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domingo, 7 julio, 2024
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Como antecedente lo ocurrido en 1991

Recomiendan simulacro aluvional en Antofagasta: estudio advierte preocupante «descontrol urbano» en cuencas habitadas

La investigación realizada por un equipo multidisciplinario analizó las cuencas de La Chimba, en el extremo norte de la ciudad y del asentamiento Aurora Esperanza, ubicado en la zona centro alta de la comuna. La geóloga de la Universidad Católica del Norte, Francisca Roldán, explicó que “si bien son zonas geográficas distintas en el sentido de respuestas hidrológicas, lo que conlleva a un posible desastre socio-natural son los aspectos urbanos que están en descontrol, algo que tienen en común ambas áreas”.

Las cuencas de La Chimba y del campamento Aurora Esperanza (ubicado en la zona centro alta de la comuna) registran aspectos de descontrol urbano que incrementan el riesgo de impacto por un aluvión en las viviendas que se encuentran alrededor de estas áreas. Así lo detalló Francisca Roldán, geóloga del grupo multidisciplinario que realizó dos estudios en Antofagasta sobre las amenazas de eventos aluviales y sus consecuencias en estos dos sectores.

La doctora (c) de la Universidad Católica del Norte (UCN) explicó que si bien se trata de zonas geográficas distintas en el sentido de respuestas hidrológicas, lo que conlleva a un posible desastre socio-natural “son los aspectos urbanos que están en descontrol, algo que tienen en común ambas áreas. Por un lado, tenemos el exvertedero abandonado, con poco resguardo, lo que podría aumentar el posible impacto de un aluvión. También está el tema de la urbanización, los campamentos fuera del plan regulador comunal, lo que incrementa el riesgo de impacto por aluvión en las viviendas que se encuentran a su alrededor”.

Si ocurriese un nuevo episodio como el registrado el 18 de junio de 1991, Roldán sostuvo que podríamos ver un efecto concatenado en el que estas viviendas de informales pudiesen aumentar el impacto hacia las zonas bajas, llevando a un desastre socio-natural con características distintas a lo visto en 1991. “La ciudad ha cambiado, hay una mayor densidad, urbanización en el piedemonte y eso implica la toma de decisiones a nivel de planificación. Tener viviendas en descontrol es una real prueba de que deben tomarse decisiones mancomunadamente a nivel gubernamental, lo que en estos momentos no existe y que podría tener serias consecuencias en un evento de precipitaciones”, manifestó.

La geóloga indicó que las dos investigaciones son independientes, pero con un factor común, el análisis de la amenaza aluvial y sus impactos asociados. En La Chimba el estudio fue sobre la respuesta hidrológica ante un posible evento de precipitación que desencadene aluviones. En 1991, puntualizó, gran parte de esta zona al norte de la ciudad no estaba urbanizada como hoy, por ello los registros cuentan con poca información. En el lugar ahora convive un exvertedero, poblaciones transitorias, campamentos e incluso viviendas que están dentro del plan regulador comunal.

“Esta zona era importante para estudiar por el interés geológico y social. Se sacaron muestras de suelo para analizar las características propias del sedimento y la estructura física de la cuenca, la respuesta hidrológica ante eventuales lluvias. Todos estos datos se insertaron en un análisis hidrometeorológico para predecir posibles eventos futuros respecto del avance de un aluvión”, dijo desde sobre los aspectos técnicos de la investigación.

Esto lo realizaron mediante modelos matemáticos y topografía de alta resolución, lo que dio como resultado integrar los análisis de la zona de impacto, la altura de las viviendas, las irregularidades del suelo, la altura del vertedero e incluso una zona muy extensa de extracción de áridos que también es un problema, porque puede actuar reteniendo el flujo o aportando material sedimentario a ese flujo de grandes velocidades que podría aumentar el poder de impacto.

“Se determinó que esta cuenca (de La Chima) tiene características geológicas óptimas para el desarrollo de aluviones y características sociales y urbanísticas aptas para el desarrollo de un desastre socio natural”, declaró Roldán.

“Poco tiempo de evacuación»

La profesional señaló que en el caso del campamento Aurora Esperanza, vieron que dentro del cambio administrativo de Onemi a Senapred estaba el requisito de avanzar al cálculo del riesgo. Esto implica varios factores difíciles de obtener, porque requiere el trabajo de diferentes disciplinas, por eso califica esta investigación como inédita.

Tras conformar un equipo multidisciplinario eligieron la cuenca René Schneider porque tiene varias características, como los asentamientos que ni siquiera están en la desembocadura, es decir, en el exterior de la cuenta, sino que se levantaron dentro de la zona hidrográfica. Por lo tanto, añadió, “tiene poco tiempo de evacuación. Estimamos que las características geológicas y geomorfológicas eran aptas para el desarrollo de aluviones, que, si bien éstas no fueron registradas para 1991, se debe a que no había mucha urbanización en ese punto. Lo tercero son las tomas en esa área, lo que conlleva el asentamiento de viviendas de forma aleatoria, es decir, tenemos asentamientos de distintos materiales, poco resistentes al impacto de una eventual aluvión y están distribuidos de tal forma que ni siquiera pueden entrar vehículos de emergencia”.

Todos estos factores llevaron a que fuese un buen caso de estudio y pretenden que la propuesta metodológica pueda ser extrapolada a otras zonas del país y así avanzar hacia modelos de riesgo que incluyan distintos factores.

“Para el cálculo del riesgo se requiere estudiar la amenaza y se hizo algo similar con la investigación de La Chimba, porque es una metodología corroborada para zonas hiperáridas. Se calculó el caudal detrítico, el volumen que podría contener una reunión y su propio avance para un periodo de retorno de 200 años. Podríamos tener ese tipo de flujo en una lluvia en un futuro cercano o lejano. Lo segundo es el cálculo de la vulnerabilidad física, estructural y social. En lo estructural hay factores que se levantan junto con ingenieros civiles respecto a la materialidad de las viviendas, cómo están ubicadas y cuál será el nivel de impacto y la resistencia estructural ante un aluvión”, enumeró la profesional de la UCN.

Pero el equipo también levantó factores de vulnerabilidad social, integrando aspectos de resiliencia, educacional, el origen de la población y las respuestas que tendrían frente a un aluvión para conocer qué tan preparada está dicha zona para enfrentar ese tipo de amenazas. Todo eso se traslada a factores cuantificados para obtener distintos niveles de riesgo, alto, medio y bajo, insumo que esperan sea un aporte para la toma de decisiones y una mejor planificación urbana y territorial.

Sobre el cálculo de una eventual población afectada expresó que en La Chimba es una tarea difícil de concretar debido a su sistema urbano particular. Hay segregaciones en las tomas, no tienen una comunidad organizada y a ello suman una complejidad desde el punto de vista delictual. Este escenario es bastante mayor al que evidenciaron en el campamento Aurora Esperanza, por lo que el acceso a ese territorio sin el apoyo de la policía fue algo imposible, aunque no lo descartan como proyecto futuro.

La investigadora expuso que en “el campamento Aurora Esperanza está socialmente organizado, hay una cuantificación de la cantidad de gente y no hay un intercambio de residentes, algo que en La Chimba sí ocurre. En Aurora Esperanza cuantificamos unas 380 familias. No es una cantidad menor y está concentrada en espacios urbanos limitados por supuesto”.

Roldán manifestó que la radicación no es imposible, pero que faltan esfuerzos de parte de las entidades públicas. Por ejemplo, si no están determinadas las zonas de impacto reales será difícil llevar a cabo proyectos de viviendas sociales con un resguardo apropiado para esa zona geográfica. “Esto requiere un esfuerzo mancomunado y si las entidades públicas no se unen hacia un objetivo en común, podríamos tener distintas concatenaciones de dificultades que lleven a los que vemos hoy, poblaciones urbanizadas en el piedemonte, zonas de directo impacto y no solamente hablando de remoción en masa, también otro tipo de amenazas como contaminación o incendios”, afirmó.

Actualizar el plan regulador

La doctora (c) analizó que como medidas para el corto plazo se requieren mejoras y actualizaciones más frecuentes del plan regulador comunal, lo que implica aspectos básicos que ayudarían a otras entidades, como estudios integrados de las amenazas de estos territorios. Esta información de carácter básica debería incluirse en estos documentos esenciales para una correcta planificación territorial. “El problema está en que existe poco control de cómo se desarrolla. De hecho, hace poco intenté acceder a la misma metodología y es preocupante porque no sabemos si hay expertos adecuados haciendo este trabajo que es fundamental y que ayudaría a realizar otro tipo de proyectos, como el desarrollo de viviendas sociales”, advirtió.

Dentro de lo básico y urgente está aumentar la inversión para hacer estudios que permitan un correcto levantamiento de la información de amenazas y que integren necesariamente un equipo especializado en cada una de ellas, ya que se trata de un territorio bajo amenazado de manera múltiple.

“Las autoridades deben identificar las zonas urgentes y que este tipo de estudios señalan. Las grandes obras son las de mitigación que tenemos en más de diez quebradas en Antofagasta, pero significan una inversión y un tiempo considerable. Como primera medida diría que las entidades públicas, sobre todo de emergencia, deberían acentuar ensayos de evacuación y no solamente de sismos, también de aluviones. Algo que se podría hacer muy rápidamente es aumentar la educación aluvial en la población. Esto es necesario, porque si bien estamos muy preparados para la amenaza de sismos, no tenemos educación respecto de este otro tipo de amenazas que tuvimos en 1991, cuando en cosa de minutos la gente recibió el impacto de estos grandes volúmenes de flujo”, propuso la investigadora.

Roldán finalizó subrayando que la idea de estos estudios es que sirvan como una propuesta metodológica para el cálculo de riesgo que incentive a que entidades públicas la utilicen para la toma de decisiones. Esto, ya que Chile todavía ven una falta de trabajo mancomunado entre la comunidad científica y la toma de decisiones de las entidades públicas. “Si bien estamos dispuestos a aportar, son muy pocas las oportunidades para este tipo de trabajo en conjunto. Debemos pensar que este tipo de proyectos no solamente tienen un fin científico, también su propósito es mejorar la calidad de vida de las personas y pretendemos que a partir de este estudio que se efectuó en Antofagasta pueda extrapolarse a otras ciudades del país”, concluyó.

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1 COMENTARIO

  1. Interesante sería que aquellos que realizan este estudio y diagnóstico, aborden junto a las autoridades de obras públicas y viviendas, bao que criterio se autorizó una serio de conjuntos habitacional (edificios) en el sector sur, tras el llamado edificio Caliche, hasta los altos de COVIEFI, en sectores que igualmente que en lado centro norte, hubieron bajadas aluvionales que cruzaron la avenida Argentina. Quien responderá por las consecuencias que acarrean nuevos eventos de aluvionales.

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