Al concluir la etapa de la actuaciones de los/as Consejeros Constitucionales, nos hemos encontrado, al hacer un resumen, para sumar o restar, con el horror vacui- miedo al vacío- al contemplar varios resultados. Primeramente, que trabajamos en un ambiente de intervenciones e interpelaciones muy respetuosas, que, en gran medida, constituyó la modalidad de nuestras sesiones. Segundo, el escucharnos en nuestras exposiciones, no siempre derivó en un diálogo entre los sectores, entre la bancada progresista y la bancada conservadora. Sin duda, hubo matices entre los componentes de las bancadas, en cuanto a abrirse a considerar las argumentaciones del otro, en los temas que no fuesen los estructurales, o demasiados significativos para los sectores en pugna. Un tercer aspecto, ha sido que los diálogos con resultados de éstos, se concretaron en las conversaciones entre las bancadas de ChileVamos y los Republicanos, en la formulación de enmiendas y su aprobación. Un cuarto punto, es la preeminencia del número de consejeros/as Republicanos en el Consejo. Tienen la capacidad de bloquear y rechazar enmiendas que no les suscitan interés. Cuando, circunstancialmente, hubo coincidencia de votaciones entre ChileVamos (UDI, Renovación Nacional+Evópoli) y la bancada progresista (Convergencia Social, Revolución Democrática +Independientes y Pueblos Originarios, Partido Socialista y Partido Comunista), la votación de Republicanos decidió la suerte. Y así, lo demostró en la sesión de 3 de octubre, cuando se trató el tema del Consejo Asesor del Contralor, en el capítulo de la Contraloría General de la República, de sumo interés para el miembro de la Comisión Experto de la UDI, Hernán Larraín, y que contó con el apoyo de consejeros de otras bancadas: Republicanos se abstuvo y decidió el rechazo.
Y la pregunta ronda rápidamente: ¿Qué hacer?, cuando nos encontramos con los variados factores que están incidiendo en la percepción de la ciudadanía. Hay desconocimiento en el electorado, en cuanto a los asuntos tratados y lo aprobado/rechazado, máxime cuando percibe que algunos resultados no dan cuenta de la expectativa que tiene. Las encuestas conocidas apuntan a esta realidad. A mi juicio, nos encontramos con una complejidad muy interesante y con la dificultad del “nudo gordiano”, tanto para consejeros/as como para la ciudadanía. Para los primeros, en una mirada de humildad, desechando la práctica de erigirse en la voz de la ciudadanía, nos hayamos que los temas contingentes han afectado la orientación de los debates. No se puede desconocer, por ejemplo, para restar el papel a jugar por el Estado, las informaciones sobre la corrupción que han afectado en las transferencias desde éste hacia los privados, léase fundaciones, corporaciones, lo que cuestiona el cuidado fiscal sobre los fondos públicos, provenientes de los impuestos, etc. Tampoco puede soslayarse, por ejemplo, de qué manera la gestión de los privados, en el caso de las Isapres y la salud, está ligado a un margen de utilidades que no se condice con las atenciones y su alto costo para los usuarios vinculados con tales agencias privadas. La desconfianza de las bancadas, de la derecha hacia el rol estatal, se correlaciona con el grado de suspicacia de la izquierda y centro izquierda sobre el papel jugado por los privados. No obstante, sin el Estado y los ingresos de Codelco, no habríamos podido sortear las crisis externas y sus impactos en nuestra economía; sin los privados, diseminados en múltiples empresas grandes y pymes, no se podría contar con un mercado laboral que posibilite la viabilidad de la calidad de vida de las personas. No ceder posturas por ambos lados nos mantuvo en un impasse en tal sentido y, por el peso de las bancadas de derecha, inclinarse por la solución en favor de los actores privados, como aconteció en materias de los denominados derechos sociales. En tales cuestiones, se dejó abierta la libertad de elegir, tanto en salud, educación, previsión, sin considerar la asimetría entre las instituciones del Estado y las privadas.
Y traemos a colación al dios Jano, pues en la mitología griega, representa la doble faz, las dos caras, que simboliza el inicio y el final, o en su significado de las dos puertas, de entrada y salida. En tal perspectiva, nos encontramos con la problemática o el “nudo gordiano” de lo que se va a entregar en el texto. Es decir, lo que va a percibir de “entrada” la ciudadanía y, por ende, el papel que va a cumplir la Comisión Experta, los partidos políticos, en “revisar” el texto, proponiendo soluciones que procuren el equilibrio del Anteproyecto. A las sugerencias de la Comisión Experta, se debe asegurar el “compromiso” de los partidos políticos de apoyar tal acuerdo. ¿Dónde está la dificultad? ¿Cuál va a ser el rol de los Republicanos, toda vez que tiene UN solo miembro en la Comisión Experta y, en el Congreso Nacional, las fuerzas políticas de la derecha tradicional y las del oficialismo sumada las de la DC, PPD, no requieren del consenso de la representación de los Republicanos? De ser viable esta hipótesis de solución, nos encontraríamos con la otra traba: la votación en el plenario del Consejo Constitucional, que requiere 2/3 para la aprobación de las enmiendas. Y esto exige la anuencia de los Republicanos.
Ahora, si vamos a la “salida”, a la situación del texto a plebiscitarse por la ciudadanía. Kast ha sido claro: si no están las enmiendas de los Republicanos, se rechazaría el texto constitucional. Esto sin considerar el referéndum solicitado por el senador Rojo Edwards, de rechazar lo ejecutado por el Consejo Constituyente. La izquierda y centro izquierda, con la forma que ha tomado el contenido del texto, no levanta empatía o apoyo. En cierta manera, el vice-presidente del Consejo, Aldo Valle, lo explicitó en CNN. Reflejó el sentir actual. Pero, aquellas impresiones no hacen desmayar a las bancadas progresistas, de Chile Vamos de lograr acuerdos y aprobar el texto. De igual modo, hemos escuchado voces desde la bancada de Chile Vamos. Y quedaría la duda razonable sobre la opción definitiva de los Republicanos.
La exigencia ética, el imperativo político que pesa sobre cada uno de los Consejeros, Expertos y políticos en general, es buscar una solución para este largo proceso constitucional. Esto reclama la ciudadanía que, en mi opinión, es procurar una convergencia de las acciones positivas que el Estado ha demostrado en su ámbito como las iniciativas privadas lo han ejecutado en su entorno. La palabra clave sería una Constitución habilitante.
Gracias por la claridad