Estados Unidos ha esquivado el abismo fiscal gracias al acuerdo logrado entre demócratas y republicanos. La Administración vuelve a estar operativa y el Gobierno de Obama ha conseguido evitar la suspensión de pagos, aunque la credibilidad del país no ha salido indemne de toda la lucha política entre un bando y otro.
Una batalla muy reñida que se ha salvado con un empate sobre la bocina que marcaba la medianoche, como si de un partido de baloncesto se tratara. Aunque, el presidente, Barack Obama, ha sido muy contundente en su resumen de los resultados producidos desde que tuviera que cerrar el gobierno hace 16 días: «Esta crisis ha envalentonado a nuestros enemigos, estimulado a nuestros competidores y deprimido a nuestros amigos».
A pesar del agradecimiento del presidente a los congresistas y senadores que lograron ponerse de acuerdo, aseguró que no hay ganadores, ni vencidos y que la credibilidad de Estados Unidos ha sido dañada, debido al “espectáculo que hemos dado en las pasadas semanas”, se ha lamentado Obama.
Obama ha firmado esta mañana oficialmente la ley que permite la reapertura de la Administración federal y eleva el techo de deuda, con lo que se pone fin definitivamente a la crisis fiscal que ha vivido el país.
¿Qué quiere decir esto?
La medida aprobada por el Senado tiene tres partes fundamentales. Lo primero es que esto no es una solución definitiva, sino una prórroga. El acuerdo del Senado eleva el techo de endeudamiento de Estados Unidos hasta el 7 de febrero y desbloquea el presupuesto federal para reabrir la Administración hasta el 15 de enero. Esto daría tiempo al Congreso no sólo a iniciar un debate sobre el gasto y el déficit, sino también sobre el segundo punto clave del acuerdo, ‘Obamacare’.
El texto incluye una cláusula sobre la reforma sanitaria de Obama, su principal logro en la Casa Blanca. Aunque los republicanos querían retrasar un año la entrada en vigor del texto, al final se han conformado con el compromiso de que se verifiquen más estrictamente los ingresos de los que reciban ayudas.
La tercera parte es la negociación que un comité bipartidista y bicameral llevarán a cabo para negociar un acuerdo presupuestario a largo plazo que debería ser presentado en diciembre y que evite que esta situación pueda volver a producirse.
La otra cara de la moneda
Los grandes perdedores de esta batalla no son otros que el Tea Party que no ha logrado sus objetivos y la credibilidad de John Boehner, presidente de la Cámara de Representantes, que ellos mismos se han llevado por el camino. Boehner ha sido una de las principales figuras republicanas se ha visto atrapado entre los radicales de su partido y la firmeza de Obama, que finalmente se ha impuesto dejándolo como principal damnificado.
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