“Medir las palabras no es necesariamente endulzar su expresión sino haber previsto y aceptado las consecuencias de ellas” (Abraham Lincoln)
Según la Real Academia de la Lengua Española, “populismo” es aquella “tendencia política que pretende atraerse a las clases populares”; y, por su parte, demagogia en su segunda acepción, y la que a mi juicio mejor refleja el estado de cosas actual, es la “degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder”. Pues bien, desde esta tribuna denuncio con vehemencia el populismo y la demagogia que campean hoy libres por la escena local, y me revelo para no ser un mudo testigo del profundo daño que causará en las economías familiares de mi región los efectos de una política pública regresiva como lo es el denominado “Cuarto Retiro”.
En efecto, y así como aquel joven del cuento de Hans Christian Andersen “El Traje Nuevo del Emperador”, he decidido no guardar silencio y desenmascarar aquellas tretas que, amparadas de ropaje ciudadano, pretenden hacernos creer que detrás de una política pública como el cuarto retiro existen nobles sentimientos de empatía y entendimiento del padecimiento por el que hoy atraviesa buena parte de los chilenos y chilenas, omitiendo deliberadamente señalar que su “buenismo” se materializa a costa de las pensiones de cientos de miles compatriotas a los que no sólo se les invita a destruir sus ahorros sino que a enfrentar en un futuro (por cierto, después de las elecciones) todos los efectos nefastos que traerá en la economía doméstica una medida como esa.
Que duda cabe que tanto la pandemia como la delictual violencia que le antecedió, han sumido a gran parte de la población en una compleja situación económica de la que hasta hoy no pueden reponerse. Si a esto le sumamos, una tardía respuesta de la clase política y medidas de confinamiento que, en algunos casos, se extendieron hasta quebrar a pequeños y medianos emprendedores, el panorama en efecto es dantesco.
No obstante, extraña de sobremanera que, aquellas y aquellos que a lo largo y ancho de este país, están hoy en posición de legislar, hagan gala de diagnósticos tan claros como convenientes, omitiendo centrar todos sus esfuerzos en promover políticas públicas de apoyo focalizado a quienes más lo necesitan. Pero no, gran parte sigue fomentando políticas regresivas cuyos efectos nocivos han sido denunciados por economistas de todos los sectores, y sus consecuencias en la inflación del país (aquella que encarecerá la vida de nuestra gente) ya comienzan a aparecer en el horizonte.
No se trata acá de hacer un juicio de consecuencia en el voto de un proyecto en particular, ya que incluso, válidamente se podrá sostener que las particulares situaciones de contexto que rodearon al primer y segundo retiro justificaron su otorgamiento; lo que denuncio en este espacio es la falta de capacidad para imponer el criterio y buen juicio frente una medida a todas luces populista y demagógica, hecho que sin duda supone una debilidad de carácter que peligrosamente busca perpetuarse en nuestra política nacional y local.
Es por lo anterior que con vehemencia expongo el populismo y la demagogia que se esconde detrás de este cuarto retiro, lo hago, a sabiendas que esto podrá tener un costo electoral, pero el Chile de futuro no está para cálculos mezquinos, ese Chile se construirá con liderazgos valientes, que marquen el camino y no simplemente lo sigan. Por usted, que lee este artículo, es mi deber no callar y adelantarle las consecuencias negativas que tendrá para su economía familiar esta regresiva política que espero no se apruebe, y en su lugar, aquellos (as) que hoy no pueden eludir su labor de legislar, se aboquen a trabajar en refuerzos económicos focalizados, con co-participación de los Gobiernos Regionales, poniendo en primer lugar en la fila a las mujeres sostén de hogar, los sectores más vulnerables, la clase media y gremios del comercio, turismo y gastronómicos.