En las soleadas y ventosas pampas nortinas ha comenzado a aflorar un conflicto inesperado. Inversionistas de energías renovables se encontraron con un escollo en el camino: los dueños del subsuelo. La batalla por el derecho a ocupar grandes superficies de terreno se avecina. La pelea es más que energía o minería y el gobierno ya busca una solución.
Según consigna el reportaje de Fernando Vega publicado en Revista Capital, hoy no son ni las entidades ambientales, ni los ecologistas o las comunidades. El problema ahora son los dueños del subsuelo. Un laberinto de propietarios mineros está trabando el desarrollo de las energías renovables en el norte. Hay denuncias de mal uso del derecho, de excesivo celo de la banca. Y hasta de extorsión.
El ambicioso proyecto del Estado de convertir al país en un paradigma de la electricidad limpia podría quedar en jaque, debido a que el derecho parece estar más del lado de quienes inscribieron los yacimientos que existen bajo tierra, que de quienes llegaron después con ganas de instalar granjas solares o eólicas .
La casi soterrada pelea es mucho más que un conflicto entre energía o minería. Por eso, el Gobierno monitorea de cerca el asunto. La banca, siempre tan preocupada de evitar los riesgos, previó este escenario y por ello no está entregando financiamiento a proyectos energéticos que no hayan solucionado lo que hay bajo sus terrenos. Que negocien con los dueños de las propiedades que yacen bajo suelo, o consigan sus propias pertenencias mineras, es la sugerencia que se hace a los desarrolladores.
Pero en el mercado todos saben que eso es bien difícil de lograr hoy. Basta con mirar un mapa geológico del país para darse cuenta de que prácticamente todo el subsuelo del norte tiene dueño. Por concesiones mineras, o por exploradores que andan en búsqueda de las vetas más jugosas.
Protestas de los inversionistas
La alta radiación y los buenos vientos del norte, sumados a la estrechez energética que vive el país, llevaron al Gobierno a lanzar en 2010 un ambicioso proyecto de aprovechamiento de las tierras fiscales para la producción de energías renovables. Hasta el primer semestre de este año, el Ministerio de Bienes Nacionales ya había entregado más de 12 mil hectáreas a 24 empresas de todo el mundo para que instalaran ahí sus plantas eólicas o solares.
Entre las compañías que ganaron las licitaciones figuran Enel Green Power, Mainstream Renewable Power y SunEdison, entre otras. Todas, bajo un modelo de concesión por treinta años, que implica un pago de una renta anual para el Estado, equivalente a cinco UF por hectárea. Del total de proyectos, el 69% corresponde a plantas eólicas y el resto, a fotovoltaicas.
En los próximos meses se realizarán nuevas licitaciones, la mayoría, eso sí, para desarrollar energía solar. Según un reciente informe de la Administración de Comercio Internacional de Estados Unidos, en 2015 Chile estará generando 264 MW del sol, sobre todo en esta zona de pampas y una que otra colina.
Hasta ahí todo suena bien. Pero el problema del subsuelo amenaza con bloquear o retrasar los auspiciosos planes. Eso bien lo sabe el subsecretario de Bienes Nacionales, Juan Carlos Bulnes. “Últimamente, han surgido ciertas dificultades para el financiamiento de proyectos de energías renovables en los casos en que el concesionario no controla además del terreno superficial, las concesiones mineras sobre el subsuelo”, dice.
Añade que varias compañías han ido a plantearles el asunto. De hecho, en algunas firmas el tema se ha convertido en un dolor de cabeza. Pero casi nadie quiere aparecer hablando de este tema que se ha colado por la rendija, porque cualquier indicio podría hacer subir los precios.
Hoy, la “competencia” entre proyectos energéticos y mineros ha hecho subir la cotización de la tierra. Arriba y abajo de la superficie. Y así, los desarrolladores sólo esperan a que se alineen los astros para poder sacar adelante sus planes. Por ello, Bienes Nacionales está entregando a los concesionarios la información sobre cuáles son las concesiones mineras que existen en las zonas que están licitando.
En todo caso, según el subsecretario, esta “competencia” no debiera ser obstáculo para las futuras licitaciones y anuncia que se están buscando salidas. “Estamos evaluando el asunto, hay distintas vías, como enviar un proyecto de ley que le dé cierto estatus a las concesiones en terrenos fiscales para asegurar que se pueda desarrollar el proyecto en forma oportuna. Estamos evaluando cuál es el mejor camino”, sostiene.
Entre las ideas que se barajan, figura dotar a las concesiones de Bienes Nacionales de una categoría jurídica similar a la de las concesiones mineras o eléctricas, algo que en todo caso se vislumbra polémico. Y que no se sabe cuándo va a llegar.
“Discutiendo con un especulador”
“Hay veces en que se piden concesiones mineras sin la intención de explotarlas, sino que con un fin especulativo, lo que obviamente perjudica al propietario superficial, ya que a las empresas generadoras les interesa explotar su parque solar y no andar discutiendo con un especulador cuánto le tienen que indemnizar”, se queja el gerente general de una firma que tuvo que sentarse a negociar con el dueño de su subsuelo.
Según abogados de temas mineros, quien se impone sobre un yacimiento debe indemnizar a su dueño en caso de que la mina esté siendo explotada o llegar a un convenio para poder hacer uso de ese suelo, e instalar así su parque energético o lo que sea. Pero, en ponerse de acuerdo sobre el monto del pago o en ir a tribunales, pueden pasar muchos años. Quizás tantos que ya no valga la pena levantar el proyecto. Por eso, se teme que se termine abriendo una puerta a los abusos.
El abogado experto en recursos naturales y energía Winston Albuquerque, añade que “no se trata de que las concesiones mineras sean superiores a un proyecto energético, sino que es un título que permite establecer servidumbres forzosas y la mayoría de las ERNC (fotovoltaicas y eólicas) no tienen esa fuerza. Otras energías ERNC, como la geotermia, sí tienen la misma fuerza que las concesiones mineras. Además, para la línea eléctrica también se pueden pedir concesiones eléctricas con la misma fuerza que las mineras. Por lo tanto, el problema se circunscribe entre las concesiones mineras y la planta de los proyectos fotovoltaicos y eólicos”, explicita.
Pagar para producir
La existencia de especuladores fue, según el gerente general de Schwager, Renzo Antognoli, lo que los llevó a abortar varios proyectos energéticos en el norte. Lo mismo pasó en un fondo de inversión. Reconoce que negociaron, pero que les exigían tanta plata que “los retornos de la inversión para nosotros, como desarrolladores, iban a ser incluso menores que los exigidos por el dueño de las pertenencias”.
Por ello, cuando decidieron invertir en dos centrales solares en la Segunda Región, partieron al revés: en vez de buscar sitios con buena radiación o conectividad, se quedaron con los terrenos donde no había pertenencias mineras ya inscritas. Así nacieron las centrales Chaka y Kunza. Y lo mismo seguirán haciendo a futuro, anuncia. “Los desarrolladores de proyectos ERNC quedamos limitados u obligados a pagar altas sumas de dinero para acceder a terrenos más virtuosos en términos de conectividad y radiación, al encontrarse en la búsqueda de una superficie, con pertenencias mineras inscritas a favor de terceros, aunque éstas no son explotadas”, añade.
En el mercado también se comenta que la estadounidense SunEdison, que construirá el proyecto fotovoltaico “Amanecer Solar CAP” de 100MW, tuvo que pagar al dueño de la pertenencia minera donde se emplaza el parque. Sin embargo, la compañía informó que “no hemos tenido problemas significativos, ni relevantes que hayan afectado o pudiesen afectar el desarrollo de nuestros proyectos en Chile”.
Al revisar los planos del Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), que dan cuenta de las pertenencias mineras ya constituidas o las exploraciones en desarrollo, se aprecia que al menos hay tres grandes proyectos de paneles solares que se “topan” con pertenencias mineras ya registradas. Se trata del Proyecto Fotovoltaico Capricornio, que está emplazado sobre parte de Algorta Norte en la Segunda Región; Luz del Norte, sobre pertenencias de Minera Aurex en la Tercera Región y Central Desierto de Atacama, encima de propiedades de Codelco, también en la Tercera Región.
El celo de la banca
Según desarrolladores y el Gobierno, probablemente la escala del conflicto sería menor, si la banca morigerara su interés en que los proyectos tengan solucionado lo del subsuelo. Pero en el sistema financiero sostienen que es imposible no contabilizar ese riesgo, porque pone en peligro la oportuna ejecución del proyecto. En todo caso, agregan que la exigencia del catastro minero, que es como se llama en jerga bancaria a tener solucionado el subsuelo, existe incluso para los proyectos inmobiliarios en las ciudades. ¿El objetivo? Despejar cualquier contingencia antes de entregar un crédito.
En el Banco Bice, donde cuentan con una cartera superior a 20 proyectos de energías renovables, su gerente de Negocios, Rodrigo Violic, explica que una de las inquietudes habituales de los bancos se refiere a todo lo relacionado con las concesiones mineras de exploración (o Pedimentos Mineros) y las concesiones mineras de explotación (o Manifestación Minera).
Añade que a veces los desarrolladores piensan que por el solo hecho de haber obtenido una concesión de un determinado terreno para construir una planta solar, el proyecto está “blindado” de cualquier tipo de interferencias por parte de terceros. “Si ese tercero fuera titular, por ejemplo, de una concesión minera de exploración sobre todo o parte del mismo terreno donde se piensa construir el proyecto solar, existe una contingencia importante para el desarrollador y para el banco financista que posee la prenda sobre la concesión, de que ese tercero pueda, de alguna manera, obstaculizar la construcción del mismo”, explica.
Por ello, antes de tomar la decisión de financiar un proyecto solar, los bancos se aseguran de que el proyecto esté en condiciones de ser construido sin este tipo de interferencias, para lo cual encargan a un estudio jurídico la realización de un due diligence legal que cubra este aspecto.
Basta mirar un mapa
Ese verdadero don de la geología que dotó a Chile de cobre y mineral, ha hecho que casi el 70% del subsuelo del norte esté inscrito con pertenencias mineras. En los mapas del Sernageomin se puede verificar que allí donde se ha buscado mineral desde los tiempos de los incas, las grandes empresas, pero también muchas personas naturales, son las principales titulares de derechos.
SQM, la principal productora de fertilizantes y litio del mundo, que controla Julio Ponce Lerou, concentra un 21% de todas las concesiones de explotación minera: unas 2,87 millones de hectáreas. Le sigue Codelco, Minera Escondida, SCM Virginia, ENAMI, Antofagasta Minerals, Compañía Minera del Pacífico, Corfo, Doña Inés de Collahuasi y SCM Copiapó.
De acuerdo al catastro de Sernageomin, en exploración BHP lidera el ranking, seguida por Codelco y Antofagasta Minerals. Según informes de Cochilco, en las cuatro primeras regiones del norte, más del 70% de su superficie está otorgada en concesiones mineras.
De acuerdo a los desarrolladores y algunos abogados, esta táctica no sólo busca asegurar vetas para el futuro, sino que sobre todo especular con éstas. Claro, que en el mundo minero esta inhóspita maraña de conflictos por las propiedades es cuento viejo. Sólo que ahora, que se empieza a ocupar la superficie con proyectos rentables, a varios dueños de concesiones se les está abriendo el apetito.
Mientras algunos sostienen que el país se ha desarrollado sin problemas, coexistiendo las concesiones mineras con otros proyectos, algunos creen que a medida que el suelo se vaya haciendo más escaso crecerá proporcionalmente el número de dificultades. “Hasta ahora nadie competía por la tierra en el norte, pero bastó que aparecieran estos proyectos para que sucediera”, reflexiona un desarrollador mirando los mapas geológicos desplegados sobre su escritorio. En las paredes de su oficina, están colgadas las fotos de un proyecto solar que quizá nunca vea la luz.