Un total de 92 fallecidos, 18 personas desaparecidas y cientos de damnificados que perdieron sus casas, fue el saldo de la tragedia ocurrida el 18 de junio de 1991, donde unas inesperadas lluvias sobre Antofagasta causaron un aluvión de tierra y barro que arrasó con todo a su paso.
Según los relatos de quienes vivieron esa jornada, terminando el la jornada del 17 de junio de ese año, comenzaron a caer tímidas gotas que poco a poco fueron aumentando la intensidad, lo que causaron sorpresa y cierta «alegría» para todos los antofagastinos, poco acostumbrados a este tipo de fenómenos climáticos. Nadie presagiaría lo que ocurriría horas más tarde.
«La aparición de un viento fuerte y muy cálido que comenzó a barrer la ciudad desde la tarde, extrañó a muchos antofagastinos que no le dieron mayor importancia, ya en las primeras horas de la noche la gente dormía plácidamente sin saber lo que estaba por venir. Pasada la medianoche las partes altas de la ciudad, conformadas por cerros áridos y ripiosos con terraplenes resecos, comenzaron a ceder debido a los deslizamientos de tierra convertida en barro por la lluvia», señala el relato del profesor Ricardo Rabanal, quien recuerda ese fatídico hecho.
«Los poderosos aludes que bajaron arrastrado a su paso con personas, viviendas, postes de alumbrado, hasta automóviles estacionados en las calles afectadas, se transformaron en una escena difícil de creer para los Bomberos, Carabineros y el personal de las Ambulancia que a esa hora estaban todos volcados en las calles atendiendo distintos llamados de lo que hasta ese momento eran simples inundaciones naturales para una ciudad no acostumbrada a la lluvia torrencial», sigue el relato el docente.
El Cuerpo de Bomberos de Antofagasta, con sus 7 Compañías participó directamente en el rescate de 312 personas. Al Hospital Regional de Antofagasta llegaron 162 heridos, mientras que otros 700 fueron atendidos por paramédicos y enfermeras de las ambulancias en los mismos sitios de la catástrofe.
Especulación
En el relato del profesor Rabanal, también queda de manifiesto la especulación de precios que se registró luego de la emergencia, que se mantuvo por varias semanas que duró la limpieza del barro que quedó luego del aluvión.
«Se pusieron en marcha 45 panaderías, poniendo fin a una descarada e inhumana especulación de agua envasada desatada por el desabastecimiento del vital elemento. Igual servicio se dio a más de 60 albergues, a Carabineros, Armada, cárcel y otras instituciones, y a la población en general por más de 30 días».
El suministro de agua potable se vio afectado por diversas roturas del sistema de cañerías, lo que obligó al Cuerpo de Bomberos a destinar carros bomba y aljibes en la planta de filtros (kilómetro 12 a la entrada de la ciudad camino a la Ciudad de Calama). Se llegó a cargar con agua a través de las bombas los carros de bomberos a más de 200 aljibes diarios aliviando notoriamente la situación de agua en los diferentes puntos de la ciudad.
Puedes ver más información en el sitio web del profesor Rabanal
Fotos: Ricardo Rabanal