Fueron dos días intensos de cielos oscurecidos, de “estallidos” diarios de piedras y cenizas, con luces nocturnas de lava. Se trataba de la erupción del “tata” Lascar, como lo llama la cultura lickanantay, que un domingo por la tarde, hace tres décadas, comenzaba una de las erupciones más intensas y violentas registradas en el norte de Chile. Tanto así, que las cenizas dispersadas durante la erupción volcánica, llegaron hasta ciudades argentinas y la costa atlántica.
Por su extenso historial de actividad eruptiva durante los siglos XX y XXI, el volcán Lascar se considera el más activo del norte de Chile y así lo ha demostrado desde diciembre de 2022, con el más reciente pulso eruptivo. El primer registro de actividad data de 1854 y cuenta con más de 30 erupciones registradas, caracterizadas por la emisión de columnas de tefra, que son cenizas y otros elementos expulsados desde el volcán.
En aquel domingo las comunidades cercanas vieron emerger un enorme columna de cenizas en el cielo, “era ver una coliflor que crecía a medida que pasaban las horas del día. Era enorme, cubría el cielo y oscurecía todo San Pedro de Atacama”, recuerdan en el pueblo, las personas mayores. Algo similar comenta Manuel Cáceres de 73 años, “la erupción se veía de lejos y era enorme, pero aquí en San Pedro no ocurrió nada, pero sí localidades más cercanas como Talabre”.
La más explosiva
En efecto, el Lascar, está ubicado a 17 kilómetros de la comunidad indígena atacameña de Talabre, a 70 kilómetros de San Pedro de Atacama y es uno de los 21 volcanes activos de la región de Antofagasta. La erupción del 19 y 20 de abril de 1993, es considerada la tercera erupción más violenta que se tiene registro en Chile, y la más explosiva registrada en este macizo, en los últimos 7 mil años.
“La erupción de 1993, estuvo caracterizada por al menos nueve pulsos eruptivos de distintas intensidades, que generó caída de tefra y que dio origen a flujos piroclásticos por colapso parcial de la columna eruptiva. Estos flujos son corrientes de alta temperatura compuesto por material expulsados del volcán, más rocas y gases–,”, explica Alfredo Esquivel, investigador doctorante del Instituto Milenio de Investigación en Riesgo Volcánico – Ckelar Volcanes.
La erupción tuvo una duración total aproximada de 32 horas y alcanzó una altura sobre los 20 km sobre el nivel del cráter, cuando ocurrió el pulso de mayor intensidad el 20 de abril entre las 06:28 y la 09:20 horas. “Estos flujos piroclásticos, agrega el geólogo de la UCN, alcanzan temperaturas de entre 400 y 900 grados centígrados y velocidades superiores a los 120 kilómetros por hora. Por lo tanto, el tiempo de reacción que proporciona este proceso volcánico, es muy breve, es cuestión de minutos una vez que se origina el flujo piroclástico”.
Una espesa nube gris
El volcán Lascar es un volcán de fuego, es peligroso. Tira lava. Así describe al volcán, Ángel Salva, que hoy vive a los pies del “volcán del agua”, el Licancabur: “ Las cenizas de esa erupción llegaron hasta Argentina, yo me encontraba haciendo trueque de animales en el paso fronterizo de Jama. A las tres de la mañana empezaron a caer cenizas y estaba todo oscuro, uno no podía ver en pocos metros más allá, había un olor muy fuerte a azufre y se escuchan explosiones”.
La arqueóloga y ex alcaldesa de San Pedro de Atacama en 1993, Ana María Barón, recuerda “que estar debajo de esa nube fue una experiencia espeluznante, al mismo tiempo hermosa, para mí ha sido la experiencia más grande que he tenido con la naturaleza”. Cuenta que como autoridad le tocó viajar de urgencia a la localidad de Talabre para evacuar al pueblo, sin embargo, don Fabio Soza que dirigía la localidad en aquella época, nos aseguró que no dejarían sus casas, ya que su relación con los volcanes no era la misma de la gente no atacameña.
Paula Ramos, geóloga atacameña y habitante de San Pedro de Atacama, nos explica parte de esa cosmovisión: “La mirada que tenemos por nacer y criarnos aquí en el desierto de Atacama, es distinta, ya que sabemos que los volcanes nos protegen. Nosotros tenemos una relación muy grande con la tierra, la naturaleza, la pacha o patta hoiri, que es la madre protectora. Y, los volcanes son parte de ella, por lo tanto, cuando ellos erupcionan, sabemos que es parte de lo que debe ocurrir, y los abuelos nunca nos han transmitido miedo o temor”.
Para recordar los 30 años de la erupción de Lascar, la comunidad indígena atacameña de Talabre y Ckelar Volcanes, realizará hoy en la localidad, un acto conmemorativo con charlas de conocimiento ancestral y de ciencia volcánica, un feria científica y la erupción del volcán viajero.