Los virus tienen la capacidad de cambiar constantemente a través de procesos de mutación. Cuando un mismo virus conoce una o más mutaciones nuevas, este fenómeno se conoce como una variante del virus original. Actualmente, vemos como varias variantes del virus que engendra la enfermedad por coronavirus (COVID-19) están causando preocupación en el mundo.
En política, sucede exactamente lo mismo. Varios fenómenos políticos que surgen en un lugar del planeta tiene tendencia a repetirse, pero nunca al idéntico, en otros lugares. En Chile, por ejemplo, José Antonio Kast se soñaba, hace un tiempo atrás, en Bolsonaro criollo (hoy, muchos menos); el Frente Amplio se inspira mucho de “Podemos” y Sebastian Sichel, sin duda alguna, de lo que sucedió hace algunos años atrás en Francia.
En el país galo, en abril 2016, Emmanuel Macron, independiente al igual que el candidato chileno del Oficialismo, entonces ministro de Economía del gobierno del Presidente Socialista F. Hollande, formaliza la creación de un movimiento que luego se transformará en un partido político, “La République en Marche” (La República en movimiento”), anticipando lo que iba a venir unos meses más tarde, en noviembre 2016, es decir el anuncio de su candidatura presidencial, elecciones que el joven candidato ganará ampliamente en mayo 2017.
Jugando con los símbolos, el exministro de economía había elegido hacer el anuncio de su candidatura en un centro de estudio técnico, en un barrio popular, para fortalecer lo que iba a constituir unos de los ejes del discurso de su campaña, el mensaje meritocrático, sus abuelos habiendo sido trabajadores del ferrocarril y profesores de educación primaria. El “leitmotiv” de campaña de este exbanquero, de apenas 38 años, y que estaba en política en ese momento desde hace menos de cinco años, era de romper los códigos tradicionalistas de la política francesa. Al igual que el eslogan de campaña de Sebastián Sichel, Macron podía mucho más aún.
Su estrategia era clara: debía “sacudir” el escenario político para seducir esos 30% de franceses que decían no sentirse cercanos a ningún partido político. Un potencial batallón que le daría una base sólida. De ahí la creación de su partido donde no se paga membresía. Esa estrategia, desde un punto de vista electoral, será un logro indiscutible.
Con el caso de Sebastián Sichel, se pueden ver numerosas similitudes, pero en ningún momento un “copy paste” absoluto. En unos de los últimos episodios de su carrera hacia la Moneda, hemos visto esta semana la confrontación que ocurrió con la diputada y candidata a Senadora por la Región de Antofagasta, Paulina Núñez. Este ruidoso “pleito” ha subrayado la debilidad que Macron supo evitar para poder llegar a “l’Elysée” y que se resume en la carencia de una orgánica partidista.
En un partido político, claramente establecido, es muy difícil descolgarse cuando una línea de conducta ya está establecida. Existen diferentes instancias institucionales para impedir aquello o a lo menos para sancionarlo. Si el hecho de cerrar filas en un movimiento político; lo que es por el momento todo lo que rodea a Sebastián Sichel, una mezcla de ex DC cercanos a Mariana Aylwin, RN liberales, pero con apoyo de RN con impronta conservadora que hoy dirigen ese partido y también “amigos” Evopoli del candidato; si el hecho de establecer línea de conducta se apoya únicamente sobre el recurso de sacarse fotos o no con el candidato, y sobre un cierto autoritarismo en caso de no respeto de lo indicado, eso es demasiado débil para ser eficiente y no corresponde a la imagen de “profesionalismo”, tecnicismo, modernidad que se trata de proyectar de ese lado de la vereda; esos mismos “ tips” que trata aún de proyectar el macronismo.
Acá hay claramente una falencia en el proyecto presidencial que puede dejar entrever futuras numerosas disonancias y serias dificultades en términos de gobernabilidad en caso de victoria. ¿Sobre cuál mayoría en el Congreso se apoyaría Sebastián Sichel en caso de que gane la presidencial? ¿Una alianza DC conservadora / RN liberales / RN conservadores / Evopoli/ UDI “buena onda”? ¿Dónde está lo novedoso en aquello? ¿Esto no siempre ha sido el sueño de un cierto espectro de la derecha? Por lo demás, ¿una excesiva personalización de la campaña, un culto a la trayectoria personal e imagen contemporánea del candidato no estaría “by passeando” una discusión acerca de una necesaria funcionabilidad en cuanto a gobernabilidad? ¿Eso no sería contradictorio; ¿una cierta ausencia de estabilidad, para alguien que representa también a los “conservadores”?
De hecho, se puede igualmente subrayar otra contradicción. Sebastián Sichel ha basado la emergencia de su liderazgo político sobre el discurso meritocrático, al igual que Macron, pero refiriéndose mucho más a su vivencia personal, inclusive, en algunas oportunidades, recurriendo a lo “pathos”. Pero desde un punto de vista meramente técnico, acá su postura en relación con el 4to retiro es claramente elitista o aparece como tal, al igual de lo que le sucedió con el precandidato presidencial Ignacio Briones en las primarias.
Sebastián Sichel, a través de varias posturas políticas claves, está indicando a la (auto, a veces) denominada élite del país que esta es su blanco electoral prioritario. Y, en realidad, lo afirma sin tapujo, a la diferencia de los otros candidatos presidenciales, que tampoco se han declarado claramente en favor del 4to retiro, a pesar supuestamente de ser más cercanos al pueblo ya que son de izquierda. Esto no sería la primera contradicción de ese sector, pero en el caso de Sebastian Sichel, esta contradicción surge en la instalación de su relato; lo que constituye su obra principal por el momento; y no en la praxis del poder. Y esa contradicción en el relato puede dejar entrever futuras varias en una eventual praxis del poder. Por esa vía, la índole de las dudas que las cuales padece una eventual victoria de Gabriel Boric también contagia a este candidato. Y pensar, que en 2021, debíamos supuestamente salir de la pandemia.