Hoy, en la vertiginosidad del mundanal ruido de nuestro tiempo; soñé que, mientras el calendario va deshojando los días escolares y las vitrinas se encienden de luces y cánticos navideños y aroman nuestra querida Antofagasta, las Comunidades Escolares y las nuevas generaciones de egresados de cada colegio, preparan las Ceremonias de Licenciaturas.
Soñé que, luego de los Mensajes y Discursos de Profesores y de Apoderados, correspondió la participación de una Estudiante Egresada quien, con la juvenil prestancia de su voz, aunque serena, silenció la multitud con la profundidad de sus palabras, como clase magistral del “Deber Ser de la Educación”, expresó:
Maestras y Maestros, en la alegría que emociona, hoy me siento orgullosa de representar a todas y todos mis compañeros, para expresar el sentimiento colectivo de tristezas y alegrías en el largo proceso vivido en nuestro Colegio; bello tiempo en el que nos predicaron que nosotros debíamos ser Agentes de Cambio para una Mejor Educación y Sociedad.
Por ello, desde el pensamiento crítico que vosotros nos inculcarais y, en favor de quienes continuarán en nuestro Colegio, os digo que, muchas veces, no nos sentimos parte de vuestras enseñanzas que, se confundieron en nuestras aulas y patios escolares, semejando ladrillos sociales construidos con murallas de normas, sometimiento, injusticias, dogmas y prejuicios que nos impidió la verdadera transformación y liberación de nuestras almas.
Sentimos que vuestra prédica; en ocasiones, no se practicó; porque vosotros, los Maestros y Maestras, tantas veces, erais la negación sistemática de los unos y los otros, sin aceptación de la diversidad y con actitudes discriminatorias que fueron apagando nuestra identidad, conciencia y creatividad de tiempo nuevo.
Profesores y Profesoras, en nuestra vida escolar, parecíamos verdaderos receptáculos en que intentaban depositar conocimientos y memorización; pero, tan pocas veces, dialogamos sobre los valores para descubrir nuestro propio futuro y enfrentar las complejidades del mundo real.
Y sufrimos, más de lo necesario, con las Matemáticas como elevadas ventanas racionales de nichos cerebrales numéricos; más, nunca despejamos incógnitas de nuestras emociones, ni ejercitamos el restar el egoísmo, las miserias y la envidia; tampoco aprendimos a dividir la riqueza, a sumar la solidaridad y a multiplicar el bien común desde un Yo al Nosotros.
Es que tantas veces sentimos que el anhelo de un mundo más justo y solidario fue apedreado y destruido con los conceptos del Yo, de la Nota, del Consumismo, del Tener, del Competir y Ganar, aplastando nuestros sueños juveniles de Ser, de Compartir y Convivir en un Mundo Hermano.
Escuchamos metáforas y reflexiones de justicia, cambio climático, diversidad, democracia, equidad e igualdad; pero, no construimos nuestra Formación, ni Participación Ciudadana para el Chile Real que, pareciera sólo ser sólo un legado de mentiras para un mundo inexistente.
Y finalmente, aunque agradecidos; tristemente os digo que, en oportunidades nos hablaron del universo, la astronomía y de planetas lejanos; pero, nunca vivimos en las cercanías del alma; y nos enseñaban a descubrir otras galaxias, sin preocuparse de nuestras oscuridades; en fin, aprendimos las fuerzas del universo; ignorando nuestra propia falta de energía para alcanzar nuestros sueños.
Al despertar de ese sueño, de esa Licenciatura y de ese Discurso Estudiantil, hoy, a la distancia, a todos los Estudiantes Egresados de cada tiempo y generación, despierto, elevo mi voz para deciros:
“Donde estéis, gracias por la lección de sueños; porque, aprendí que mi raíz educadora que estaba en sequía, se nutrió con el manantial de vuestra juventud crítica; Re-Aprendí que, no se aprende lo que se dice, sino lo que se hace y que, Ser Maestro, no es regalar Esperanzas, ni Predicar; sino Practicar y regalar las propias alas para vuestro vuelo fecundo a la Vida Real”