, porque dejar a alguien en la irregularidad total sí que es una vulneración de la dignidad.