En una región que ha sufrido por años las consecuencias de un fuerte centralismo, siendo tratada con descriterio por el poder político y económico, el concepto “debemos apropiarnos del territorio” es relevante.
La apropiación territorial es lo que nuestras mascotas (los perros) nos enseñan cotidianamente, definen un territorio y se apropian de él, lo recorren, lo marcan y ladran para señalar que están allí, que ese es su territorio. Ese sentido de pertenencia y pertinencia no está en nuestras comunidades.
¿Qué es la apropiación territorial? Es la actitud, vinculación, empoderamiento y compromiso por el destino de una comunidad: sociedad civil, sector público y el sector privado, con su propio territorio; con su propia identidad; con el poder de decisión sea político o económico; con el diseño y aplicación de políticas públicas; con las acciones empresariales de impacto ciudadano; el desarrollo cultural; los recursos del tesoro público; el acceso y calidad del empleo; los servicios derivados de bienes públicos y privados; y en consecuencia con su presente y futuro. Lo anterior es clave, dado que la incidencia de lo que ocurre en el territorio regional cobra particular relevancia para el desarrollo, los flujos de comercio y los aspectos sociales y culturales, en definitiva para el destino y futuro de la calidad de vida de las personas que habitan el territorio.
Con la globalización y la revolución en las tecnologías de información y comunicación, los territorios (las regiones) enfrentan nuevos e importantes desafíos. Esto es relevante porque en este proceso algunas regiones quedarán en el grupo de las ganadoras y otras en las perdedoras, de las consideradas o de las postergadas, incidiendo esto en su nivel de desarrollo y calidad de vida. Y nuestra región ha sabido suficiente de abandono y postergación, por eso es tan importante que nos apropiemos del territorio.
Debemos apropiarnos del territorio, preocuparnos del desarrollo en su dimensión territorial y social, líderes de gobierno de ámbito nacional, regional y local, parlamentarios, autoridades públicas y privadas, debemos estudiar las nuevas tendencias y mecanismos de reacción, para actualizar y direccionar políticas y herramientas que potencien nuestra economía, revitalicen los territorios y mejoren la calidad de vida. En dicho proceso debe quedar muy claro que “Todo es uno y que uno es todo”, lo que aplica a múltiples dimensiones de la vida en comunidades. No compiten solo las empresas, sino las regiones en su conjunto. Los problemas individuales no atendidos pronto derivan en problemas sistémicos, como lo hemos comprobado dramáticamente en Chile. Esto exige políticas comprensivas e inclusivas, combinando investigación académica, tecnológica, gestión del conocimiento aplicado a las personas, organizaciones, empresas y el propio territorio. Incluye el desarrollo de competencias blandas y un clima emocional de confianza para facilitar una comunicación y gestión fecunda.
Los habitantes de la región, sus liderazgos, las organizaciones regionales, reclaman una mayor apropiación territorial, para superar el marcado centralismo, tanto público como privado. El poder económico, político y financiero se ha debilitado con los años en beneficio de otros territorios. A la hora de ver el inventario de activos que hacen atractiva la región, se observan graves retrocesos: en inversión pública, el 20% de los empleos benefician a gente de otras regiones, el pago de los tributos de las grandes empresas regionales se hace en Santiago, las principales gerencias y ejecutivos migraron de la región; las actividades de desarrollo son escasas. Los que abandonan la región señalan como argumento las debilidades educacionales, de salud, culturales, recreacionales, el costo del suelo, la disponibilidad de viviendas asequibles, etc. Hay tanto que hacer para mejorar y nadie lo hará por nosotros desde el nivel central.
Por su parte, las principales empresas de la Región de Antofagasta deben asumir un mayor compromiso con el desarrollo, apostar por su capital y licencia social, por su propio capital reputacional, por una lógica de buena vecindad y de sentido de comunidad, fortaleciendo liderazgos comprometidos con los intereses de la región, definir una identidad y un relato en torno a nuestros principales activos. Si esto no se aborda pronto se tensionará aún más la molestia ciudadana, los reclamos y reivindicaciones, las medidas legislativas para obtener mayores beneficios para el tesoro público. Nosotros queremos beneficios para nuestra región, sus comunas y localidades. Ese es nuestro desafío.
Primero la región, debemos apropiarnos del territorio. Todos tenemos un rol que jugar, el fin nos une, sin anteponer partidos políticos, creencias, ni colores, primero nuestra región.